Este artículo se publicó hace 11 años.
Festivales 'low cost' e imaginación contra la crisis y el IVA
Los principales eventos musicales de la temporada se reinventan para contrarrestar los efectos de la recesión y la subida de impuestos
"Lo de los festivales es como la burbuja inmobiliaria". Con esta frase, pronunciada allá por 2008, el promotor de conciertos más importante de España, Gay Mercader, daba por iniciado el estallido de la burbuja musical. 2008 fue un año que supuso un punto de inflexión, ya no sólo en la economía nacional, sino más concretamente en el inflado negocio de los festivales de música (Consulta la guía interactiva de festivales 2013).
Tras unos años en los que los eventos crecían como setas, el mercado dijo basta. El símbolo de la decadencia fue el Summercase. El festival de música independiente, creado en 2006, cosechó la enemistad de sus competidores a fuerza de competir de manera agresiva y poco realista. Las ofertas fuera de mercado para cazar a grandes artistas a golpe de talonario y la polémica selección de fechas de sus ediciones hicieron caer al gigante con pies de barro. Fue en 2008 cuando el Summercase, lanzando un pulso a uno de los grandes del panorama, hizo coincidir la edición de ese año el mismo fin de semana que el FIB. Tras varios meses de rumores, el Summercase nunca más se volvería a celebrar.
Tras aquellas cenizas surgió un nuevo escenario en el que los patrocinios cobraron si cabe mayor importancia, como en el caso del Rock in Rio, y en el que sólo los grandes como FIB, BBK live, Primavera Sound, Sónar han podido resistir, con mejor o peor suerte, unos años complicados, en los que hasta los grandes festivales internacionales como Glastonbury han tenido serios problemas para dejar en verde sus balances de cuentas.
Buenas cifras en 2013Si tenemos en cuenta los datos de los festivales más importantes que se han celebrado hasta el momento, los datos son esperanzadores. El Primavera Sound, en Barcelona, ha batido su record de público con 170.000 asistentes, 20.000 más que el año pasado. El SOS 4.8, en Murcia, también ha cosechado buenas cifras: 28.000 abonos vendidos y 60.000 asistentes en sus dos días de festival. Sonisphere, uno de los referentes del metal, reunió a 28.000 personas en Madrid y a 25.000 en Barcelona. Según datos oficiales, 61.000 personas fueron cada día al Viña Rock en su edición de 2013 durante las tres jornadas. Tras la edición de este año, el alcalde de Villarrobledo, Valentín Bueno, señaló que otra forma de organizar el festival era posible, después de que las pérdidas acumuladas del festival alcanzaran los 2 millones de euros en solo tres ediciones.
Por su parte, el Sónar, uno de los peces gordos del panorama y toda una referencia europea de la electrónica, da comienzo este jueves en su 20 aniversario en un nuevo recinto que cuenta con 7.500 plazas más y con un presupuesto un 12% mayor. Su nuevo espacio será la Fira de Montjuïc de Barcelona. En los últimos años también han proliferado una serie de festivales que han apostado por un modelo de precios bajos para tratar de atraer a un público sin tantos recursos económicos y consolidarse en un mercado que no deja apenas margen de error. Si sacamos de la tarta a los festivales más importantes, observamos una tendencia hacia un modelo que prima la reducción de gastos a las grandes inversiones y que parece estar dando resultados en citas como Arenal Sound o Low Cost. Las cifras del Primaversa Sound, SOS 4.8, Sonisphere Y Viña Rock de este año son esperanzadoras
No obstante, la situación sigue siendo muy complicada, más si cabe tras el hachazo del Gobierno que supuso la subida del IVA al 21%. El FIB tambalea, aunque garantiza su continuidad, sumido en un concurso de acreedores. En el caso del Dcode festival, que esta semana ha presentado su edición 2013, se ha optado por reducir de dos a uno los días para no duplicar gastos, y potenciar su oferta en una sola jornada. "Nuestro objetivo era mantener los dos días, pero la situación ha cambiado y hemos preferido concentrar el esfuerzo en hacer una contratación de calidad", señalaron en la rueda de prensa los codirectores del festival, Roberto Grima y Ramón Martín. Tras la subida del IVA, algunos festivales decidieron asumir el margen o parte del gasto añadido por miedo a perder a sus fieles, algo que ha restado competitividad en el mercado europeo. Muchos de los artistas internacionales deciden irse a otros países con más margen de inversión. Las bandas españolas han tenido que rebajar sus cachés para que las cuentas sigan saliendo. También han disminuido las ayudas y las subvenciones.
