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Los festivales de teatro arrancan bajo mínimos

El descenso en la inversión pública de un 30% obliga a las citas teatrales a reducir su programa y el caché de las compañías

PAULA CORROTO

Adiós a las superproducciones, a la contratación de obras y actores extranjeros y a los espectáculos que apenas se representan durante cinco días. Las Administraciones recortan hasta un 30% las inversiones en los festivales de teatro, como ocurre con el Grec que empieza este fin de semana, Almagro y Mérida a pesar del aumento en el presupuesto total, la subvención para la programación se ha quedado en 1,8 millones de euros. Es la hora de apretarse el cinturón. 'Durante mucho tiempo hemos vivido en una irrealidad. Ahora toca no hacer tanto macromontaje y mirar hacia las producciones pequeñas', señala el director Miguel del Arco, que este año participará en Mérida con un mónologo junto a Carmen Machi, además de llevar a Almagro y Olmedo Clásico La violación de Lucrecia.

El fantasma del navajazo económico ya oteaba los festivales durante los últimos años. En la pasada edición del Festival de Mérida, la compañía griega de Dimitri Yanopoulis dio el portazo tres días antes de la representación de Medea 2 al alegar impago. El caso destapó unas pérdidas del festival de hasta 98.000 euros en 2010 y de 500.000 euros en 2009. Precisamente, ese año, la compañía Animalario denunció al festival por retraso en el pago de su obra Tito Andrónico.

Las compañias han bajado su coste en torno a un 20-30%

Los recortes presupuestarios y las pérdidas provocan un cambio en el modelo de gestión de los festivales. Como señalan las compañías, productoras y los propios directores de estos encuentros, era imposible mantener 'el despilfarro que se ha llevado a cabo en los últimos años', según señala José Recio, de la productora extremeña Planta Baja, que esta edición inaugura Mérida con Antígona, dirigida por Helena Pimenta. Nada que ver con el boato griego del año pasado.

Los cambios en la gestión se han notado en varios frentes. Uno de ellos es la programación, que se ha quedado bajo mínimos en algunos casos. En Mérida, que este año dirige por primera vez la actriz Blanca Portillo, se ha pasado de montar una media de siete u ocho espectáculos a sólo cuatro. Y de las casi 70 funciones que se han representado habitualmente, este año apenas sobrepasan las 50. En el Grec, esta edición mantiene las 60 funciones habituales, aunque han desaparecido algunos espectáculos como los conciertos en la plaza del Rei. El Festival de Teatro Clásico de Cáceres ha visto mermado su presupuesto en 100.000 euros de 300.000 se ha quedado en 205.000 y también ha reducido las funciones en uno de los escenarios. Además, para sobrevivir, según Pedro Timón, director de este festival, 'este año hemos echado mano de pequeños patrocinadores como restaurantes y hoteles de la localidad', dice. El mismo modelo que, como confirma el codirector Benjamín Sevilla, se ha ejecutado en Olmedo.

El Festival de Mérida programará este año sólo cuatro obras

Otra de las fórmulas con las que se pretenden paliar los bajos presupuestos es reducir al máximo las producciones extranjeras este año, Mérida carece de compañías foráneasy aumentar las coproducciones. Este es el modelo que maneja el Grec de Barcelona. 'Los recortes no se notan, pero están ahí. Para no bajar la calidad, hemos avanzado en las coproducciones con otros teatros y festivales', señala Ricardo Szwarcer, director de esta cita teatral. La coproducción implica un acuerdo entre dos productoras que se reparten gastos y beneficios de una obra. Este año, el festival ha llegado a las 54 coproducciones 'Es cierto que ganas menos, pero también te gastas la mitad', afirma el productor José Recio.

A pesar de esta fórmula, Szwarcer no esconde que es una temporada difícil. 'En cuanto llegó CiU a la Generalitat tras las elecciones, a la bajada del 15% que ya teníamos del Ayuntamiento de Barcelona, se sumó otro 5-10 % de la Generalitat. Tuvimos que reorganizarlo todo', sostiene.

