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¿Dónde está la canción del verano?

La fragmentación de audiencias y la crisis discográfica dificultan la tarea de encontrar el tema estival del año

JESÚS MIGUEL MARCOS

Pocas cosas resumen mejor la esencia de la canción del verano que aquella frase que Manuel Martín Ferrand, director de la extinta emisora radiofónica Antena 3, le dijo al locutor José Ramón Pardo: 'José Ramón, qué buen programa te sale con las peores canciones'. Pardo, que dirigió el programa La canción del verano durante casi 30 años -'hasta que Operación Triunfo pudo con todo', lamenta-, se hace la misma pregunta que muchos otros: ¿Dónde está la canción del verano? 'Ahora no hay nada', explica el locutor, 'el otro día hicieron un reportaje en la tele con las de este año y no conocía ninguna. Es que no suenan. Se puede opinar que tal o cual es la que más suena, pero no son realmente populares'.

Con el bombardeo al que nos somete la realidad diaria a base de Americanos y Waka wakas, alguien puede estar pensando que José Ramón Pardo ha sufrido un repentino ataque de sordera. Sin embargo, hay datos que demuestran que algo está mutando en el género. ¿Por qué en 2007 no hubo canción del verano? ¿Por qué ya no hay triunfadores inapelables, al estilo del Aquí no hay playa, de los Refrescos, sino pelotones de temas sin un claro favorito? ¿Ha muerto la canción del verano? 'Yo no diría tanto. Lo que ocurre es que se ha fragmentado el mercado. Lo que ayudaba a la canción del verano era la concentración de radio y tele. Cuando sólo estaban La 1, La 2 y Los 40 Principales, era fácil convertir un tema en canción del verano. Ahora, para crear un éxito hay que salir en tantos canales que es muy difícil. Puedes machacar hasta la muerte una canción y que no funcione', explica José Luis Moro, que compagina el trabajo como publicista con su grupo Un pingüino en mi ascensor.

La canción del verano se ha perdido porque salió a buscar a la gente y no la encontró, o la encontró demasiado dispersa, algo que atenta contra la misma naturaleza de un género cuya máxima es la de gustar, no a muchos, sino a todos. El principal quebradero de cabeza para los responsables de la industria discográfica y de otros sectores implicados, como la radio, la televisión o la publicidad, es que la canción del verano se ha vuelto incontrolable. 'Acuérdate el año del Koala. Aquella canción no la pinchaban en la radiofórmula, porque para entrar en la radiofórmula hay que estar avalado por determinadas compañías y el Opá lo editaba un sello andaluz desconocido. Las emisoras intentaron dinamitarla, pero fue un pelotazo igualmente. Y vendieron discos y todo. El público era tan garrulo que no se la bajaba, sino que la compraba', recuerda Guillem Martínez, autor del libro La canción del verano: La historia de 30 años desde sus veranos.

El principal quebradero de cabeza es que la canción del verano se ha vuelto incontrolable

La canción del verano nació en Italia a principios de los sesenta, gracias a un festival que decidía cuál era la melodía estival del año, lo que no quería decir que fuera la que finalmente sonaba más. Un éxito masivo como Il mondo, de Jimmy Fontana, se presentó y no ganó. España no tardó en importar una disciplina que el propio José Ramón Pardo define como de 'canciones intrascendentes. En verano se nos duermen las neuronas y aceptamos cualquier tema'.

Durante sus primeros años, la playa, el sol y el mar eran referentes obligados de un género que, por supuesto, nunca renunciaba al trasfondo romántico y sentimental. Así, triunfaban temas como Un rayo de sol, de Los Diablos, o Vacaciones de verano y Eva María, de Fórmula V. Raffaella Carrá, por su parte, llevó a sus límites más picantes esta temática con una canción que en su día se llamó Hay que venir al sur, pero que todos conocían como Para hacer bien el amor. Era 1978 y, aunque suene ridículo, el tema fue censurado en varios países (incluidos algunos del sur).

