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"Los milagros suceden cada día"

SARA BRITO

Ese hombre pequeño, de complexión encogida, que se acerca caminando como sobre resortes por el largo pasillo de uno de los pabellones de los estudios Cinecittá de Roma es Spike Lee. No aparenta los 50 años que tiene. Parece un adolescente crecido de Brooklyn con anorak negro y pantalones anchos.

El director neoyorkino ha pasado los últimos meses de 2007 en Italia, rodando Milagro en Santa Ana. Esta adaptación de una novela de James McBride cuenta la historia de cuatro soldados de un batallón de negros en la II Guerra Mundial que quedan atrapados entre las líneas fascistas y las americanas. Es la primera vez que Lee filma una película fuera de Estados Unidos y la primera de género bélico.

Los rumores de que es un tío dificil le anteceden, por algo su madre le puso Spike (pincho) cuando todavía muchos le llamaban Shelton, en Brooklyn. Llega y saluda mirando hacia abajo, un gesto que se revela habitual después de pasados más de dos minutos con el director de Haz de lo que debas.

Primer intento de romper el hielo: “¿Española? Entonces, conocerás a Thierry Henry...”. ¿?. Lee deja claro de una vez que sí, que es íntimo del delantero francés, que sí, que su afición por el deporte no se ciñe a sus New York Knicks, y que su ánimo de simpatizar desmiente ese carácterenrarecido que el equipo de producción se había apresurado a corroborar.
Lee vuelve a mirar al suelo a través de sus extravagantes gafas y, sin mediar palabra, hace un gesto para sacar a la periodista a plena calle (a unos 5 grados o menos) y empezar la entrevista, así, sin más.“¿Empezamos?”. Empezamos.

Es la primera vez que rueda tanto tiempo fuera de Estados Unidos, ¿qué tal la experiencia?
Bueno, las últimas semanas de Malcolm X rodamos en África. Pero sí, ésta es la primera vez que hago una producción entera fuera. Primero, filmamos en la Toscana, ahora estamos en Cinecittá y de aquí, seguiremos en Estados Unidos. Está siendo una gran experiencia, el equipo italiano es estupendo, y nos hemos quitado la barrera del idioma. El 95% del equipo es italiano y es gente que trabaja con pasión, que ha trabajado ya en Gangs of New York [rodada en Cinecittá].

¿Alguna dificultad?
Lo más duro es que llevo desde julio fuera de casa y tres meses, lejos de mi familia.

¿Era importante filmar en Italia?
Mucho. La historia sucede aquí. Ese pueblo de la Toscana donde grabamos tiene 800 años y eso no lo puedes duplicar. Además, estamos rodando en los sitios donde sucedieron los hechos reales que cuenta McBride. Filmamos en Santa Ana donde tuvieron lugar las ejecuciones. Estás en el suelo donde corrió la sangre, y eso te da algo totalmente distinto.

Y, ¿cómo surgió? ¿Por qué el libro de James McBride?
Mi mujer me lo pasó, no había leído antes a McBride y me encantó. Además, me gustan los filmes de la II Guerra Mundial y me gusta Italia. En realidad, vine por primera vez en 1986 a presentar She’s gotta have it y aquí fue donde la empezaron a llamar Nola Darling. Desde entonces, tenía ganas de rodar en Italia. Pero no voy a filmar en un sitio sólo porque sí, hay que encontrar la historia. Y la novela de McBride me proporcionó eso que buscaba.

‘Milagro en Santa Ana’ habla de un grupo de soldados negros del ejército americano que queda atrapado entre los dos frentes en un pueblo del norte de Italia, ¿Es una película histórica?
Está basada en un suceso histórico, pero es una película muy espiritual. Para mí es una mirada profunda a los milagros, y creo, de verdad, en que suceden cada día. Sólo tienes que estar en sintonía con el mundo espiritual para poder verlos. El mayor milagro que he presenciado recientemente es que esta película se esté haciendo. Sé de buena tinta que los milagros pueden ocurrir. Al principio, deseaba que los padres del neorrealismo italiano nos cuidaran durante el rodaje. De hecho, la supervisora de guión es nieta de Vittorio de Sica.

Hacer ahora un filme sobre la II Guerra Mundial, ¿es una forma de hablar del belicismo de hoy?
Creo que hay maneras de usar acontecimientos históricos para hablar de lo que pasa hoy. Cuando en la II Guerra Mundial mandaban a los negros a luchar, eran vistos como ciudadanos de segunda clase.

Y sigue ocurriendo hoy...
¡Hoy el ejército es de negros e hispanos! Si tomas la
población de Estados Unidos y comparas la proporción de negros e hispanos que están enrolados en el ejército, es asombroso. Esto es una
reflexión que se puede extraer de la historia principal de Milagro en Santa Ana. Pero como en todas mis películas, se habla de más de una cosa. Uno de los focos principales es que los Buffalo Soldiers [la brigada de negros protagonista] no hablan italiano y los italianos no
hablan inglés. Hay una barrera cultural que acaban
superando y eso es interesante. De hecho, lo bonito es que los actores tienen que lidiar con las mismas barreras que se vivieron en la II Guerra Mundial.

