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Entrevista a Vetusta Morla "Queríamos abrazar las contradicciones que nos rodean y lo hemos conseguido"

La banda Vetusta Morla regresa con 'Mismo sitio, distinto lugar', un disco más introspectivo y abierto a la experimentación.

Los componentes del grupo madrileño Vetusta Morla.- EFE

Ocurre a veces. Por lo general de forma inesperada. Puede ser un retrovisor, el espejo del baño o una mirada ajena. Sucede que de su reflejo no siempre salimos airosos, lo que proyectamos puede resultar decepcionante, cuando no directamente un fraude. Se viene entonces la catarsis, el desajuste —a veces incluso el quejido—. Vetusta Morla estuvieron ahí. Desconocemos cuándo. Pudo ser alguna de aquellas tres noches en las que lograron reunir a quince mil almas en el Palacio de los Deportes de Madrid cuando La Deriva tocaba a su fin. Quizá después, durante la digestión del bullicio. El reconocimiento —aseguran los dichosos que cataron sus mieles— tiene estas cosas.

Mismo sitio, distinto lugar, su último trabajo discográfico, surge de ese desencuentro, de ese querer reinventarse como única vía para poder seguir creando con honestidad. “Cuando las cosas suceden y estás en un punto que no habías imaginado no siempre estás preparado para ello, tienes que reacoplarte, rehacer tu identidad, el modo en que te comunicas con unos y otros”, explica Juanma Latorre, guitarrista de la banda. Un Punto sin retorno al que los Vetusta se entregan sin miramientos conscientes de que era el raíl lo que les pesaba y no tanto la dirección. “Tratamos de renovar constantemente nuestro compromiso con la ilusión y vimos que la mejor forma de mantenerla era cambiar nuestros procesos”.

"Tratamos de renovar constantemente nuestro compromiso con la ilusión"

Unos procesos que les llevaron a lo más alto del indiestream patrio pero que, al mismo tiempo, terminaron por coartar sus anhelos creativos. La banda pedía a gritos un golpe de timón: “Soy lo que ves, solo el principio, busco las riendas de un nuevo corcel”, canta Pucho en Deséame suerte, corte que abre el disco y sirve de carta de presentación de lo que se viene. En palabras de Latorre, “todo lo vivido como banda a lo largo de estos últimos años no se había reflejado en la música que hacemos de un modo tan patente como ahora”. La clave, más allá de un cancionero que se mira hacia dentro, atento a pérdidas y renuncias varias, la encontramos en el cómo, en ese volantazo que los de Tres Cantos han dado a su modo de grabar, mucho más abierto a la experimentación.

“Nos dimos cuenta de que una de nuestras virtudes principales se podía convertir también en limitación a la hora de componer. Somos una banda de directo, de eso no hay duda, pero si todo ha de sonar tal cual había herramientas que no podíamos utilizar”. En efecto, la fidelidad al directo puede derivar en una suerte de losa que va en detrimento de las posibilidades creativas que otorga el estudio. Una baza que esta vez han tratado de exprimir al máximo: “Queríamos utilizar el estudio como una herramienta de expresión más, cada canción pasó a convertirse en un universo en sí mismo, prescindiendo de que tuviera que sonar bien en directo”.

"Queríamos utilizar el estudio como una herramienta de expresión más"

Y en ese intento por romper con inercias adquiridas, los Vetusta han echado mano en la producción de Campi Campón, nombre vinculado a artistas como Jorge Drexler, Natalia Lafourcade o Marlango, y con las mezclas de Dave Fridmann, ex bajista de Mercury Rev con un ilustre historial a los mandos; bandas como The Flaming Lips, MGMT o Tame Impala han contado con sus servicios. El objetivo no era otro que salir de su zona de confort, hacer borrón y cuenta nueva y olvidarse de rutinas preestablecidas. “Más que referentes estéticos —explica Latorre—, lo que hemos buscado es fijarnos en discos que han supuesto la refundación para ciertos artistas, nos interesaba ver cómo han acometido esas rupturas de querencias e impulsos que formaban parte de la identidad de dichos autores”.

En ese sentido, discos seminales como Kid A de Radiohead, Revolver de The Beatles o Third de Portishead han servido de carburante para pergeñar Mismo sitio, distinto lugar. Un influjo que recorre el disco y que va más allá de una determinada estética sonora, dejando su impronta en la actitud, en esa capacidad que tuvieron dichos músicos de romper con una determinada trayectoria dada. “Apenas hablamos de una sonoridad específica a la hora de encarar el proceso, cada uno puso sobre la mesa sus influencias particulares, lo importante era cómo romper una dinámica que nos constreñía y, desde mi punto de vista, estos discos supieron hacerlo”.

Y así es como la exitosa deriva ha desembocado en un lugar incierto, también para la banda. Un lugar autoimpuesto a base de un sano ejercicio de libertad creativa. “Queríamos abrazar las contradicciones que nos rodean y lo hemos conseguido”, apunta Latorre. “Sea o no el final, quítame el disfraz, y salva de la ruina nuestro hogar”, entona Pucho hacia el final del disco. Objetivo cumplido; Vetusta Morla soltaron amarras y, por el momento, parece que se han salvado.

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