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Concierto de Marwan en Las Palmas en un escenario vestido como un campo de golf íntimo y cálido

MARWAN

La Navidad pasada me junté con mis amigos cantautores canarios (Luis Quintana, Diego Ojeda y Sergio Alzola) para despedir el año. 'Tenemos cena de empresa', nos decíamos entre risas. Vino, mucho vino, complicidades, abrazos, ideas repartidas sobre la mesa... Así fue cómo surgió la idea de 4 bajo par, un concierto que dimos los cuatro músicos el pasado 10 de Julio en el CICCA, un importante teatro de Las Palmas.

Viajamos varios días antes (sin Deivid, mi manager, por falta de presupuesto) para recluirnos y ensayar canciones a cuatro voces. El viaje fue de lujo. Nos avisaron de que nuestro vuelo tenía overbooking y nos sentaron en primera clase. No estamos acostumbrados a pedir ron ni entrecot en un avión. ¡Y encima gratis!

Tomamos como cuartel general en la isla la casa de mi amigo Luis Quintana. Allí comenzaron a volar los folios con letras, las guitarras pasaban de mano en mano y las botellas de vino caían una tras otra como moscas. Nada de turismo, había mucho que ensayar.

El día del concierto en el teatro nos esperaba Tere, nuestra agente en Canarias, para preparar la escenografía. Quisimos ponerle al escenario un cierto ambiente de campo de golf para dar sentido al nombre de 4 bajo par. A un lado, césped artificial, y al otro una gigantesca bola de golf, un carro con palos y cuatro gigantescas telas con siluetas de golfistas como fondo. Agotamos las 400 localidades que había. No solemos tener mucha cabida en teatros por su altísimo coste, así que todo era perfecto: un equipo de sonido y luces espectaculares, una escenografía preciosa y todo vendido. Justo antes de la primera canción hicimos piña entre bambalinas como un equipo de fútbol. Abrazos y palabras bonitas tras los días compartidos.

Tengo la gran suerte de que en los pocos viajes que he hecho a esta isla el público ha ido creciendo rápidamente. Allí me tratan mejor que en ninguna otra ciudad. Una vez en el escenario sentí una energía increíble. De un modo natural se creó un contacto muy directo con el público.

Algo imprescindible: lograr el ambiente íntimo de una sala pequeña, aunque actúes en un recinto muy grande. Así todos participan, todos creando, todos artistas. Cantaba Rosendo Tú eres mi artista preferido. No hizo falta insistir mucho, pronto conseguimos ese ambiente que buscábamos. Muchos espectadores cantaron todas las canciones, incluso las inéditas, rieron con las introducciones y estuvieron cariñosísimos. La complicidad fue poco a poco creciendo. Pocas veces había cantado fuera de Madrid para tanta gente y con una recepción así de emocionante.

Luego nos fuimos todos a un bar. Firmas, fotos, brindis y alegría para celebrar el éxito. Llenar un teatro sin ningún apoyo promocional ni discográfico es algo por lo que esteramos eternamente agradecidos. Por lo que dicen, fue el concierto con más público en el teatro de todo el verano, incluso habiendo pasado por su escenario artistas con promoción en radio fórmulas. Estoy contento.

Al día siguiente desperté con resaca física y emocional y tomé pronto el avión a Madrid. Era la final del Mundial y había que verlo en familia. Mereció la pena el viaje y la vuelta: campeones del Mundo.

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