Este artículo se publicó hace 13 años.
"Incluso cuando funciona, este sistema no nos da la felicidad"
Subido a la Torre Eiffel, Alan repasa su vida mientras mira desde arriba una París nocturna que le llama, como queriendo abrazarle. Decidido a consumar el suicidio como vía de escape a una vida sin sentido. En ese momento un desconocido se le acerca y le propone un reto: "¿Sabes, Alan?, la vida es larga y aburrida cuando no la vivimos como nos gustaría". El desafío —difícil pero lleno de posibilidades— es empezar de nuevo.
El escritor francés Laurent Gounelle, autor de la novela 'No me iré sin decirte a dónde voy', responde a cada pregunta con unos sonrientes ojos azules, tras los que parecen esconderse, a un tiempo, un niño y adulto.
Su última novela ha vendido ya más de un millón de ejemplares. ¿Es más fácil alcanzar la felicidad si se tiene éxito?
(Risas) La respuesta es no. Depende de cómo se afronte. En mi vida he conocido el éxito y el fracaso, incluso más fracasos que éxitos, pero de los primeros he aprendido muchísimo, a cambiar, a reflexionar y a evolucionar. Del éxito, en cambio, no he aprendido gran cosa. Tal vez sirva para conseguir algo de autoestima, pero no de mucho más.
Con cinco millones de parados, ¿cómo se puede ser feliz ante un fracaso laboral?
Espero, desde luego, que esta crisis no sea en vano. Creo que todavía queda bastante crisis por delante y además me parece que va a ser muy violenta. Espero que todo no sea en balde y sirva para que tomemos conciencia de que esto no funciona y, por tanto, cambiemos el paradigma, el modo de organización de nuestras sociedades y construyamos a algo nuevo. Nos tenemos que dar cuenta de que, incluso cuando funciona, este sistema no nos trae la felicidad.
“El consumo no es indicador de felicidad; la gente consume más con la moral baja”
En Francia existe un indicador económico que se llama ‘moral de los hogares' (moral des ménages) y que se basa en el consumo. Según esto, cuando la gente consume, cuando compra mucho, significa que la gente es más feliz. Sin embargo, yo creo que es justo lo opuesto: cuando tiene la moral baja, la gente consume más.
Su protagonista atraviesa una infancia dura. ¿Hasta qué punto nos marcan las experiencias del pasado?
Primero me gustaría decir que poquísima gente ha tenido una infancia feliz, salvo George W. Bush, por lo que parece (risas). Efectivamente, el pasado tiene su lugar, su importancia y nos afecta cada día, pero lo que hay que hacer es intentar ver ese pasado como lo que es y poder dejarlo atrás para vivir el presente.
“Los fracasos nos hacen desarrollar habilidades y actitudes positivas”
También puede ocurrir que desarrollemos talentos o habilidades basados en estos fracasos o en traumas. Por ejemplo, cuando yo era pequeño mis padres se peleaban mucho y, a veces, de forma bastante violenta. Era algo bastante desagradable para mí, por lo que trataba de refugiarme en un mundo imaginario. Por eso desarrollé mucho la imaginación y acabé escribiendo. De no haber sido así mi infancia no habría desarrollado esta habilidad como lo hice. Además, como lo pasaba mal de niño, pensaba: "bueno, esto es ahora, pero mi futuro será diferente, será feliz". Es decir, desarrollé un sentimiento muy positivo, el optimismo, desarrollado a partir de una experiencia negativa.
Muchos opinan que el ser humano tiene necesidad de una dimensión mística en la que creer. ¿Se puede ser ateo y feliz?
Es una pregunta interesante. Yo no soy religioso. De hecho, mis padres tenían religiones diferentes; mi madre era católica y mi padre protestante. Sin embargo, me cuesta pensar que sólo somos materia. Me gusta pensar que hay un sentido en la vida. Por eso pienso que el amor es algo que nos supera. El amor no es egoísta, llega un momento en que el amor va más allá de uno mismo. De hecho estoy en total desacuerdo con los liberales, como Adam Smith, cuya teoría es que el hombre es básicamente egoísta, individualista y que se tiene que ocupar de defender sus propios intereses y así la sociedad saldrá adelante. Yo creo que esto es falso. Necesitamos amor.
¿Qué opina del movimiento de los ‘indignados'?
El sistema financiero se creó en su origen para ayudar a las empresas. Existía un proyecto de empresa y, si alguien creía en tu proyecto, invertía dinero en él. Cuando llegaba a buen puerto todos cobraban sus beneficios. Ahora esto se ha desvirtuado del todo. Ocurre lo contrario: no son los financieros los que están al servicio de la empresa, sino que las empresas están al servicio del sistema financiero. Esto hay que cambiarlo, buscar otras pautas.
“Los indignados deberían proponer un nuevo sistema que haga obsoleto el antiguo”
Los indignados reclaman este cambio pero también se quejan de los recortes presupuestarios. Claro, los recortes, si es para seguir endeudándonos, no podemos hacerlos, porque nos vamos al abismo seguro. Algo hay que hacer. Hay que construir un cambio de paradigma, llegar a un nuevo modelo de sociedad, pero éste aun no esta del todo definido. Me gustaría que más intelectuales estudiarán la cuestión para ver como podría ser este nuevo modelo. Las empresas tienen que ser las que funcionen pero no podemos seguir con este modelo de consumo y más consumo.
Además, me parece bien que los indignados denuncien un sistema que no funciona pero me parece incluso mejor proponer un nuevo sistema que haga del antiguo un sistema obsoleto.
¿La felicidad es definitiva o es una búsqueda constante?
“La felicidad es algo frágil, se trata de cuánto tardas en volver a centrarte en su búsqueda”
La felicidad es un estado y, como tal, solo puede se algo frágil, efímero. Entonces, incluso cuando estas en una situación feliz, a lo largo del día tienes varios momentos en los que te descentras. El problema es saber cuánto tardas en volver a centrarte en tu búsqueda de la felicidad, éste es el quid de la cuestión.
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