Este artículo se publicó hace 13 años.
Un hombre de cultura que no quiso olvidar
Miguel Hernández: Su referencia
Andrés Trapiello recuerda en ‘Las armas y las letras' (Destino) la importancia de la obra de Miguel Hernández, cuando aborda como Federico Sánchez el problema de militancia y poesía: "No es posible olvidar que el precursor de todos nosotros, el maestro inigualable, fue Miguel Hernández. Su poema de ‘Viento del pueblo' dedicado a ‘Pasionaria' es prototípico. Y es muy interesante de estudiar, porque es el año 1937, momento en que se desarrolla impetuosamente el culto a la personalidad en la Unión Soviética, después de los grandes procesos políticos que han eliminado a todos los posibles oponentes a la política de Stalin. Interesante también porque en Miguel Hernández, de origen católico y campesino, se expresan con fuerza (y con eficacia poética) todos los tópicos religiosos del culto a los líderes propios de una cultura católica y campesina, que ha venido a fundirse en la cultura marxista, pervirtiéndola".
‘El largo viaje': El horror nazi
Publicado en 1963, este libro es el primero de una serie sobre su detención en el campo de concentración nazi de Buchenwald. Semprún narra el viaje de cinco días en un tren que le llevó, con otros 119 detenidos. Se trata de uno de los primeros testimonios directos del horror nazi, aunque Semprún también trata en este libro de la Guerra Civil española y del exilio. Le siguieron ‘El desvanecimiento' (1967), ‘Aquel domingo' (1980), ‘La escritura o la vida' (1994) y ‘Viviré con su nombre, morirá con el mío' (2001).
'Autobiografía de Federico Sánchez': Historias del PCE
La política y el compromiso comunista del autor fue una importante fuente de inspiración. Cuenta su expulsión del PCE en 1966, en el libro ‘Autobiografía de Federico Sánchez' (1977). Años más tarde, escribe una continuación de su biografía, ‘Federico Sánchez se despide de ustedes' (1993), en la que narra su periodo como ministro de Cultura, entre 1988 y 1991, en el Gobierno de Felipe González.
‘Objetivo 500 millones' y ‘La guerra ha terminado': Guionista de cine
El año 1966, cuando consigue pasaporte en su nombre, Semprún se dedica plenamente a la escritura y se inicia en el mundo del cine. Escribe ese año los guiones de ‘Objetivo 500 millones', de Pierre Schoendoerffer, y ‘La guerra ha terminado', de Alain Renais. Semprún narra en esta su lucha clandestina en el PCE contra el franquismo. Trabajó en un total de 15 películas: una de las más famosas es ‘Z', de Costa Gavras (1970). Es director, en 1974, de ‘Las dos memorias'.
‘El hombre europeo': Compromiso
Los últimos libros de Jorge Semprún reflejan su compromiso europeo. Tras publicar, en 2005, el ensayo ‘El hombre europeo' con el ex primer ministro francés Dominique de Villepin, escribirá sus dos últimas obras -ambas ensayos políticos- en francés: ‘Où va la gauche?' (‘¿A dónde va la izquierda?', 2008) y ‘Une tombe au creux des nuages. Essais sur l'Europe d'hier et d'aujourd'hui' (‘Una tumba entre las nubes. Ensayos sobre la Europa de ayer y hoy', 2010).
Ministro de Cultura: Entre Dalí y Pujol
Recuerda sus tres años como ministro de Cultura como un momento muy interesante. Escuchó decir a Picasso que quería que el ‘Guernica' estuviera en El Prado. A Semprún no le parecía mala idea colocarlo justo después de las ‘Pinturas negras' de Goya. Además, le tocó llevar a cabo la descentralización "heredada del franquismo hasta grados inconcebibles". "Cuando llegué al Ministerio, el Museo del Prado no podía comprar una goma y un lapicero sin permiso del Ministerio. Hacerlo un ente autónomo lo conseguí yo", recordaba. A duras penas soltaba una sonrisa, que no pudo contener al descubrir para este periódico la última provocación de Dalí. Cuando murió el pintor dejó toda su obra al Estado español. "Dalí fue el único español que públicamente felicitó a Franco por las últimas ejecuciones del 75", dijo entonces. Tenía una buena relación con Pujol, porque "es un hombre de derechas antifranquista". Le dijo al president el día del funeral de Dalí que no cumpliría con su testamento y que repartiría entre Catalunya y el Museo Reina Sofía las pinturas.
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