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"El exterminio de las focas no es comparable con el de la inteligencia"

El escritor barcelonés Félix de Azúa publica 'Autobiografía de papel', una lectura, personal y contundente, de la literatura a lo largo del siglo XX

El escritor barcelonés FéliX de Azúa.- JAIRO VARGAS

J. LOSA

Desde que publicara su primer libro de poesía Cepo para nutria en 1968, Félix de Azúa (Barcelona, 1944) ha desarrollado una incansable labor literaria como novelista, crítico y ensayista. En Autobiografía de papel (Mondadori), su más reciente publicación, Azúa revisita sus distintas edades literarias, lo que le permite construir una lectura, personal y contundente, de la literatura a lo largo del siglo XX. De los grandes maestros literarios a las movilizaciones sociales pasando por la ley Wert, poco o nada se escapa a la mirada analítica de Azúa.

Sostiene en el libro que la publicidad tiene más importancia que la crítica a la hora de vender libros. ¿Es el mercado el que vela ahora por el arte literario? ¿Qué consecuencias puede tener esto en la literatura?

La verdad es que yo creo que van en paralelo, la propia industria editorial crea sus mecanismos, es decir, es un conglomerado en el que parece que las cosas sean independientes pero en realidad están reunidas. La crítica, los comentarios que aparecen en los periódicos, radios y televisiones -que son complejos en los que están también las editoriales-, ahora todo es un conglomerado, de manera que por un lado tenemos que la crítica habitual, la crítica profesional, ha perdido muchísimo interés porque todo el mundo sabe que cada órgano va a defender sus propios productos.

Una de las cosas curiosas e interesantes de la situación actual es que a través de la función pública es imposible saber si la obra es seria o no es seria. Antes, y cuando digo antes me refiero a cuando yo era pequeño, el tratamiento era completamente distinto si hablaban de un libro de Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Benet, Julien Gracq o Giorgio Manganelli que si hablan de libros como los de Julia Navarro o los de templarios. Entonces era clarísima la diferencia, en cambio, ahora es imposible, yo mismo que soy un profesional muchas veces cuando empieza una campaña tardo unos días en saber si eso que me están diciendo es un obra realmente literaria o es otro producto mercantil.

También explica en este libro que la gente de su generación aún tuvo la suerte de aprender con maestros, en concreto se refiere a Juan Benet. ¿Qué enseñanza de Benet considera la más importante?

"Me da la impresión de que ya la literatura está en trance de acabamiento"

Lo que uno aprendía de Benet no era exactamente a leer determinadas cosas y no otras o a escribir de una determinada manera, ni muchísimo menos, lo que nos fascinaba de Benet era su honestidad. Se trata más bien de una enseñanza moral, te enseña a ser un escritor, no te dice cómo has de escribir sino que te dice cómo has de comportarte si quieres ser un escritor. En el caso de Benet, él era descarado, impertinente, insumiso, educadísimo, cortés, cultísimo, chistoso, generoso, una serie de actitudes que heredamos como un modelo moral de escritor, es eso lo que ha desparecido.

Hubo también otros modelos de escritores, en torno a la figura de Camilo José Cela, por ejemplo. Supongo que lo que les gustaba de Cela no era exactamente cómo escribía, que también, eso es obligado, lo que les gustaba era que era soez, maleducado, grosero, que se iba de putas, en definitiva, el personaje, la conducta moral.

Después de 30 años de postmodernidad, ¿en qué momento literario nos encontramos?

El escritor barcelonés Féliz de Azúa.-JAIRO VARGAS

Me da la impresión de que ya la literatura está en trance de acabamiento. Quedan muy pocos literatos, cada vez hay más escritores y cada vez tienen más éxito, cada vez se lee más y se venden más libros pero no son libros literarios, son libros industriales o artesanales. Lo propiamente literario, la escritura literaria, se va acabando. Cuando era joven en cada país europeo había treinta nombres literarios, ahora, en cambio, quedan apenas uno o dos por país.

En Francia, por ejemplo, citaría a Echenoz y Houllebecq como los únicos que todavía trabajan la prosa artísticamente, no con una finalidad clientelar, sino dando importancia sobre todo al material, que a fin de cuentas son las palabras. Son autores que utilizan las palabras con mucho cuidado, de un modo elegante, ese es el toque de la artesanía. Dentro del ámbito del español citaría a Mario Vargas, Rulfo, Benet, Ferlosio, su obra es arte pues el arte necesita una vida entera para él y sin compensaciones económicas, eso es importantísimo, por eso es lógico que la gente joven ya no lo trabaje y se irá extinguiendo inevitablemente.

¿Qué entiende por obra literaria?

"No basta con hacer arte, el arte puede ser bueno o malo"

Es literario aquello en lo que lo principal es el juego lingüístico, no todo lo demás; ni el argumento, ni el tema, ni los personajes, ni el suspense, ni el interés, ni la gracia, solo el juego lingüístico, puro y simple. Es algo que se puede hacer bien, como Joyce o Woolf, como Marías o Vila-Matas en la actualidad, pero que también se puede hacer mal, hay también literatura artística que es horrenda, no hay quien lea, por ejemplo, el Finnegans Wake de Joyce, creo que fue un fracaso, un error de uno de los escritores más importantes del siglo XX. No basta con hacer arte, el arte puede ser bueno o malo.

¿Por qué cree que la decepción ha sido un tema recurrente en muchos de sus coetáneos?, ¿a qué cree que se debe?

