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Cecilia Roth: "España me duele… y me escandaliza"

DANILO ALBIN

3 de agosto de 1976. Los Rotenberg huyen del Buenos Aires de los campos de concentración y se instalan en un Madrid que quería dejar de oler a dictadura para empezar a respirar la fragancia de la libertad. 38 años más tarde, la actriz Cecilia Roth, una de las integrantes de aquella familia de origen judío, empieza a creer que la España que ella conoció no era más que un espejismo. Lo dice fuerte, con una inconfundible mezcla de rabia, dolor e indignación.  

Este viernes, la ganadora de dos Goya y de un premio del Cine Europeo ha aterrizado en Bilbao para recoger el 'Mikeldi de Honor' en el festival ZINEBI. Público se encontró con ella antes de subir al escenario.

Usted ha recibido muchos premios y reconocimientos a su carrera. ¿Este Mikeldi de Honor qué significa?

El Mikeldi, como algunos otros, es una devolución a un trabajo en general, no sólo por una película o una obra de teatro. Es una mirada sobre una obra y una vida, y eso es muy bonito.

¿En qué momento profesional se encuentra?

Yo soy una trabajadora. Tengo el oficio de la actuación, que me fascina en todos sus aspectos. Me gusta hacer cine, teatro. También televisión, cuando está bien hecha. Yo suelo decir que, al igual que un artesano, este es un oficio que vas purificando con el tiempo. Te quitas las neuras de los momentos iniciales, con demasiadas inseguridades, y encuentras tu camino. Sabes qué usar de tu vida y qué no usar. Soy una gran observadora, y una aprende a nutrirse de todo lo que observa.

Hace poco, usted decía que España le dolía. ¿Qué es lo que más dolor le provoca?

Me duele que siendo un país que ha luchado tanto y haberse quitado a Franco de encima, se reencuentre con lo que parecía acabadoMe duele que siendo un país con tanta riqueza en todos los sentidos, después de haber luchado tanto por encontrar su lugar, de haberse quitado a Franco de encima, termine volviendo al círculo y reencontrándose con aquello que parecía acabado. Hoy tengo la sensación de que los años que viví en España fueron el espejismo de algo que en realidad no sucedió. Es muy fuerte ver la cantidad de personas públicas que están involucradas en grandes y tremendas estafas a todos los españoles.

A día de hoy, en Argentina se juzga a los militares, mientras que en España no hay manera de que eso ocurra. De hecho, las víctimas españolas han tenido que recurrir a un juzgado de Buenos Aires para pedir justicia. ¿Dónde está la diferencia entre un país y otro?

En Argentina, a partir del gobierno de Néstor Kirchner, los derechos humanos se convirtieron en una gestión del estado. Desde entonces, la búsqueda de todos los dictadores y torturadores, la devolución de los niños robados, el trabajo de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, pasaron a ser razón de Estado. Ellas, las madres y abuelas, no quedaron solas. La sensación es que todo eso en España se está tapando, y es lamentable.

Usted participó en algunas campañas de Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Qué le motivó a hacerlo?

Mi padre trabajaba a en el diario La Opinión de Buenos Aires, donde la mitad de la redacción fue secuestrada y desaparecióSoy hija de exiliados y yo también tuve que vivir el exilio. Por entonces, mi padre trabajaba a en el diario La Opinión de Buenos Aires, donde la mitad de la redacción fue secuestrada y desaparecida. Todo aquello lo vivíamos a flor de piel. A pesar de ser muy jóvenes, tanto mi hermano como yo teníamos mucha información sobre lo que estaba ocurriendo en el país, principalmente por el trabajo de mi padre en el periódico. Sin embargo, mucha gente no tuvo esa posibilidad, y tuvieron que pasar algunos años hasta que se supo lo que estaba pasando en los campos de concentración, que estaban a dos calles de tu casa. Recuerdo una frase de Videla, cuando le preguntaron qué eran los desaparecidos, y él dijo: 'Desaparecidos. Ni muertos, ni vivos. No están'. Uno piensa en todo aquello y se da cuenta de la enorme evolución que hemos tenido. Al mismo tiempo, me duele y me escandaliza que en España no pueda revertirse la situación.

En los últimos días, Público ha dado a conocer una serie de documentos secretos que muestran las conexiones entre España y la dictadura de Videla. ¿Le sorprende?

Estamos hablando de una España que estaba en democracia... Qué fuerte. En realidad no sé si me sorprende, porque termina de coincidir con lo que está pasando ahora. De todas maneras, no creo que todo esto termine aquí. A pesar de la aparente inercia, yo creo que hay una enorme parte de la población que piensa como nosotros.

'El dolor es la gasolina del alma', dijo hace poco. ¿Y si la gasolina desborda el alma?

Eso ocurre cuando hay una situación de profunda injusticia y profundo dolor... Por supuesto que hay un dolor que no se soporta y produce incendios, pero el dolor debe estar mezclado con el trabajo, con las ganas de que sucedan cosas. No como algo que impida accionar, sino todo lo contrario. Es el dolor que da fuerzas. Por ejemplo, el encuentro de (la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) Estela Carlotto con su nieto Guido es una demostración de que el dolor es la gasolina del alma. ¡Qué destino tan maravilloso que haya podido encontrar a su nieto con vida! Y Estela sigue peleando, porque tiene muy claro que los nietos son nietos de todas. También nuestros.

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