Este artículo se publicó hace 13 años.
El último crimen de la cámara oscura
Thomas Bachler desembarca en España con un proyecto que invita a disparar una pistola contra una caja de luz
Antes de disparar y cometer el crimen, no olvide sonreír: esto es un autorretrato. A partir de mañana, y a lo largo de una semana, el fotógrafo alemán Thomas Bachler armará un peculiar tiroteo en La Casa Encendida de Madrid. El visitante podrá disparar, con una pistola de aire comprimido, a la caja oscura que Bachler ha preparado para que, una vez que reciba el impacto (y se abra de este modo el agujero-obturador), la imagen quede congelada sobre el negativo con el impacto del disparo en él. Photoshooting lo llama. Disparar una foto nunca fue tan literal.
Bachler nos pone de esta manera frente a una fotografía primitiva, que nos recuerda que para fotografiar sólo hace falta un recipiente cualquiera y papel fotosensible, pero también nos enfrenta con una verdad difícilmente refutable: "El acto fotográfico es violento. La persona retratada es de alguna manera un muerto. Nunca volverá a ser como fue".
Bachler pone al espectador frente a la violencia del acto fotográfico
Photoshooting es complemento y eco del trabajo que presenta por primera vez en España. Escenas de un crimen consiste en una serie de imágenes captadas en blanco y negro donde el artista da la vuelta a la tradición forense desde la fotografía estenopeica. Armado de una pistola y una caja con papel fotográfico en su interior, Bachler recorrió parques, aparcamientos y calles vacías, y allí disparó a la caja generando imágenes borrosas de una extraña violencia: un banco solitario en un parque recibe el impacto de la luz, una puerta semiabierta, el suelo de un triste aparcamiento. "Debía ser rápido porque está prohibido disparar en la calle. Esto no es EEUU", dice, riendo, el alemán. "Se dio una convivencia curiosa entre el artista y el criminal", apuntó, mientras recorría su exposición junto a Público.
Bachler lleva desde los primeros años ochenta trabajando con esas cámaras llamadas estenopeicas, que no son otra cosa que el ADN de la fotografía: una caja oscura a la que se le hace un agujero para que entre la luz y plasme en el papel negativo una imagen. "Me interesa la técnica estenopeica porque me permite tener control creativo desde el principio. Hago con mis manos la cámara que voy a necesitar para cada concepto artístico. Eso me da una libertad enorme", explica alguien que ha llegado a transformar un camión en una cámara gigante en movimiento. Sin embargo, Bachler prefiere no alinearse con otros artistas que trabajan con las cámaras oscuras para meditar sobre el tiempo, como hace el israelí Ilan Wolf. "No me interesa ese discurso. Para mí la estenopeica es sólo una técnica, que me sirve para desarrollar un concepto artístico concreto. De hecho, pienso que hoy, dada la saturación de imágenes, los artistas deben ser más estrictos que nunca con los conceptos de sus obras. Al artista se le debe exigir rigor", asegura.
En la búsqueda, Bachler llegó incluso a transformar su cuerpo en una cámara, convirtiendo su boca en cámara oscura y sus labios en el obturador. "Me convertí en artista, retratado y cámara". Y disparó.
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