Es una decepción sin la menor sombra de nostalgia o melancolía. Cuando éramos jóvenes y militábamos en partidos de izquierdas porque éramos antifranquistas, no se podía ser de otra cosa, creíamos que la izquierda era una fuerza política que iba a mejorar al ciudadano en un sentido moral y cultural, es decir, le iba a dar una educación de manera que los ciudadanos en 20 o 30 años serían mucho mejores, pero ahí la decepción es absoluta. Lo que se ha hecho en este país con la educación no tiene nombre, la gente se queja mucho de que se mueren las ranas pero no se dan cuenta de lo que ha pasado en este país, la exterminación de las focas no es nada comparado con la exterminación de la inteligencia que se ha producido en este país.

¿Lo dice por su experiencia como profesor?

Sí, he dado 30 años de clase en la universidad, sé cómo llegan los chicos del Bachillerato, es una cosa espantosa y encima cuando hay reformas como la de Wert la primera reacción es no toques nada, no muevas nada. A mí la reforma de Wert me da igual pero que tenía que haber una reforma es evidente. ¿Qué ha pasado al final? Lo de siempre, ha metido la religión y a partir de ese momento para mí la ley está anulada, esta es nuestra historia perpetua y por eso la decepción. En cambio, que haya desaparecido la gran poesía no es una decepción, también en algún momento desapareció el mosaico en el siglo III después de Cristo, las cosas desaparecen y aparecen otras que a mí ya no me van a servir pero que le servirán a mi hija, por ejemplo, ella tendrá que apañárselas con el mundo este que le ha tocado.

Así es como cierra el libro, sin un ápice de nostalgia por ese mundo literario que se desvanece...

"Los partidos políticos son como las comisarias, hay una en cada barrio" Es que la parte importante yo se la enseñaré dado que no se la van a dar en ningún colegio. Si luego le interesa o no ya es otra cosa, intentaré pasarle las riquezas que he conocido porque sé que el mundo no se las va a dar, pero también sé que tendrá que espabilarse en el mundo este que le ha tocado, que no es un mundo mejor que el de mis padres, que no será tampoco mejor o peor que el mío, el mundo empieza siempre cada día y para el que nace ese día será siempre absolutamente nuevo.

Lo que sí es importante es la lucidez, que es lo que le están hurtando a todos estos chavales. La falta de enseñanza lo que implica es que les están robando la capacidad de pensar por su cuenta y sobre todo de ser lúcidos y de saber qué está pasando. Así, de un modo absolutamente fascista, en Cataluña les dicen a los niños que los españoles les roban, que la Guerra Civil fue una invasión de españoles en Cataluña, esa es la educación que se está dando en este país.

Pero lo que viene a decir en el epílogo del libro es algo así como: apañáos como podáis

¿No cree en la figura del intelectual a la hora aportar algo de luz a las nuevas generaciones?

Quizá podría ayudar un poco a salir del marasmo gris, eso es cierto, pero veo muy difícil que yo pudiera darle consejos a alguien joven, como en el libro de Lenin titulado ¿Qué hacer?, escrito por un paranoico totalitario repugnante. A mí me daría mucho miedo que me hicieran caso. El mundo está cambiando a una velocidad tan vertiginosa que decirle a alguien lo que tiene que hacer sería irresponsable, creo que la única posibilidad es dar una descripción exacta de lo que hay y no tener miedo.

"Las huelgas generales y
las manifestaciones son viejos tópicos del siglo XIX"

¿Qué opina de la clase política?

Los partidos políticos son como las comisarias, hay una en cada barrio; y los políticos son como los policías y como la Iglesia antes. La Iglesia tenía unos curas en los pueblos y con eso controlaban a la gente y ahora son los políticos los que hacen esa función. Todos los partidos son iguales, menos los residuales que son muy pequeños y no tienen posibilidad de hacer daño y, por tanto, son los únicos que en este momento se pueden considerar que son benéficos pero en cuanto tengan poder...

¿Sugiere que no hemos de votar?

No, ni mucho menos, has de votar pero sabiendo a qué te atienes y cómo contribuyes al sistema. En cuanto a manifestarse y hacer huelgas, a mí me parece una pérdida de tiempo, creo que son espectáculos que le interesan mucho a los medios. A Felipe González le hicieron dos o tres huelgas generales y no sirvieron. Las huelgas generales, como las manifestaciones, son viejos tópicos del siglo XIX. Lo importante es la lucidez, el análisis exacto de lo que ocurre y, como suelo decir a amigos y alumnos, la conspiración, pero procurando que no llegue a los medios, en el momento en que sales en los medios estás perdido. Por ejemplo, la lucha contra los desahucios era encantadora hasta que de repente sale Verstrynge haciendo el gilipollas y entonces te das cuenta que ya se lo han cargado. No puedes permitir que lo que realmente te interesa se convierta en un espectáculo, no lo puedes permitir, has de luchar contra eso.

En el prólogo de Contra Jeremías expone que "un individualismo radical es la única salida que concibo para las tribulaciones que se avecinan". ¿No cree que ha llegado un momento en el que si cada uno hace la guerra por su lado no se cambia nada?

No va a servir para nada, estoy encantado de que haya toda suerte de manifestaciones y huelgas pero son inútiles. Cuando hablo de un individualismo extremo me refiero a eso, a la conspiración, a ocuparse de uno mismo. Yo tuve una juventud tremendamente política pero cuando la miro con perspectiva me doy cuenta de que no hice más que obedecer, en lugar de obedecer a unos obedecía a otros. Hasta muy tarde no me dediqué a mí mismo y a eso me refiero, conócete a ti mismo, conoce cuáles son tus límites y qué es lo que quieres. En Barcelona, cuando daba clases y decían mis alumnos de ir a una manifestación contra la guerra de Irak, yo respondía: bien, vayamos, pero simultáneamente dejáis las motos y no os gastáis más dinero en gasolina porque si no sois cómplices. Uno tiene que tener la conciencia clara, muchas veces las manifestaciones se hacen por una cuestión de mala conciencia y no por honradez o ética.

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