Este artículo se publicó hace 14 años.
Cuando las crisis son de identidad
Amin Maalouf, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010
Cuando a principios de junio le preguntaron Amin Maalouf qué pensaba hacer tras conocer que le habían concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, el libanés aseguró que pensaba retirarse a la Bretaña para escribir una novela. Recién llegado a Oviedo, donde mañana recibirá el galardón, sigue con aquella novela a medias: "Estoy tardando más de lo que esperaba y supongo que la terminaré el año que viene. Es un libro voluminoso", contó ayer a Público.
A pesar de que el árabe es su lengua materna, esta novela en marcha, como todas las suyas, la escribe en francés. "Si me da tiempo, debería escribir un libro en árabe y otro en inglés, por respeto a estos dos idiomas tan importantes para mí", explica el autor de Identidades asesinas, nacido en Beirut en 1949 y exiliado en Francia desde 1978 por culpa de la guerra civil de su país. Treinta y dos años después, sigue sin confiar demasiado en que se pueda conseguir la paz en Oriente Próximo: "Teóricamente es posible, pero temo que no estamos yendo en esa dirección. Incluso tengo la sensación de que las perspectivas de paz están hoy más alejadas que nunca".
Puentes abandonadosEl jurado que le concedió el premió valoró la forma en la que Maalouf intenta construir puentes para la convivencia entre culturas a través de la literatura. Medidas como la expulsión de los gitanos rumanos por parte del Gobierno Sarkozy, sin embargo, no le invitan al optimismo. "Desgraciadamente, no estamos progresando absolutamente nada en este tema. Ni en Oriente Próximo ni tampoco en Europa. Está claro que no se pueden comparar las dos situaciones. En Oriente Próximo hay conflictos muy violentos y sangrientos que envenenan la atmósfera mundial. En Europa, el problema es menos grave, pero sí se plantea qué tipo de sociedad queremos tener", explica.
Las últimas declaraciones de la canciller alemana, Angela Merkel, reflejan según él esa desorientación. "Hemos oído a la señora Merkel afirmar hace poco que nuestro modelo [de integración de los inmigrantes] ha fracasado, y creo que ha verbalizado algo que mucha gente piensa. Hemos constatado que son cuestiones que no sabemos gestionar. Habrá que reflexionar mucho para encontrar una solución a estos conflictos."
Para Maalouf, la integración de Turquía en la Unión Europea, de la que Francia, es uno de los detractores, es uno de esos ejemplos de mala gestión. "Francia está equivocada. Es un tema importante que se debe regular de forma tranquila. No se puede plantear la adhesión de Turquía como la de Islandia. Es algo que debe hacerse de forma paulatina". Lo que no significa que haya que dar ningún portazo. "Esa actitud, que consiste en decir que no y en cerrar la puerta, para mí es irresponsable", subraya.
Los convulsos días que vive Francia los sigue desde lejos. "He estado fuera bastante tiempo últimamente", dice. Aunque para el autor de León el africano, el malestar por la jubilación no es un hecho aislado. "Hay un malestar general que está vinculado también a la crisis y a una falta de confianza hacia los dirigentes políticos. Hay una serie de malestares que se conjugan para crear esta situación volátil", afirma.
El libanés Amin Maalouf, cuando a principios de junio le preguntaron qué pensaba hacer tras conocer que le habían concedido el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, dijo que pensaba retirarse a la Bretaña para escribir una novela. Recién llegado a Oviedo, donde mañana recibirá el galardón, con la novela a medias: "estoy tardando más de lo que esperaba y supongo que la terminaré el año que viene. Es una novela voluminosa", contó a Público.
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