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El hombre que sacó los colores a Hollywood

Las Palmas revisa la obra del cineasta Mark Rappaport

CARLOS PRIETO

Ahora que están de moda los años cincuenta made in USA, con su guerra fría, su euforia consumista y su represión sexual, no está de más volver a los maestros que llevan tiempo diseccionando la época en la que los jóvenes llevaban cazadoras de cuerpo y tupés y los niños soñaban con bombas atómicas. O, mejor dicho, analizando las imágenes arquetípicas de unos años en los que hasta la familia más feliz del suburbio más placido de clase media parecía esconder una verdad terrible.

Nos referimos a la obra de artistas como el cineasta Mark Rappaport (Nueva York, 1941), al que el Festival de Las Palmas dedica estos días una retrospectiva y una exposición (Cita a ciegas) con algunos de sus más recientes fotomontajes. Después de rodar unos cuantos filmes de narrativa más o menos convencional durante los años setenta y ochenta, Rappaport, personaje clave del cine underground de su país, realizó una serie de películas de no-ficción con el objeto de descubrir el lado oculto de las historias del Hollywood dorado.

En el filme collage que realizó en 1992, Rock Hudsons Home Movies, remontó algunas de las películas icónicas del actor (supuestas comedias familiares heterosexuales) para sacar a la luz los estereotipos morales vigentes entonces (los espectadores de ahora saben que Hudson era gay y que murió de sida, pero los de antes no se lo podían siquiera imaginar).

'No elegí a Rock Hudson porque me fascinen las estrellas en sí, sino por la repercusión y las connotaciones de sus filmes en particular, que reflejan muy bien las contradicciones sociales de aquellos años. Se supone que las comedias de Rock Hudson y Doris Day eran puro y simple entretenimiento, pero si escarbas un poco en la superficie te encuentras toda una serie de valores morales. El cine es una mentira de 24 fotogramas por segundo, por eso me gusta distorsionarlo. Los espectadores no reparan en el trasfondo de los mensajes y eso es precisamente lo que me interesa destacar', explica el autor, que también diseccionó la carrera de la actriz Jean Seberg en From the journals of Jean Seberg (1995).

En otra de sus obras más conocidas, The Silver Screen (1997), Rappaport, mediante una divertidísima mezcla de montaje de imágenes y ácidos comentarios en off, desvelaba el subtexto gay de algunos clásicos de la edad de oro del cine estadounidense. 'No se trata sólo de hacer un comentario político sobre esos filmes, sino poner de manifiesto el contexto social en el que se hicieron, el ambiente político que se vivía entonces, los dobles discursos', razona.

En los últimos años, Rappa-port se ha dedicado a los fotomontajes, en los que junta a iconos de Hollywood que nunca coincidieron en pantalla. El realizador incide así en su tarea de crear una narración alternativa del séptimo arte. 'La idea es que el espectador, tras ver el cuadro, realice sus propias asociaciones de ideas', cuenta. Y que, si puede ser, vaya luego corriendo a casa, abra el Photoshop y 'plasme su propia versión de la historia del cine. Puede que ya sea tarde para cambiarla, pero al menos podemos reinventarla, que no es poco', zanja.

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