¿Está regresando, después de ‘La última noche’ y ‘Plan oculto’, a una manera más directa de hablar de la cuestión racial?
Nunca he dejado de hacerlo. Fue más sutil en estos filmes, pero, aunque no en primer plano, estaba.

¿A qué aspira con esta película?
Aspiro a que los Buffallo Soldiers se vean a sí mismos y a que sirva para hablar de la presencia de los negros en todas las guerras, algo que
Hollywood no hace.

¿Cree que hay una nueva corriente de películas críticas con la política de Estados Unidos? ¿Un regreso al cine crítico de los 70?
La verdad, no creo que esté pasando. Es muy duro hacer películas con cierto contenido de ideas e inteligencia. No hay interés por la crítica en EEUU. De acuerdo, está Leones por corderos, Redacted, El valle de Elah, pero muy pocos han ido a verlas. Aún así, creo que la II Guerra Mundial es diferente. Y por eso quise hacer una película sobre esta guerra porque es la última en la que EEUU se metió por una buena razón. Luego vino Corea, Vietnam, Irak, todas, por una mala razón.

Bueno, pero Estados Unidos no fue tan altruista, esperó a ser atacado...
Sí, todos tuvieron sus intereses pero fue una guerra de la democracia contra el fascismo.

Spike Lee corta la entrevista tal y como la empezó: abruptamente. Toca seguir rodando una escena en el interior del estudio. Estos días no se ve ni a John Turturro ni a James Gandolfini, es el momento de los jóvenes actores que Lee ha elegido para esta película (Laz Alonso o Derek Luke, entre otros), y el lugar para demostrar que es tan maniático y puntilloso rodando como se cuenta. Se levanta una y otra vez, hace repetir casi diez veces un gesto a Derek Luke y mira a la periodista de reojo para quitarle de la mano el esquema de rodaje del día. “No, no. Esto no lo puedes ver”, dice entre risas. Spike está en todo.


¿Es cierto lo que ha dicho Denzel Washington de que usted está muy encima de los intérpretes, que hace muchos ensayos, que es un muy director de actores?
Ensayamos desde las dos semanas antes de empezar a rodar. Vemos películas juntos, hablamos de artículos. Hemos visto muchas de la II Guerra Mundial y documentales sobre soldados negros. Cuanta mayor información tenga el actor, mejor para el personaje.

¿Su mayor influencia?
Creo que es la música. Es algo importante en la construcción de mis cintas. Cuando pienso en la cinematografía, las interpretaciones o la producción, la tomo muy en cuenta. Me ayuda a contar la historia.

Vuelve a trabajar con Mattew Libatique en fotografía. ¿Cuál es el tono visual de la película?
Mattew y yo tenemos una visión estética común. Muchas veces, a estas alturas, no está del todo definido el resultado visual. Es algo a lo que llegas, no que busque. Pero podría decir que esta película va a tener un toque muy naturalista.

Hace años lo llamaban “El negro más cabreado”. ¿Sigue vigente esa etiqueta?
Eso fue con Malcolm X. No me gustan las etiquetas, pero tampoco me importa. De todas formas, no creo que la rabia sea el único sentimiento que extraer de mis películas.

Una última pregunta. ¿Dónde compra sus gafas?
En ningún sitio en particular. Unos compran coches; otros, casas; yo, gafas.

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Siempre hay una prinmera vez para hacer la guerra

De aquel debut de 1986, She’s gotta have it, conocida como Nola Darling, al rodaje de Milagro en Santa Ana, que acaba de terminar en Italia y que continuará en 2008 en EEUU, median no sólo 21 años y alrededor de una película anual, sino cientos de pares de gafas, la inflamación de los presupuestos de sus cintas (de los 175,000 dólares de la muy indie Nola Darling a los 45 millones de Milagro...) y la fama de ser un director arriesgado, desafiante e inteligente con sellos tan indiscutibles como la temática racial o, en lo formal, los falsos travelings alrededor de un personaje.
La música pasa por ser una de sus mayores influencias, tal vez por eso de que su padre fue jazzista y llegó a componer la banda sonora de, entre otras, Mo’ Better Blues. Cuando, a principios de los 90, se le empezó a conocer como “el hombre más cabreado de América”, Lee rezongó, pero nunca paró de decir lo que se le venía en gana. El Haz lo que debas es, para él, más que el filme que le encumbró.
Con La última noche y Plan oculto, dio, además de un par de lecciones de buen cine, razones para callar a los que lo tachaban de no hablar de otra cosa que no fuera lo racial. Ahora, ultima su primer filme bélico donde repite con uno de sus actores predilectos, John Turturro, y da oportunidad a una nueva camada de actores negros (Laz Alonso, Derek Luke, Michael Ealy y hasta Naomi Campbell) como ya hizo con Denzel Washington, Rossie Pérez o Halle Berry.
El autor urbano, y tan neoyorkino él, se lanza al campo (de batalla) para contar una historia de discriminación en el ejército, pero también de amistad y heroicidad.

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