Público
Público

El incombustible Nile Rodgers da otra lección funk en su regreso al Sónar

SERGIO ANDREU (EFE)

Hay artistas para los que el pasado es más importante que el futuro, no para el incombustible Nile Rodgers, el padre del disco funk que no sólo se mantiene exultante a sus 62 años sino que hoy ha vuelto a confirmar en su regreso a los escenarios del Sónar que su legado es música con mucho presente.

Algunos tienen aún en la memoria el concierto que el líder de los Chic ofreció en 2006 en el mismo escenario nocturno del festival barcelonés. Y en esos ocho años, la influencia del creador de Good times ha ido en ascenso ante el empuje de la escena de baile que toma como referencia los años setenta, una década en la que Rodgers fue uno de los príncipes negros que hicieron mover al planeta.

En cualquier caso, no se puede negar que su rostro se ha hecho últimamente todavía más popular si cabe, gracias al martilleante Get lucky de Daft Punk, el dúo francés que nunca ha negado su querencia por el 'groove' Rodgers, y que contó con él para la producción de este clásico súbito.

Y sí, Get lucky ha sonado esta noche -sustituyendo la voz de Pharrel Williams por la de una vocalista femenina- al igual que otros números uno en los que la larga mano de Rodgers era más que patente como el Like a virgin de Madonna o el Lady de Modjo.

A Nile no le hace falta apoyarse en sus epígonos para hacerse valer, su repertorio y personalidad son suficiente carta de presentación para aguantar el tipo ante los miles de jóvenes del Sónar, la mayoría de los cuáles no habían nacido cuando Le freak vendía millones de singles.

A Rodgers y sus inconfundibles rastas mediocultas bajo la boina blanca se le veía en su salsa en el Sónar, riéndose seguramente por dentro de aquellos rockeros integristas que a finales de los setenta se dedicaron a quemar los vinilos de música disco porque consideraban que aquello era un ataque contra la integridad moral.

El azar provoca extrañas coincidencias, y a la misma hora que actuaban Rodgers y sus Chic, los londinenses Rudimental ofrecían en el escenario Club una versión corregida y adaptada de por dónde se mueve la música de baile actual, entre el soul y el drum&bass.

Este cuarteto ha llegado de forma meteórica a lo más alto con temas como Feel the love o Waiting All Night, que hoy han puesto en escena de una forma arrolladora, con una brillante sección de viento que por momentos recordaba a la de los Chic.

Si Suecia y Francia enviaran, respectivamente, al festival de Eurovisión a Lykke li y a Yelle para representarles en el certamen sería complicado elegir a un ganador aunque sus propuestas sean tan diferentes, como hoy se ha visto en el Sónar.

Mientras la sueca apuesta por un pop electrónico que se nutre del soul, el trío francés que lidera Julie Budet y que presentaba aquí nuevo trabajo se muestra más anárquico en sus planteamientos con ritmos electro y definitivamente más dados al desparrame.

En la sesión nocturna de clausura de este Sónar, que ha reunido en sus tres jornadas a cerca de 110.000 personas, ha actuado de nuevo el dúo de Bristol Massive Attack, como ya hiciera el jueves aunque entonces únicamente para invitados.

Los fundadores de ese estilo tan denostado pero copiado como fue el trip hop, han vuelto a ofrecer un show espectacular de marcado toque político y social para el que han recuperado una quincena de sus temas más emblemáticos como Angel, Teardrops o Unfinished Sympathy.

A las tres de la mañana el programa del Sónar 2014 todavía ofrecía mucho 'tomate' por disfrutar, como las sesiones del canadiense Tiga o del británico Ralph Lawson.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?