Alguien se dio cuenta de que para colocar un hit estival no era indispensable recurrir siempre a la misma imaginería y no tardaron en aparecer canciones que, sin hablar de sombrillas, arena o biquinis, lograban el título más deseado de la temporada musical.

Uno de ellos fue el mismísimo Georgie Dann, el auténtico rey de la canción del verano. El Bimbó, por ejemplo, no hablaba del verano (en realidad, se podría decir que no hablaba de nada), pero su melodía pegadiza y su coreografía triunfaron de chiringuito en chiringuito. 'El de Georgie Dann es un caso único', explica José Luis Moro, 'es muy difícil repetir éxito en la canción del verano, y él ha colocado varias. Eso lo ha intentado un montón de gente, como King Africa, por ejemplo, y nunca han conseguido un éxito como el de la primera vez'.

La Movida también tuvo su influencia a la hora de alejar el género de lugares comunes. Especialmente reseñable fue el Mari Pili de Ejecutivos Agresivos, una parodia de la canción del verano con una protagonista bastante más desfogada que la Eva María de Fórmula V.

J. R. Pardo: 'En verano se nos duermen las neuronas y aceptamos cualquier tema'

En los ochenta, la canción del verano se decidía en la radio. 'En las votaciones de mi programa se saturaban las líneas telefónicas de tanta gente que llamaba. Cuando uno pillaba línea, aprovechaba para que votara toda la familia. Una vez, una chica empezó a pasarle el teléfono a sus amigas hasta que le pregunté que cuántas eran. Me dijo que 200, que estaban en la piscina. Tuve que limitar el número de votos por llamada a cinco', recuerda José Ramón Pardo.

Con el tiempo, la radio perdió una influencia que se fue trasladando poco a poco a la televisión. Y no porque la gente no escuche la radio, sino porque la mayoría de las radiofórmulas ha consagrado su programación a los clásicos y no apuesta por las novedades. 'Llevamos unos años, cerca de una década, en que la canción del verano viene marcada por un anuncio de la tele o por los mismos programas, como ocurrió en el caso del Chiki-chiki', comenta Joaquín Guzmán, director de la web Rockola FM.

Las discográficas, en estado vegetativo desde hace años, tampoco están en disposición de crear éxitos veraniegos, como hacían antaño. 'Hay compañías que nos llaman para que coloquemos canciones de sus grupos en campañas de publicidad de cara al verano. Normalmente nos las ofrecen de forma gratuita, porque saben que es un buen escaparate', dice José Luis Moro, que como publicista también ha vivido el curioso caso de que una de las canciones que ellos mismos idearon se convirtió en un éxito: 'Fue el Balones y toallas para una campaña de Eroski. Tuvo bastante repercusión en Internet'.

'El de Georgie Dann es un caso único, es muy difícil repetir éxito', dice José Luis Moro

A excepción de Georgie Dann, que cada vez espacia más sus lanzamientos, y de discográficas como Blanco y Negro, ya nadie compone pensando exclusivamente en la canción del verano. Verónica Casas, responsable de marketing de Blanco y Negro, habla de cazahits, personas dedicadas a rastrear el mercado dance para hallar el tema que se baile en verano en España: 'No hay reglas, lo habitual es tener los deberes hechos en febrero, pero siempre puede llegar un golpe de suerte de última hora y cambiar la estrategia. Nosotros, por ejemplo, en febrero lanzamos Stereo Love, de Edward Maya, y en junio We no speak americano, de Yolanda Be Cool'.

Todos coinciden en que no existe fórmula y que en la actualidad, como demostraron el Koala o Rodolfo Chikilicuatre, es imprevisible quién puede hacerse con el título de canción del verano. Esta temporada parece que Shakira va en cabeza, aunque el verdadero ganador sólo lo conocerá el inconsciente colectivo.

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