Este artículo se publicó hace 14 años.
Todo empezó el día que lo atropelló un taxi
Cualquiera que haya vivido un periodo de convalecencia en un hospital sabe que el tiempo pasa tan despacio como rápido circulan los pensamientos por la cabeza. De esta guisa se encontraba Brian Eno en 1974: lo había atropellado un taxi en Londres. Tumbado en su cama, intentaba escuchar un álbum de arpa clásica, pero el volumen estaba demasiado bajo y no podía levantarse hasta el tocadiscos.
La primera sensación fue de frustración, pero se fue transformando poco a poco en intensa sorpresa. Aquel sonido casi inaudible, que parecía proceder de un lugar situado a kilómetros de distancia, comenzó a mezclarse con las voces de las gente en el pasillo, con el viento azotando la ventana y la lluvia golpeando abajo en la calle. Eno se quedó extasiado ante el espectáculo sonoro que estaba ocurriendo en aquella habitación, con él como único espectador.
Ese día decidió que quería grabar un disco que reprodujera aquella epifanía. Así creó el concepto de música ambient, que materializaría en la década de los setenta en discos como Discreet Music, Music for Airportso The Plateaux of Mirror.
Suena a cineSeguramente han escuchado a algún crítico musical decir de un disco que "parece la banda sonora de una película". Pues bien, Brian Eno es lo que hizo en Music for Films: creó paisajes sonoros en los que jugaba con los conceptos del tiempo y el espacio.
Su interés siempre estuvo orientado hacia la experimentación con el sonido que hacia la canción pop, lo que no deja de ser curioso, ya que redondeó el sonido superventas de U2 (fue su productor a partir de The Unforgettable Fire) y, ya en la actualidad, de Coldplay.
La obsesión de Brian Eno con la vanguardia y la experimentación le viene desde los años sesenta, cuando ya le fascinaba el trabajo de músicos conceptuales como John Cage, Lamonte Young o SteveReich. También quedó fascinado por el krautrock alemán, desde los primeros discos de Kraftwerk hasta Neu! o Can, integrados por músicos inquietos como él con los que acabaría colaborando en diversos proyectos.
Pero es en sus contactos con el pop, ya sea en sus discos en solitario, con RoxyMusic o colaborando con David Bowie o Talking Heads, donde su trabajo se vuelve especialmente trascendente. Basta con escuchar un tema como Here Comes the Warm Jets, de 1974, para percatarse de que detrás de esa distorsión gorda, esos filtros de ruido y ese mullido desorden, estaba un creador que iba a enriquecer la música popular como pocos lo han hecho.
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