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Mientras dure la guerra Alejandro Amenábar: "No estoy a la misma distancia de Unamuno que de Franco, pero quería ser justo y no cargar las tintas"

El cineasta, tras su paso por el Festival de San Sebastián, estrena 'Mientras dure la guerra', donde recupera el enfrentamiento público de Unamuno y Millán-Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Karra Elejalde y Eduard Fernández son los protagonistas.

Alejandro Amenábar, firmando el libro de honor de la Universidad de Salamanca. EFE/J.M.GARCÍA

La ultraderecha ya se ha manifestado. Han dicho de él que es “biológicamente violento”, que el tráiler de su película “atenta contra los menores”, que devuelva la subvención al ministerio… La reacción de la izquierda, tal vez más sosegada y menos dispuesta a elaborar juicios antes de ver la película, llegará ahora con el estreno.

Alejandro Amenábar, que ha participado en la competición en el 67 Festival de San Sebastián con Mientras dure la guerra, recupera desde una premeditada mesura el episodio del enfrentamiento de Unamuno y Millán-Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y con él, la rivalidad entre las dos Españas “He escrito en conciencia, sin querer ofender a nadie”..

Ese anhelo del cineasta de “ser justo” ha provocado en el certamen donostiarra reacciones a favor y otras, bastantes más, en contra. ¿Qué significa ser justo cuando en un lado hay miles de muertos? ¿Es justicia mostrar la faceta humana de Franco más subrayada que la de asesino?

Con Karra Elejalde en el papel de Unamuno y Eduard Fernández, soberbio, como siempre, interpretando a Millán-Astray, la película se desarrolla en el verano-otoño de 1936. Tras el apoyo público a los militares que se alzaron contra la República, el intelectual comprendió la auténtica barbarie de los sublevados y en un arriesgadísimo acto de coraje se enfrentó públicamente al fundador de la legión, a Franco y a todos sus secuaces. La respuesta a su famoso “Vencer no es convencer” fue el siniestro grito de los legionarios: “¡Mueran los intelectuales traidores!”

Con la película, Amenábar vuelve a rodar en España, aunque asegura que se trata de una circunstancia “coyuntural”. “A mí lo que me guían son las historias. Yo no conocía el episodio de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y al descubrirlo, empecé a rascar y a investigar. Allí había una muy buena historia”. Un gran relato que él, con el coguionista Alejandro Hernández, ha manejado desde una intencionada moderación que podría resultar bastante temeraria en la España de bandos de este 2019.

Karra Elejalde es Unamuno en la película

Karra Elejalde es Unamuno en la película

Hay cierta contención en el retrato de las dos Españas de la película, ¿eso quiere decir que con ella tiene intención conciliadora?  

No quería forzar nada para facilitar una lectura contemporánea. Al investigar descubrí que Unamuno fue uno de los ponentes del Estatuto de Catalunya, padre de la República y uno de los primeros en desencantarse de ella. Tengo la sensación de que España en esa época fue una especie de campo de ensayo de la II Guerra Mundial. Y, desde luego, ya lo entendí haciendo Ágora, la historia siempre se repite. Ahora vuelven los extremismos y los políticos radicales, y en este contexto yo sigo creyendo que me parece muy sano discutir las cosas evitando los baños de sangre. Debemos asumir que en una democracia es lógico que otros piensen y voten distinto que tú.

Unamuno y su colega Salvador Vila lo hacían. 

Sí, por eso esa escena de discusión política entre ambos. Querría que se identificaran las dos Españas.

Ha sido muy mesurado retratando a los dos bandos de la España de 1936, ¿es consciente de que parte de la izquierda se le va a echar encima?

Bueno. Primero, la película no es equidistante, yo no estoy a la misma distancia de Unamuno que de Franco, ni mucho menos. Pero quería ser justo y, sobre todo, no cargar las tintas. Buscaba respeto también para el otro lado, no tenía ninguna intención de reírme de Franco, sino de entrar en su psicología. Por otro lado, yo soy optimista y siempre busco una posición que me acerque al de enfrente, y no por buenismo, es una actitud pragmática. 

Pero las dos Españas siguen existiendo y…

Sí es frustrante, además, ver cómo las fuerzas políticas no logran un entendimiento. Es la eterna rivalidad.

¿Es esa rivalidad la que nos lleva a nuevas elecciones?

