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El indie ya tiene a sus propios dinosaurios

El nuevo disco de R.E.M., 'Collapse into now', certifica el estado de coma musical del grupo de Athens 

JESÚS MIGUEL MARCOS

R.E.M. fue la primera banda del universo indie en convertirse en un fenómeno de masas a finales de los ochenta. Los miembros del grupo, amigos desde la infancia, reconocieron haber sufrido una crisis al ser protagonistas de un acontecimiento que no esperaban. No estaban hechos para el estrellato, como lo confirmaba recientemente Michael Stipe al diario The Guardian, aludiendo a sus dificultades para expresarse en conversaciones cotidianas. Muchos le reprochaban a Stipe su carácter huraño, cuando la realidad era que Stipe sufría sus propios límites. 'A menudo me quedo en blanco', confesaba en el The Guardian.

Esas mismas dificultades e inseguridades parecen haberse trasladado a la música de un grupo que no levanta cabeza desde mediados de los noventa (desde New Adventures in Hi-Fi, exactamente). Su ola de inspiración murió en la orilla hace tiempo y el grupo permanece encallado en la arena, con el mástil de la intensidad partido en dos y el timón de las melodías atrancado. Podían haberse hundido en alta mar, sin hacer mucho ruido, pero el grupo ha continuado navegando a pesar de la tormenta y ahora sus canciones yacen sin vida a la vista de cualquiera.

A la deriva desde Up (1998), con dudosos cambios de registro incluidos (Around the Sun, 2004), la noche oscura de R.E.M. se iluminaba gracias a algún dardo afilado en forma de single (como Imitation of Life) y poco más. Una pálida vela en medio del desierto tenebroso. En el corredor de la muerte, su última voluntad fue una regresión al indie-rock fresco e intenso de sus inicios, pero el testimonio de Accelerate (2008) no evitó la condena. Tres años después, Collapse into Now hace innecesaria la pena máxima: el estado es de muerte cerebral.

Mantienen la tónica del disco predecesor, pero con menos impulso e incluso menos ganas. Power pop cincuentón sin mordiente ni rabia. Abre el disco Discoverer, que suena repetitiva y cuya energía es más bien pomposa. All the Best adolece de una linealidad monocorde y una producción de manual. Está bien tener un sonido propio, pero cuando se sostiene con buenas canciones y se complementa con arreglos imaginativos. Aquí salta a la vista que no hay presupuesto ni para la investigación ni la innovación.

Más que en la energía desbocada, el gran atractivo de R.E.M. siempre estuvo en sus adictivas melodías, su precisión a la hora de trabajar el matiz, cierta vocación atmosférica de buena resolución y unos arreglos imaginativos. Sin embargo, el viaje de Collapse into Now no tiene sobresaltos, el paisaje es anodino y se acaba haciendo muy largo (en poco más de media hora).

La cuesta se empina (hacia abajo para ellos, hacia arriba para el oyente) en Überlin, un tema que podría pasar por el nuevo single de Simply Red. El primer respiro llega en Oh my Heart, un medio tiempo marca de la casa coloreado con una cálida sección de vientos y un bello acordeón. También se contagia la melodía de las estrofas de It Happened Today, que finalmente queda lastrada por un estribillo ramplón y una letra plana.

Every Day is Your to Win, además de tener un título que parece sacado del Twitter de Alejandro Sanz, nos niega la esperanza de encontrar, al menos, un single resultón. No hay ni rastro del drama (más allá del suyo propio) que fueron capaces de perfilar antaño, sólo una colección de canciones perezosas, apagadas, sin tensión. El tramo final toca fondo con la falta de sensualidad de Mine Smell Like Honey o la simplona Walk it Back. Sólo los coros de Peaches en Alligator... endulzan un menú que no sabe a nada. Podrían probar otra vuelta de tuerca, hay mucho campo por explorar sin necesidad de desmelenarse, pero se ve que ellos están a otra cosa.

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