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Pablo Carbonell: "Ahora, sin Gobierno, vivimos en una anarquía maravillosa"

Publica sus memorias, 'El Mundo de la Tarántula' (Blackie Books) el 16 de marzo, donde disecciona su vida y recuerda a sus grandes amigos. El próximo 6 de febrero será el pregonero del carnaval de Cádiz, su ciudad natal.

Pablo Carbonell./ANA I. BERNAL TRIVIÑO

ANA I. BERNAL TRIVIÑO

GRANADA.- Mide las palabras. Reflexiona. Pero todos los pensamientos se cruzan en su mente. Salta de idea a idea, como lo hace de proyecto en proyecto. Los mismos que le ayudan a quitarse la máscara y mostrarse como es. Pablo Carbonell quiere apurar su tiempo. Señala dónde reside el secreto de la vida. Reclama volver a la tierra y la raíz. Y confiesa que todos los días dice un "te quiero" a su hija. En Granada ha estrenado el espectáculo de su próximo libro de memorias, El Mundo de la Tarántula. Quedo con él y me habla de su actuación. Está alucinado porque ha provocado, por primera vez, un silencio en el público. En las tablas realiza un viaje emocional sobre los últimos 30 años de España, pero también de los amigos que lo anclaron a la vida. Y sí… Sabe que no tiene edad para escribir un libro de memorias, pero tiene justificación: "Me lo pedía el cuerpo".

P. ¿Este libro ha sido como ver su vida delante de un espejo?

He descubierto muchas barbaridades cuando lo he escrito. Yo no iba a hacer esto. Yo quería hacer cantos regionales. Fue el editor quien me propuso hacer un espectáculo del libro, que me dejara de máscaras y cinismos.

P. ¿Ha tenido una máscara todo este tiempo para su público?

Un poco sí. En el libro hay partes humorísticas y partes muy dramáticas. Y yo nunca he hecho cosas dramáticas. Eso explica cómo soy, el porqué estoy así de zumbao o no soy capaz de encorsetarme. Sé que es un libro divertido, pero también traumático.

P. ¿Traumático?

"La indivisibilidad de España me la trae al pairo. Mi patria soy yo"

Quienes lo han leído dicen que han llorado. En él mueren cuatro personas que fueron muy importantes para mí. ¿Debería haber hablado de ellas? No me lo he llegado a plantear. Hablo de lo que me atañe y me toca. Hay algo, muy subliminal, de que el espectáculo continúa. De todo lo que me sucede, siempre salgo. Del hambre que paso, de salir a la calle a pasar la gorra, de irme de casa porque no me puedo desarrollar como artista porque si pintaba una mujer con un pecho fuera, mi padre me preguntaba. Yo a mis padres los adoro y son maravillosos, y no les guardo ningún rencor ni los juzgo, pero mis padres nunca supieron jugar con sus hijos. Si pido a mi padre que cante una canción a su nieta, canta un villancico porque no sabe canciones para niños. Yo, a mi hija, le digo todos los días que la quiero. Todos los días. Mis padres nunca me lo dijeron.

P. Esas cosas definen a uno frente a la vida...

Empecé a escribir el libro y me decía… qué suerte tuve con mis padres. Pero lo escribo y, al unir muchos puntos, entendí la huella que deja ese tipo de cosas. Pero hay más, como cuando unes varios puntos sobre tu primera novia y descubres que era una víctima de abuso, aunque eso sólo lo ves al escribir. O ves que alguien de tu entorno te ha robado dinero. Ves la cantidad de tiempo que has perdido. O el daño que te ha hecho ser tan promiscuo. O las oportunidades que has dejado pasar. Lo que has hecho por no saber medir tus respuestas. El precio pagado por tus actos… Esas cosas no las puedes analizar si no las pones todas juntas. Me he ahorrado mucho dinero en psicoanálisis. Y ahora, llevar esto al escenario es hacer terapia de grupo, porque hasta la gente me comenta cosas durante el espectáculo y yo les respondo.

Pablo Carbonell

Pablo Carbonell

P. Es un espectáculo vivo...

Sí, además hay un teléfono que suena y que me da un disgusto. Yo nunca he estado en un escenario y he provocado un silencio. Jamás. En 53 años.