Empezar de cero"El éxito del festival depende, en gran medida, de su cartel y, en ese sentido, sí que se empieza de cero cada año, aunque también es cierto que cuando los proyectos tienen buenos cimientos, como ha sido en nuestro caso, también pasan a convertirse en citas marcadas en rojo en el calendario del público y eso ayuda a contar siempre con una importante base de asistentes", aseguran desde Last Tour Internacional, organizadores de los festivales Sonisphere, Azkena Rock Festival, Bilbao BBK Live, En Vivo, entre otros. "Los sponsors cada vez son más cuidadosos a la hora de elegir los eventos que apoyan"
Desde estas oficinas, responsables de una parte muy importante del negocio de los festivales, se trabaja bajo la premisa del trabajo riguroso, al margen de contexto económico. "La crisis, naturalmente, ha afectado también a las inversiones de los sponsors en los festivales y cada vez son más cuidadosos a la hora de elegir los eventos que apoyan. No obstante, en nuestro caso, hemos ido creciendo de forma positiva en este apartado. Paradójicamente, nuestros records de asistencia en festivales los hemos marcado a partir de 2008: en 2011 en el Azkena Rock Festival y en En Vivo (aunque en 2012, aunque con menor aforo fue la primera vez que el festival agotó todos los bonos) y en 2012 en el Bilbao BBK Live y Sonisphere", explican.
Claves del éxitoEntre los festivales que han soportado con éxito la dura crisis y el estallido de la burbuja se encuentra el Festival de la Guitarra de Córdoba. Se trata de un certamen de características muy diferentes a los mencionados anteriormente, empezando por su tamaño. Desde la organización han visto como disminuían las inversiones privadas, pero eso no ha impedido la posibilidad de confeccionar una buena oferta y registrar una cifra de asistentes más o menos estable. "En mi opinión la virtualidad de este festival es su permanencia en el tiempo, en las mismas fechas y con un esquema muy estructurado de cursos, espectáculos y actividades complementarias que se ha consolidado y que le da un público más o menos fiel", asegura Juan Carlos Limia, director del festival, que incide también en la importancia de confeccionar un cartel atractivo: "Se busca mezclar artistas y conciertos de menor tirón con otros que supongan, a priori, una taquilla solvente. El otro mecanismo es buscar una gran variedad en el conjunto de la propuesta de conciertos y espectáculos, no dejar fuera a ningún segmento de público: guitarra clásica, de blues, de jazz, de rock, flamenca, pop, etc", explica Limia. "El público ha dejado de ir a cuatro conciertos al mes, pero sigue reservando tiempo y dinero para acudir a uno o dos festivales al año"
Otro de los atractivos de los festivales sigue siendo el aliciente turístico. La posibilidad de visitar una ciudad y acudir a un festival coincidiendo con las vacaciones funciona más si cabe en tiempos de crisis. "Posiblemente la crisis haya afectado más a los conciertos que se programan en salas durante el año que a los festivales. El público ha dejado de ir a cuatro conciertos al mes, pero sigue reservando tiempo y dinero para acudir a uno o dos festivales al año. Y en el caso del visitante extranjero, sí que es cierto que combinan vacaciones -visitar la ciudad que acoge el festival- con el festival en sí", reflexionan fuentes de Last Tour.
Además, algunos de los festivales han sumado a su oferta musical otro tipo de actividades, culturales, espacios de debate y reflexión, o propuestas gastronómicas, para hacer más atractiva su oferta. Además, cada vez las organizaciones de los festivales ponen un ojo fuera de nuestras fronteras y confeccionan sus carteles en función del público que viene de otros países.
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