Este artículo se publicó hace 15 años.
La guerrilla se cuela en el arte
El Centro de Documentación del MACBA presenta ‘En los márgenes. Creación y compromiso político’, sobre la relación entre arte e ideología entre 1933 y 2008
Establecer una barrera entre arte y política es una tarea delicada. El Centro de Documentación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) abre hoy una exposición en la que saca a debate esta cuestión bajo un título significativo: En los márgenes del arte. Creación y compromiso político. Engloba más de 200 documentos, desde revistas hasta octavillas, pasando por libros, carteles o panfletos de unos 150 artistas realizados entre 1933 y 2008.
La muestra, que se mantendrá abierta hasta el 27 de septiembre, procede de los fondos documentales del museo y plasma la implicación política del arte en ese periodo.
"Soy un producto típico de los años sesenta. Mentalmente, me paré en 1981", comenta Guy Schraenen, asesor del MACBA y comisario de la exposición, a modo de introducción. Por eso ha querido hacer hincapié en los años sesenta y setenta. En los márgenes... muestra "el arte no manifestado a través de obras tradicionales", dice Bartomeu Marí, director del museo. "Es imposible leer una historia del arte sin documentación. Aquí proponemos una geografía del arte que se sitúa en los márgenes de la geografía oficial. La diferenciación entre obra de arte y documento histórico está muy poco clara". Con el tiempo, algunas de las obras expuestas podrían parecer ingenuas.
A lo largo del recorrido, el visitante percibe el arte casi como un instrumento de protesta. Se trata de una exposición de obra de gente comprometida. Carteles, textos y dibujos que, a menudo, recurrieron a la poesía visual para evitar la censura. "Los censores solían ser gente muy poco cultivada, así que con juegos de palabras se podía transmitir un mensaje claramente censurable", explica Schraenen.
La España de los setenta
El arte se ha expresado con mayor vigor político-social en momentos convulsos, según Bartomeu. "El 68, muy presente en esta muestra, es clave, desde luego, pero los últimos años de la dictadura y los de la Transición en España supusieron unas transformaciones fundamentales que el mundo del arte ha reflejado", sostiene.
Francesc Torres, dos de cuyas obras están colgadas en las paredes del centro, coincide con Marí: "En aquella época, el arte de experimentación ya implicaba ir en contra del régimen franquista", explica a Público. "Ni siquiera hacía falta explicitar; la toma de posición política era muy fácil". En los mismos términos se expresa Antoni Mercader, uno de los responsables del Grup de Treball, agrupación que se dedicó a difundir fotocopias que, escondiendo la filiación política, presentaban una práctica artística que "en aquella época era motivo de cárcel", apunta Mercader.
En la exposición se pueden ver tres hojas que fueron ciclostiladas y distribuidas convenientemente en 1973, en las que protestaban contra la detención de 113 miembros de la Asamblea Catalana (dos de los cuales, integrantes de ese colectivo artístico) mostrando el recorrido que hicieron los detenidos sobre un plano de Barcelona. "Lo importante era la diseminación del mensaje".
Ideología y arte
La creatividad siempre ha estado al servicio de la ideología, pero ha habido un punto de inflexión. Bartomeu habla de la caída del Muro de Berlín: "Es el momento en que la relación entre actividades intelectuales, industria cultural e ideología comienza a cambiar y se entiende que en el mundo deja de haber dos sistemas antagónicos".
Muchos artistas coinciden en destacar mayo del 68 como punto de inflexión. "Fue uno de los grandes momentos", dice Joan Rabascall, de quien podemos ver en la exposición una cruda crítica al poder de la televisión. "La creatividad, al servicio de la reivindicación, no sólo política".
Guy Schraenen, sin embargo, y a pesar de que el 68 juega un papel destacado en la muestra, no lo considera un momento clave: "No creo que fuera fructífero para el arte porque, como todas las revoluciones, fue obra de la burguesía", comenta. Para él, el punto de inflexión fueron los años ochenta, cuando la desilusión fue total, cuando el mundo, según Schraenen, se dio cuenta de que nada iría a mejor, al contrario: "Al acabar la guerra de Vietnam, la política cambió; ahora, dejamos que mueran dos millones de personas en África y nadie dice que eso sea una guerra", comenta pesimista.
Las crisis como fuente
Si hay un punto en común en las obras expuestas, es la coyuntura de crisis en tantos terrenos sociales. "En los años setenta, surgió una reivindicación feminista. A partir de entonces, las mujeres entraron en la historia del arte gracias a las actividades de artistas comom Nancy Spero", subraya Rabascall. Esta implicación del género femenino se refleja en los carteles del colectivo Guerrilla Girls, por ejemplo.
Otras coyunturas claves se muestran en la exposición en la actividad en contra del racismo del movimiento Black Panthers, o en actuaciones en contra del sida... Siempre en contra de la crisis.
¿El arte, entonces, bebe de la crisis? "El arte relevante lo es porque proviene de la necesidad de cambiar todo lo que no nos gusta del mundo", responde Marí. "Y las crisis nos sitúan ante un paisaje de desagrados muy amplio".
Es posible que la crisis actual también dé pie a expresiones artísticas diferentes. Igual que en los años setenta, en España, por ejemplo, la herramienta era el papel impreso, ahora, desde los países bajo regímenes dictatoriales utilizan otros medios.
Bartomeu lo deja claro: "En los sesenta, se pasó de una cultura de información impresa a una cultura televisiva; ahora, estamos pasando de esa cultura televisiva (que, además, vive los últimos momentos del papel), a la digital, mucho más efímera: una producción más grande de mensajes, pero menos duraderos. Se mantienen las actitudes, pero cada generación busca mensajes y formulaciones específicas".
La exposición puede interpretarse como un alegato en favor de la libertad de expresión, una lucha por el derecho del pueblo a alzar la voz. Ante esa pregunta, el comisario se muestra demoledor: "No hay libertad de expresión. Tal vez Marí, que tiene otras responsabilidades, tenga otra opinión".
El aludido se remite a la historia que cuelga de esas paredes para defender su postura: "Más que tener otras responsabilidades, considero que pertenezco a otra generación.
En España, lo tenemos muy reciente, pero también en otros lugares se alcanzaron metas sociales importantes: el colectivo holandés Provo, por ejemplo, está en la raíz de muchos cambios legales en su país: desde el uso de la bicicleta, a la liberalización de las drogas blandas".
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