Este artículo se publicó hace 12 años.
El gran maestro de la materia
Aunque se le identificó con una época, la segunda mitad del siglo XX, Antoni Tàpies fue un artista atemporal. Su obra va mucho más allá de las corrientes en las que participó, adentrándose en la búsqueda de las fuentes de la creación.
Fue el gran informalista español, el que encarnó mejor el espíritu de este movimiento, con la ruptura de cánones y barreras en la expresión pictórica. Tuvo una primera etapa marcada por los epígonos del surrealismo, pero fue con las corrientes informalistas, a partir de los cincuenta, cuando desplegó su maestría.
Internacionalmente fue el gran maestro de la materia. Nadie como él trabajó los materiales sobre el lienzo y, en escultura, fue el principal exponente en el trabajo con barro, tierra, paja y cemento.
En la obra de Tàpies hay que tener muy en cuenta sus influencias literarias y de la cultura oriental. Bebió mucho de la mística oriental, de la poesía, era un hombre que tenía curiosidad por todo. Tenía la capacidad de sacar de esas fuentes literarias una inspiración filosófica. Tàpies no era sólo un pintor o un artista plástico: era un gran filósofo.
Mantuvo el pulso hasta el final. Sus últimos cuadros, del año pasado, muestran a un artista en plenas facultades. Todo lo que hacía seguía brotando lleno de energía. Teniendo un lugar absolutamente propio, nunca se repetía. Y eso no es nada fácil.
* José Guirao es director de La Casa Encendida
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