«Si antes hacíamos 40 bolos, ahora son ocho y gracias», dice Carme Portaceli

Esta reducción toma cuerpo en compañías como la de Oriol Broggi, La Perla 29, que el próximo miércoles estrena Luces de Bohemia en la Biblioteca de Catalunya. La austeridad al final también tiene sus víctimas. 'Este es un proyecto que ha estado a punto de no salir por falta de dinero. Cuando negociábamos con el Grec, ya sabíamos que había recortes por todas partes', señala el director catalán a este periódico. Además, en su caso, la Perla 29 tuvo que avanzar parte del dinero para poder estrenar en el Grec. 'Nosotros nos jugamos el dinero en cada estreno. Normalmente si un espectáculo te cuesta diez, el festival suele ponerte uno y el resto lo tienes que avanzar tú. Y cada vez es más difícil', añade Broggi.

La directora Carme Portaceli, que el 12 de julio estrena en el Romea dentro del Grec La nostre classe, de Tadeusz Slobodzianek, también reconoce que 'cada vez hay menos dinero para el teatro. En nuestro caso porque a Ricardo [Szwarcer] le gustó mucho el texto, pero la situación es gravísima. Nosotros lo notamos mucho en las giras. Si antes hacías 40 bolos, ahora te salen ocho y gracias', señala la directora.

Ante esta tesitura, muchas compañías también han reducido sus cachés. Como confirma Pedro Timón, ahora se contratan elencos con menos actores y las compañías 'han reducido sus cachés entre un 20 % y un 30%'.

Compañías más baratas y ciclos teatrales más económicos. Entre los ejemplos, los monólogos del Festival de Mérida que se componen únicamente de un director y un actor. 'Es una forma de echarle imaginación con estos presupuestos que ahora barajamos', confirma el productor Fernando Ramos, de la productora extremeña Versus.

También en el Festival de Almagro se ha optado por esta fórmula. Es el caso de la creación de Almagro Off, con compañías jóvenes y locales. 'Desde luego, estamos en un momento de vacas flacas y no hay que dar por hecho que las cosas vayan a seguir por seguir. Nada se mantiene si no hacemos todos un esfuerzo. Y el prestigio de Almagro es conocido, pero no hay que dormirse en los laureles. Por eso hay que buscar nuevas fórmulas como abrirse más al público y otras compañías', sostiene Natalia Menéndez, directora de este festival, que ha tenido que ajustarse a un presupuesto que ha pasado de los 2,2 millones de euros en la edición de 2009 a 1,6 millones de euros en esta edición. 'Las compañías también han entendido que hay que reducir los cachés', afirma.

Con estas nuevas cifras, ¿corren peligro los festivales? Para Pedro Timón, 'la amenaza es mantener el nivel de las ediciones anteriores'. El productor José Recio, que también preside la Asociación Extremadura Teatral, que agrupa a 17 compañías, no se muestra tan tajante, pero sí indica que es necesario que empiece a haber cambios profundos: 'En los últimos tiempos ha bajado la calidad de los espectáculos y tampoco se ha prestado atención a los espacios teatrales. Muchos están defectuosos. También es el momento en el que las compañías deberíamos agruparnos, ya que las funciones han bajado casi a la mitad', afirma.

Natalia Menéndez, por su parte, no se muestra pesimista. En el último año ha visto 200 espectáculos y se ha leído 60 proyectos teatrales. 'A pesar de los datos económicos, la creatividad está en auge. Ahí no hay crisis. Lo que debemos propiciar ahora es que la cultura sea una necesidad', recalca. 'Un festival es un motor económico para una comarca y un país', añade.

Por su experiencia durante la última temporada con la obra La función por hacer, por la que algunos ayuntamientos le adeudan varios meses, el director Miguel del Arco sí pone en sobreaviso a navegantes: 'Los políticos no pueden pedir ahora nada espectacular. Ahora toca ajustarse y pagar a las compañías. La austeridad es necesaria'.

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