P. Asusta un poco…

Acojona. Es brutal. Pero yo tampoco he querido llevarme por la emoción. He pensado que mostrando cierta dureza, el mensaje se iba a entender. Si alguien se sobrepone al dolor, quizás lloras porque tú no has podido conseguirlo. Yo no lloré.

P. ¿Llorar, por qué?

Porque hay una base emocional. Ordeno los acontecimientos durante la función de forma que las canciones me obligan a conectar con esas personas. Son casi sesiones de espiritismos.

P. Pero sin güija...

Sin güija pero con guitarra, con la que intento conectar con ellos. Son ese tipo de cosas raras que se hacen con el luto. La memoria los mantiene vivos y es una forma de reencarnación. De volver a hablar de ellos.

P. Esa es la parte de drama

Sí. Y nunca lo había hecho. Esos hachazos funcionaron muy bien. Yo estaba un poquito inquieto. Por ejemplo, cuentas algo sobre cuando trabajaba con Juan Luis Galiardo y, de repente, digo: "Hoy me ha llamado Pedro Reyes a las siete de la mañana". Y al teatro se le caen los huevos al suelo. Silencio eterno.

P. Porque son personas que traen muchos recuerdos.

Son gente que todo el mundo conoce y con la que tiene una relación afectiva y especial. En el escenario intento practicar el anti-método. No sé dónde voy. No tengo pretensión de lo que voy a hacer. Estoy en un work in progress, que dicen los ingleses. Y el público tiene esa misma inquietud en las dos horas y media, y se pregunta… y este tío hacia dónde va.

P. Hace dos espectáculos sobre un libro que aún no está ni a la venta… y agota las entradas. ¿Motivo?

"La mayoría de la gente nos dejamos llevar por las modas. Hay que rodearse de autenticidad y rodearse de madera, no de plástico"

El otro día me encontré con Roko, la cantante, y cuando le pregunté cómo estaba, me puso cara ni de muy para allá ni muy para acá. Y le digo… Tú tienes el mismo problema que yo. Nos divierte mostrar qué somos capaces de hacer, pero en realidad todo son máscaras. Tú, Roko sabes hacer muy bien de Amy Winehouse, pero la gente no quiere ver eso. Quiere saber quién coño eres tú. Y eso incluso lo pretendemos cada uno con nuestra propia vida. Saber quiénes somos. Y hay que escucharse. La mayoría de la gente nos dejamos llevar por las modas, los escaparates, el consumismo, el alarde… Hay que rodearse de autenticidad y rodearse de madera, no de plástico. Estar en el campo, escuchar la naturaleza, volver al origen, quererse, acariciarse… Las cosas gratis son las que valen. Las cosas que no se pueden comprar son las que nos deben preocupar. Las máscaras, fuera.

Pablo Carbonell./ ANA I. BERNAL

Pablo Carbonell./ ANA I. BERNAL

P. Una máscara, en su caso, algo relativa porque en su película como director, mostraba bastante su esencia.

Se acabó Caiga quien Caiga y el reportero más dicharachero hizo una peli. Y no es una peli de majareta, es una peli de lo importante de la vida, que es el cariño y el esfuerzo.

P. Atún y Chocolate tenía un buen mensaje que llegaba dentro.

"Me gusta la sonrisa, porque donde hay sonrisa no hay miedo, pero las lágrimas tienen un efecto terapéutico muy bueno"

Sí, tenía pellizco, que dicen. Yo me decía… cómo voy a presentar esta película si cada vez que termina, me harto de llorar. Y le pasa a mucha gente. Pero no lo dicen. Ayer en el espectáculo hubo gente que tenía los huevos de corbata, pero luego salen diciendo que se han reído una jartá. Creo que lo hacen para halagarme pero, en realidad, prefiero que digan que les he llegado al fondo. Me gusta la sonrisa, porque donde hay sonrisa no hay miedo, pero las lágrimas tienen un efecto terapéutico muy bueno.

P. No hay que rechazarlas.

No. Ayer provoqué tres silencios. Cuando le contaba a Roko cuál era su problema y cuál era el mío, nos pusimos a llorar los dos. Primero, ella se puso muy colorada porque creo que nadie le había dicho la verdad. Hay que ser auténtico. Yo canto por The Beatles para conectar con un amigo. No canto para que me digan qué bien imito a John Lennon, sino para recordar ese momento y que mi voz conecte con ese amigo.

