Carmen Ilizarbe: "Hay que impulsar una asamblea constituyente en Perú que genere nuevos liderazgos y agendas"
La politóloga peruana analiza la protesta como instrumento de soberanía popular en el libro 'La democracia y la calle'.
Madrid-Actualizado a
El colapso de los partidos políticos en Perú propició, a comienzos de los años noventa, una recurrente forma de autorrepresentación popular: la protesta en la calle, un espacio público donde durante las últimas décadas ha confluido un maremágnum contestatario y plural, hasta el punto de que también ha sido ocupada por grupos antiderechos.
La antropóloga y politóloga Carmen Ilizarbe Pizarro analiza este instrumento de soberanía popular en el libro La democracia y la calle. Protestas y contrahegemonía en el Perú (Instituto de Estudios Peruanos, 2022), que ha presentado este jueves en la librería Traficantes de Sueños de Madrid acompañada por Esther Rebollo.
La panorámica de la historia reciente del país andino corre a cargo de la directora adjunta de Público y excorresponsal en Lima: la guerra entre el Estado y Sendero Luminoso; el régimen neoliberal de Alberto Fujimori y la Marcha de los Cuatro Suyos, convocada en 2000 tras ser acusado de fraude electoral; la sucesión de mandatarios tras su renuncia; la destitución y arresto del expresidente Pedro Castillo; y las recientes manifestaciones para que renuncie su sucesora, Dina Boluarte, se disuelva el Congreso y se convoquen elecciones.
"La protesta social como actor político: los ciudadanos salen a la calle a reclamar lo que no les dan las instituciones democráticas", explica Esther Rebollo, cuyas preguntas guían una charla en la que Carmen Ilizarbe reconoce la complejidad de la situación que atraviesa Perú, sin liderazgos claros para asir el timón y salir de la crisis, aunque se muestra convencida de que el futuro pasa por una asamblea constituyente compuesta no tanto por políticos, sino por técnicos, académicos, expertos y sabios.
"Hay que impulsar una asamblea constituyente en Perú que genere nuevos liderazgos y agendas sociales, políticas y económicas. Así tendríamos la oportunidad de construir una alternativa", asegura la profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú, quien deja claro que, si no se emprende ese proceso, "unas nuevas elecciones solo pueden traer más de lo mismo". Para ello, añade, es necesario "una reforma profunda" que está siendo demandada por la sociedad y que se articularía a través de una asamblea constituyente.
Carmen Ilizarbe cree que la clave para organizar un proceso que provoque un giro significativo en Perú es "abrir espacios de participación verdaderamente populares" en un momento en el que, según ella, no hay partidos políticos, sino agrupaciones que se disputan los cargos en las elecciones, pero carentes de programas e ideas. De ahí que "la ola popular tenga tanta fuerza, pues ante la falta de un partido surge la calle, con capacidad de veto".
Sin embargo, la politóloga y antropóloga considera que, aunque pueda tumbar un Gobierno, esa contestación popular "no alcanza a construir una alternativa política", producto de la deslegitimación causada en su momento por Fujimori, quien dio paso a un futuro que no traería consigo la reconstrucción del sistema de partidos.
Ese vacío, el desprestigio de los procesos electorales ("se vota al menos malo" y los presidentes no alcanzan el 20% de los votos en la primera ronda) y el ninguneo de los ciudadanos y representantes de las regiones (que no fueron tenidos en cuenta como interlocutores en un Perú centralista) desembocaron en la multiplicación de protestas en todos los rincones del país y en la capital, con la Toma de Lima el pasado enero, explica. Unas manifestaciones duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad que se han saldado con unos sesenta muertos.
"Cuando los canales institucionales no funcionan, comienza la pugna con el Gobierno", apunta Carmen Ilizarbe, quien matiza que históricamente las protestas no se han traducido en representación parlamentaria. "La reforma del sistema político no se tomó con seriedad y algunas ideas, como la del crecimiento económico, han sido muy seductoras". O, dicho de otro modo, han fomentado la despolitización, aunque ahora observa que "los que se sienten excluidos reclaman cambios más a fondo".
Sin embargo, la pluralidad de la contestación ha provocado que en el pasado no cobrase forma, ya que "cada uno tiene objetivos diferentes", cree la politóloga, quien añade otra dificultad: Perú es un país muy desigual económica, social, geográfica y culturalmente, donde se excluye y se discrimina, lo que hace difícil que los ciudadanos converjan en la protesta.
"La calle alude al espacio público politizado. No es un actor articulado y nítido, ni siquiera llega a ser un movimiento, aunque lo parece cuando hay un objetivo común, como la renuncia de Dina Boluarte y la convocatoria de una asamblea constituyente", explica la autora de La democracia y la calle, que fue publicado antes de la destitución de Pedro Castillo y de las manifestaciones contra su sucesora.
Unas elecciones, insiste, no bastan para cambiar un país que adolece de líderes políticos, entre otras razones, porque Sendero Luminoso "aniquiló" una generación de futuros candidatos y potenciales mandatarios. "Ahora estamos pagando las consecuencias de la despolitización y de las formas de politización que no construyeron alternativas de fondo", concluye Carmen Ilizarbe, quien recuerda que el antifujimorismo fue un movimiento paraguas. "Recién ha comenzado el proceso de recomposición. Si logramos cambiar el sistema, habrá que ser creativos".
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