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La guerrilla y el narco secuestran la novela negra

La Semana Negra arranca este viernes con una apuesta por los escritores que apuntan al corazón de la violencia más cruda de Latinoamérica

PAULA CORROTO

Dos cuerpos tiroteados y desangrados se enfrían en las calles de Acapulco, en el estado de Guerrero (México). La pavorosa imagen, tomada por una agencia de comunicación y transmitida a todos los medios el pasado 16 de marzo, es una muestra más de la violencia que se cierne hoy sobre México tras unas elecciones regionales en las que el poder del narco parece imponer su ley.

Y de la realidad a la literatura: la belleza cruel de las pistolas también encuentra cobijo entre las páginas de la novela Miss Narco (Aguilar), del periodista y escritor Javier Valdez Cárdenas (Sinaloa, México, 1967). A partir del género del reportaje, la historia cuenta la vida de las mujeres dentro del narcotráfico. Desde las amantes de los capos a las que se enfrentan a ellos como policías y militares.

Estos libros son un ejercicio de memoria y un género informativo

Cientos de kilómetros más al sur, la periodista Patricia Lara (Colombia, 1951) pone su teclado al servicio de la guerrilla, los paramilitares y la muerte en libros como Amor enemigo, inspirada en una mujer que estuvo en el Ejército de Liberación Nacional (ENL), e Hilos de sangre azul (La otra orilla). En esta última historia bordea el conflicto colombiano con la misma sutileza que consigue su compatriota Mario Mendoza en Buda Blues (Seix Barral).

Las cuatro son novelas negras salpicadas de una violencia de plena actualidad. El concepto del noir se ensancha. Es literatura de género que va más allá de esa macabra fotografía de la agencia de noticias. Y las cuatro estarán presentes en la Semana Negra de Gijón que comienza este viernes. A ellas se sumarán, además, los libros del general cubano Fabián Escalante sobre sus ejercicios de contraespionaje contra la CIA (JFK: Los archivos secretos de Cuba).

'Siempre he dicho que la novela social del siglo XXI es la novela negra. Y como hay mucha desmemoria, estas novelas permiten mostrar un panorama del país mucho más amplio que los reportajes', explica Paco Ignacio Taibo II, director del festival gijonés. A los títulos que llegarán a la Semana Negra también se pueden sumar las recientes Perra brava, de Orfa Alarcón, Entre perros, de Alejandro Albazán o Un asesino solitario, de Elmer Mendoza.

Estas novelas se gestan y se leen como si fueran un ejercicio de memoria y también como si fueran un género informativo. 'El artículo que uno lee hoy, dentro de dos días ya lo ha olvidado, pero una novela no', añade Taibo. La colombiana Patricia Lara se muestra mucho más tajante al reconocer que 'la ficción acaba siendo más verdad que el periodismo'. Según la periodista, adentrarse en el terreno de lo imaginado permite contar cosas que normalmente no se pueden decir o probar: 'Con la ficción puedes hacer un viaje maravilloso dentro de tu interior. Yo he conocido a muchas Patricias gracias a estos libros'.

Javier Valdez Cárdenas comparte estas opiniones, pero cree que una cosa es el retrato lo más fiel posible de la realidad —objetivo del periodismo— y otra la utilización de los recursos de la narrativa, que le permiten alejarse 'de lo estrictamente policiaco, de separar las cosas entre los buenos y malos'. Valdez Cárdenas explica que mediante la ficción puede narrar el narcotráfico 'como una forma de vida'.

'Si escribes de esto, sabes que estarás amenazado', dice Javier Valdez

Existe también otra ventaja: alejarse de la frialdad de los números.

En lo que va de año, en el estado mexicano de Sinaloa se han cometido 1.200 homicidios. Entre 30 y 40 al día. A finales de 2010, los medios de comunicación del país publicarán el ejecutómetro. Es decir, la contabilización total de la cifra de muertos.

'Yo soy muy crítico con la cobertura que se está realizando en el país del tema del narco. Lo del ejecutómetro es vil. Yo hablo de personas de carne y hueso. Creo que con la novela se puede humanizar mucho más lo que está pasando', afirma Valdez. En sus novelas retrata, además, esa tierra de nadie en la que se encuentran la mayoría de los mexicanos en medio del fuego cruzado entre el narco y el Gobierno, 'que es igual de terrible'.

El objetivo de estos escritores es contar lo que ocurre y por qué. Y no sale gratis. Muchos están amenazados. 'En realidad, todos lo estamos. Si vives en estos países y lo cuentas, sabes que te va a pasar', asume Valdez. Sin embargo, es imposible evitarlo. Mario Mendoza explica que su pasión por llevar a sus personajes al límite en contextos de máxima tensión se debe al extravío del ser humano desde los campos de exterminio nazi y las bombas de Hiroshima y Nagasaki. 'En Occidente estamos perdidos, sin brújula, y a nivel individual cada uno de nosotros lo expresa de una manera u otra', argumenta.

Patricia Lara se aferra a su experiencia para explicar su interés por llevar la guerrilla a la ficción.

'He vivido en un país en el que siempre hemos sufrido mucha violencia. Yo quería hacer una catársis y saber por qué alguien es capaz de matar. Uno siempre está tocado por su entorno', argumenta.

No obstante, ninguno de estos escritores cree que Latinomérica sea un continente poseído por el género negro debido a sus conflictos. 'Hasta en la tranquila Southampton puede ocurrir la cosa más espantosa', manifiesta Paco Ignacio Taibo II. Eso sí, todos creen en la necesidad de reflejar la masacre. 'Habría que escribir más porque con todo lo que está ocurriendo creo que nos estamos quedando cortos', zanja Valdez.

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