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Inabarcable Cohen

El trovador canadiense de 78 años ofreció un concierto de casi cuatro horas en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid

 

 

 

BELÉN PALANCO (EFE)

De pie, con ovaciones de 'bravo' que sobresalían entre miles de aplausos, el público emocionado de Madrid felicitó a Leonard Cohen, una leyenda de 78 años que ofreció un concierto de casi cuatro horas que fue ¡para quitarse el sombrero! como hizo el cantautor con sus músicos, entre ellos, Javier Mas.

El Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid se postró a Leonard Cohen, quien agradeció la 'calurosa bienvenida' de los miles de 'amigos' que acudieron a este recital de nada menos que una treintena de canciones míticas y recientes de su carrera. Tras abrir fuego con su tema clásico: Dance Me to the End of Love, el canadiense indicó a sus fans: 'no sé cuándo volveré, así que voy a darlo todo'. Y, ¡así lo hizo! Leonard Cohen lo dio todo e hizo que sus músicos deleitaran los sentidos de los espectadores que recibieron auténticas ovaciones, sobre todo, el maestro de la guitarra Javier Mas, un aragonés afincado en Barcelona. Con gran sentido de gratitud, Cohen reconoció públicamente que en su presente gira va acompañado de músicos y cantantes de primera y se quitó el sombrero durante y tras las breves actuaciones que ellos realizaron en pleno escenario.

Más que cantar, Leonard Cohen rezó con su voz plana y ronca sus cancionesEl concierto se dividió en dos partes. En la primera tanda, Cohen interpretó temas más tranquilos pero tan señeros como Bird on the Wire, Everybody Knows, Sisters of Mercy, Hey, That's No Way to Say Goodbye o In My Secret Life. En la segunda parte, Cohen apostó por introducir temas menos lentos como Suzanne, Night Comes On, Democracy y The Gypsy's Wife, entre otros, y dar la oportunidad de que su coro de tres solistas ponga los pelos de punta con sus interpretaciones de dos canciones. Tocando un arpa y una guitarra, las dos cantantes de The Webb Sisters interpretaron Coming Back to You mientras que Sharon Robinson, compañera de giras de Cohen, gobernó con maestría absoluta con el tema Alexandra Leaving. Más que cantar, Leonard Cohen rezó con su voz plana y ronca sus canciones cuyas letras son poemas tan espirituales como Amen, Waiting for the Miracle y Hallelujah, entre otros.

Encorbado, encogido, ensimismado y arrodillado, Cohen cantó sobre una gran alfombra persa que dominaba el escenario. En especial, Cohen reconoció el talento de la banda dirigida por Roscoe Beck que le acompañada en su tour; en especial del violinista moldavo Alexandru Bublitchi y el guitarrista español Javier Mas. Estos dos músicos mostraron al público qué es el arte con mayúsculas cuando hicieron solos e, incluso, cuando interpretaron libremente en el transcurso de algún tema como The Gypsy's Life.

Con los ojos cerrados y con gran respeto por esos dos genios, Cohen se arrodilló y se quitó el sombreroCon los ojos cerrados y con gran respeto por esos dos genios, Cohen se arrodilló y se quitó el sombrero en las incontables ocasiones en las que tanto Mas como Bublitchi contribuyeron generosa y gracilmente a que el concierto de Madrid sea recordado como memorable. Fue una noche de hombres de negro, Cohen vestía -como es habitual- un traje de chaqueta negro y sus músicos hicieron lo propio mientras el auditorio escuchaba y aplaudía entre canción y canción hasta que se puso de pie en I'm your man. Con ese tema romántico, el cantante demostró que no sólo era el hombre perfecto para una mujer sino que, además, es espiritual, sereno, sabio, con sentido de la gratitud con el talento ajeno y serio, muy serio. Un artista, en definitiva, que sin pretenderlo ha definido esta noche y sobre un escenario cuál es la esencia del arte, de lo auténtico, de lo genuino, de lo que deja huella y es ¡casi nada! irrepetible.

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