P. Vamos a pasar de The Beatles al flamenco y a Andalucía… ¿Se ha ofrecido una imagen equivocada?

En mi casa lo más flamenco que se escuchaba era Beethoven. Mi padre es belga. Mi madre gaditana y criada en Valencia. Pero la sirvienta, la pobre, pedía permiso para ver flamenco en la tele cuando salía. Yo lo tuve asociado a una idea de pobreza mucho tiempo, hasta que escuché La leyenda del tiempo, de Camarón. La idea de Andalucía cambia poco a poco. Si la hospitalidad española se fusionara más con la andaluza, ganaríamos todos. Es deseable que su generosidad se exportara más. Tiempo al tiempo. Andalucía es una tierra de provisión, porque todo el mundo quiere bajar a Andalucía. Artur Mas dijo que a los andaluces no se nos entendía. Yo, como andaluz, respondí que era un gilipollas y pregunté si eso lo entendía. Para mí, se ganó un enemigo.

P. Usted tuvo una relación especial con los políticos en Caiga quien Caiga… ahora vemos que muchos de ellos, en realidad, caen o son imputados.

No tenía consciencia de lo que hacía ni me quiero poner la medalla de desnudar a un político. Mi pretensión era humanizar al político… un gran error. Quise sacarlos de su discurso habitual, conseguir una carcajada o ponerlos en una situación extraña para que la gente viera otra cara de la que el político, por su oficio, tiene que dar. Yo no era periodista. Era un humanista… o un antropólogo… o un… entomólogo… Bueno, no está bien que los llame insectos, porque hay de todo en los políticos. También los hay buenos.

P. ¿Y si le digo el nombre de Jose Ignacio Wert? Una vez, en Twitter, dejó clara su opinión.

"Me expresé con bastante crudeza y me arrepiento de las formas. Estaba bastante cabreado (...), culpaban de la crisis a los que nos subimos a un escenario"

Me encendí porque hicimos un fin de semana desastroso de público en el teatro y empezaron a llamarme subvencionado y me sacó de quicio. Me acordé de Montoro, metiéndose con los actores que no cotizan en España y, de Wert escuchando con satisfacción… Me expresé con bastante crudeza y me arrepiento de las formas. Estaba bastante cabreado porque la chica que trabajaba con nosotros en regiduría lloraba por su familia, por su trabajo, porque no habíamos vendido lo suficiente. Y yo sentía que ese ministro no nos defendía y, encima, culpaban de la crisis a los que nos subimos a un escenario.

P. ¿Qué le ofende más de España?

Me ofende la televisión y el fútbol. Ahora estoy contento sin gobierno. Sé que no crearán ninguna ley que me putee más de lo que ya lo han hecho.

P. Se define como "internacionalista utópico"

"Quienes han leído mi libro dicen que han llorado. En él mueren cuatro personas que fueron muy importantes para mí"

Sí, exactamente. Soy internacionalista utópico y anarquista. Cada vez más. Ahora, sin gobierno, vivimos en una anarquía maravillosa. Yo a veces cometo imprudencias en Twitter, pero las hago pensando que tengo que dejar un planeta mejor a mis hijos y a los de los demás. No sé cómo acabará esto. Si no fuera porque tengo un inmenso cariño a mi país, enorme…

P. Más que otros patriotas.

Sí, me preocupa el paro, la sanidad, los incendios forestales… la indivisibilidad de España me la trae al pairo. Mi patria soy yo. Y soy español. Y nadie me va a cambiar aunque me nacionalice o sea independiente de España. Seré lo mismo. La gente anda muy equivocada con su identidad y su naturaleza. Cuidado con los políticos.

Pablo Carbonell.

P. ¿Y esa conclusión?

Estuve de vacaciones en Yugoslavia cuando se acabó la guerra y conocí a un camarero que se fue a Italia y acababa de volver. Me confesó que se marchó porque no quería ver cómo se mataban sus hermanos por culpa de los políticos. (Silencio). Ellos van a los suyo y meten la mano en todo. Yo fui a Telemadrid a hacer promoción de una película y una señora, que estaba en una silla que pagábamos entre todos, lo primero que hizo fue preguntarme por las subvenciones del cine. En España está subvencionado prácticamente todo, salvo las personas. Las personas somos el último eslabón.

