Este artículo se publicó hace 16 años.
D'Agata: este fotógrafo no es un visitante
El artista de Magnum inaugura una muestra en el Mar de Músicas de Murcia
Pide kas limón pero le sabe demasiado amargo. Sin dormir, con los brazos marcados, Antoine D'Agata (Marsella, 1961), camina por Madrid con una cojera a modo de cicatriz. La noche del miércoles se le convirtió en jueves y, en esas, se le fueron cinco carretes de fotografía. Él, el fotógrafo desarraigado de la agencia Magnum que ha registrado su vida al límite en los bajos fondos de medio mundo, no sacó ni una sola foto. "Cada vez más, le doy la cámara a la gente para que fotografíe, para que fije lo que estamos experimentando", admite.
En todas, eso sí, sale él. Desde aquellas primeras fotos de los años noventa a las pocas que ha podido hacer paralizado por el Ice en Camboya hace semanas, D'Agata está. Difuminado, distorsionado, pero ahí. "Para fotografiar no necesito ver sino estar. Para mí, la fotografía es el único medio artístico que necesita la presencia y la implicación del artista en el contexto. Creo que hay que empujar esa particularidad hasta el extremo".
Ni en su fotografía ni en su vida cabe la precaución. No planea sus fotos: "El pensamiento mata a la fotografía". Y lo dice frágil y disperso.
D'Agata inaugura hoy una exposición antes no vista en España. Son alrededor de 300 fotografías que muestran su trabajo desde sus primeras series Mala noche y Mala muerte a Insomnia -"una época en que vivía en Francia y tenía menos libertad"-, y Stigma, "donde volví a una mayor crudeza".
Ahora bien, lo suyo, aclara, no es un diario íntimo, tampoco fotoperiodismo. "Lo que hago es posicionarme en el mundo. Si aparezco en mis fotos no es por narcisismo, sino por experimentar esa experiencia violenta con el mundo. Y contrariamente a lafotografía más conceptual, la mía es una fotografía que te fuerza a contar el mundo". Uno de prostitutas, de marginalidad, de drogas, noche y olor a muerte, donde descubre la belleza en la sordidez, en el horror.
¿Una actitud política? "Desde los 16 años he vivido fuera del sistema. Es la manera que conozco. Tampoco digo que esté totalmentefuera de él, no soy ni puro, ni inocente, pero intento empujar mi espacio de libertad lo más posible. Cada vez que una foto se sale de la norma es una pequeña piedra en contra del vidrio".
A media luzSuele poner luz muy baja porque así "la gente se siente como buscando". Se encuentra cómodo en esa situación en que el fotógrafo tiene que luchar con la luz para conseguir lo que desea porque no es algo que tomas sin más, "tienes que luchar".
Figuras desnudas, aunque estén vestidas, perdidas, difuminadas, existencias que aparecen borrosas. D'Agata deambula por espacios físicos y emocionales extremos en sus fotografías y en su película, rodada en prostíbulos de Japón, Aka Ana.
El sexo, las drogas. La búsqueda del éxtasis, sexual y narcótico, de la autodestrucción, también. No por puro hedonismo, sino por rastrear el miedo. "Cuando pierdo el miedo lo provoco. Es el signo de que algo está pasando, de que estás en un territorio en que hay algo por lo que luchar. Si no hay miedo es que no arriesgo, si no arriesgo es que no vale la pena".
De Murcia se irá a Marsella a romper la regla: pasar más de 10 días en un mismo lugar. Lo hace por sus cuatro hijas, que pronto saldrán en la revista M de Magnumen una serie que pregunta qué les da miedo a los diferentes fotógrafos de la agencia. A él, se lo provoca la imagen en que aparece con su hija de un año en brazos: "Estoy mucho más perdido que ella". Eso no le va a parar. Va a seguir buscándolo.
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