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Éxito de ventas, fracaso científico

 

 

AINHOA IRIBERRI

Michael Crichton consiguió en 2004 ganarse la condena unánime de los ecologistas. Más allá de la calidad literaria de sus novelas, los defensores del ecologismo protestaron contra la postura exhibida con respecto al cambio climático por uno de los autores más vendidos .

En su penúltima novela, Estado de Miedo, Crichton describía como grupos eco-terroristas provocaban catástrofes medioambientales para culpar al gobierno de EEUU del calentamiento global. En resumen, las víctimas pasaban a ser verdugos.

Aunque se trataba de una ficción, la novela levantó ampollas entre ecologistas y científicos, sobre todo porque en la importante campaña promocional el autor no abandonó la ambigüedad y cuestionó públicamente el papel del hombre en el aumento de las temperaturas.

Para él, su percepción no atentaba, ni mucho menos, contra el ecologismo él se definió a sí mismo como ecologista en numerosas entrevistas sino contra el estado de miedo creado por las opiniones vertidas de forma global al respecto, las que sostienen que es responsable la acción humana y, en concreto, el aumento de emisiones de CO2.

Sin negar la evidencia científica con respecto a este último punto, el escritor fallecido ayer consideraba que dicho factor no era sino uno entre los muchos relacionados con el calentamiento global. También acusó a los pilares del consenso entre ellos al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, de basar su catastrofismo en predicciones no demostradas científicamente.

La novela de Crichton se llegó a comparar con la obra del danés Bjørn Lomborg, autor de El ecologista escéptico y abanderado de la duda frente a las tesis oficiales sobre el cambio climático.

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