Cuando apareció en España esta política multicolor, parecía que era aire fresco, pero es una vuelta a lo mismo. A mí me resulta igual de frustrante que Podemos no condene la lamentable dictadura de Maduro o que Ciudadanos abra la puerta a un partido como Vox.

¿Y en la calle lo ve?

"El rebrote de los fascismos no pasa solo en España, también hay dos Francias y dos Inglaterras y dos EE.UU"

El otro día en la calle una señora me paró y me dijo que retratara en la película a Franco como era, “un asesino”. Y poco después, un señor me soltó: “Cuidado con mi Franco”. Por eso he escrito en conciencia, sin querer ofender a nadie. Cuando no había fiabilidad total, no lo he mostrado, pero sí he mostrado muertos en la película, porque los había en las cunetas. Soy así, tengo sentido de la responsabilidad. Ya he contado que cuando saco al perro me encuentro con dos jubilados con sus perros y les veo discutir todos los días.

Los ánimos están caldeados y ellos muchas veces repiten lo que dicen los políticos. Todos somos responsables, los medios de comunicación, también. Pero debo decir que otras veces tengo la sensación de que en realidad no es para tanto y que lo que pasa es que esos otros están cargando las tintas. 

Bueno, el rebrote de los fascismos no es exagerado, ¿no?

Eduard Fernández interpreta a Millán Astray

Eduard Fernández interpreta a Millán Astray

No y no pasa solo en España, también hay dos Francias y dos Inglaterras y dos EE.UU. A mí me preocupa mucho lo que tiene que ver con el fascismo, que parecía que estaba muerto y enterrado. Mira, EE.UU. libró a medio planeta del fascismo y ahora Trump me recuerda a los fascistas de otra época.

Volviendo al discurso de Unamuno en el Paraninfo, muchos de los que conocen el episodio creen que lo que escribió Luis Portillo en la revista ‘Horizons’ es lo que sucedió al pie de la letra. ¿Qué van a decir cuando vean la película? 

Para la secuencia del discurso lo hemos leído todo, por supuesto, en la película no está la reproducción exacta de lo que se dijo ni la mención que hizo Unamuno a José Rizal, que fue lo que de verdad cabreó a Millán-Astray, porque entonces hubiera tenido que explicar la independencia de Filipinas, el espectador de hoy no lo hubiera entendido. Pero es cierto que Unamuno la lió bastante parda y negarlo sería irresponsable e injusto. Las palabras de “venceréis, pero no convenceréis” las dijo, pero parece que no exactamente así. Y Millán-Astray no gritó “¡Viva la muerte!”, eso lo gritó un legionario que había en la sala. En realidad, parece que gritó “¡mueran los intelectuales traidores!”

Ahora que menciona a los legionarios, ¿sigue cargando contra usted la Plataforma Patriótica Millán-Astray?

Sí. Yo les invitaría a que fueran a ver la película. Millán-Astray era un showman, pasaba por todo menos desapercibido, tenía un temperamento volcánico, pero no era ningún tonto.

¿Y Franco? En la película es un tipo calmado y amable con su familia.

"Es cierto que Unamuno la lió bastante parda y negarlo sería irresponsable e injusto"

Había una escena de Franco hablando en inglés, que lo hablaba muy mal. Testando la película con grupos se percibió que me reía de él, así que lo quité. Es un personaje que me ha resultado muy interesante, porque hay distintos Francos, el que tenemos en la cabeza, el Franco entelequia… Había que acotar el personaje.

Franco era un hombre astuto y sin las maneras fascistas de Hitler y Mussolini. Al mostrar la película a grupos nos dimos cuenta de que era en los extremos donde estaban las reacciones más negativas.

La película habla de varias cosas, ¿alguna le interesa más?

Más que de ideologías o prejuicios, creo que apela a algo más. Habla de la identidad, las banderas, los himnos… En este país tenemos una especie de orfandad de identidad. Por eso la película empieza y termina con una bandera bien grande.

 También reivindica el derecho a dudar ¿no?

Sí. La contradicción me resulta muy atractiva, creo que en la vida es la duda la que te hace humano y te permite crecer, porque accedes a más información. Unamuno se contradijo a sí mismo, dudó, y eso me parece conmovedor, sobre todo porque lo hizo en el momento más inoportuno. Y me pregunto yo qué haría, ¿daría la cara como él?

Usted es una figura pública, ¿diría cosas que nadie se atrevería a decir hoy?

No lo sé, solo sé que el cine es mi mejor manera para expresarme.

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