P. Parece que no conviene fomentar mucho la cultura.

"¿Me indigna que la televisión cree analfabetos? Mucho."

¿Me indigna que la televisión cree analfabetos? Mucho. ¿Me indigna que no haya un programa como La bola de cristal que incite a la lectura? Me jode. O que ser famoso sea acostarse con otro… El propio término famoso me irrita. Yo no he querido serlo. Sólo quise ser un trabajador de lo que me gusta.

P. Y todo lo que ha hecho como creador, ha sido con pocos apoyos. ¿No está mal rendirse cuentas sólo consigo mismo, no?

Ahora me tengo que plantear hacer una banda aparte de Los toreros muertos…

P. ¿Otra?

Sí, para este espectáculo, el de ahora, porque quiero moverme en el espacio escénico sin tener que tocar y soltar la guitarra. Ayer me di cuenta. Quiero que alguien esté haciendo el sonido. O quizás, poner a sonar la canción…

P. ¿Volvemos a lo de no rendirse cuentas con uno mismo?

¿Has visto que no te había respondido? Madre mía… voy a ello. Casi todo lo que hemos hecho en nuestra vida, tiene esa razón que dices. De hacer lo que queremos. De disfrutar de nuestra libertad de expresión y no dejarnos llevar por los parámetros del éxito.

P. ¿Y alguna vez se han puesto límites?

"A pesar de mi ateísmo, he sentido a Dios muchas veces"

Había una canción que se llamaba Podría vivir sin dios y un día, cantándola, alguien se fue muy ofendido y, desde entonces, no la había cantado. Yo podría vivir sin Dios, e incluso mis hijos. Dejamos muchas cosas en manos de Dios. Yo he sentido mucho a Dios, por raro que te parezca. A pesar de mi ateísmo, he sentido a Dios muchas veces.

P. ¿En la infancia?

No, de mayor también. He entendido que la deriva está dotada de la mano de Dios. Dejar las cosas al albur, hacen que vayan en una dirección, por una creencia.

P. ¿Y le funciona?

No. Mis grandes golpes en la vida han sido por dejar las cosas en manos de Dios.

P. Y cuántas atrocidades se han cometido bajo su nombre.

"Mi padre estaba todo el rato hablando con Dios. Ojalá hubiera hablado conmigo la décima parte de lo que ha hablado con Dios."

Se cometen muchas injusticias en nombre de Dios. La gente que estamos un poco obsesionada con Dios, como mi caso, es porque tuvimos una infancia muy marcada por él. Mi padre estaba todo el rato hablando con Dios. Ojalá hubiera hablado conmigo la décima parte de lo que ha hablado con Dios. Mi padre es un hombre santo y cuando habla es una sentencia pura, pero ha sido un hombre celeste.

P. ¿Se ha sentido la oveja negra de la familia?

No, porque era peor haberme quedado en casa, estudiando una carrera que no me importaba, suspendiendo… y yo a mis padres no les hice gasto. A los 18 ganaba dinero en la calle y a los 19 dije que me iba.

P. ¿Entraron en 'shock'?

Sí, pero tampoco sabían qué decirme. Pensaron que volvería a entrar por la puerta, y entré cuando pude tratar a mis padres como iguales.

P. En su Twitter se define como "cantautor plasta". ¿Por?

¿Eso tengo? Lo tengo que revisar (Lo consulta). Es verdad. Igual lo cambio. (Ríe a carcajadas). El disco de Los toreros muertos que más vendió fue el que dijeron que nadie compraría. No nos gustaba nada. Nos orquestaron el disco y nosotros no sonábamos así. Estaba repleto de guiños jazz.

P. ¿Dieron su consentimiento?

No, pero es que éramos unos desconocedores. Nos lo hizo gente que nos quiso muchísimo.

P. Entonces, hubo buena voluntad.

Sí, y al final los arreglos orquestales fueron la bomba.

P. Salió bien la partida.

Sí, pero debe pasar tiempo para darse cuenta de ello.

P. Porque el tiempo coloca todo en su sitio.

Efectivamente.

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