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Lo invisible toma cuerpo

Ignasi Aballí. Artista conceptual. En su exposición CMYK Color System' deconstruye objetos y muestra su obsesión por medir y enseñar elementos que el espectador, a simple vista, no puede captar

TONI POLO

Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) se dedica a ordenar la realidad para comprenderla en toda su complejidad. Todo le sirve: cualquier material es susceptible de ser deconstruido y despojado de su significado original. 'Trato de descomponer un objeto y que el espectador llegue a la conclusión que quiera', dice. Pasea por la galería Estrany de la Mota, de Barcelona, entre cuatro peceras vacías, cada una de un color; una especie de Pantone de gama azul colgado en una pared; pequeños cuadros que parecen viñetas de un cómic sin textos ni dibujos, y una proyección continua de... ¿claridad?, ¿luces?, ¿simples blancos? Nada es lo que parece en su exposición CMYK Color System, que se puede visitar en la citada galería hasta el próximo 21 de mayo.

Un paseo por la sala de la mano del propio artista conceptual, que desde 1990 ha expuesto en más de medio mundo y ha participado en la Bienal de Venecia, sirve para desvelar qué esconde cada pieza. Y se descubre que todos los trabajos son 'una visión sobre la visión, sobre lo visible y lo invisible, sobre la percepción, tomando como eje transversal el tema del CMYK [cian, magenta, yellow, black cian, magenta, amarillo y negro las cuatro tintas necesarias para una impresión], la base que hace posible la imagen'.

'Me interesa reflejar cómo nos influye la actualidad al interpretar cualquier imagen'

Las cuatro peceras son vitrinas que tratan de capturar el color, esos cuatro colores imprescindibles. 'Contienen aire', explica Aballí. 'El interior es como un espacio a preservar, como un objeto que tuviera que pasar a la historia: quiero convertir el color en un espacio y preservarlo, como si se estuviese extinguiendo'. Y la cosa toma otro aire. Además, la instalación tiene también un punto de grado cero: 'A partir de aquí será posible imprimir cualquier imagen. Aquí empieza todo'.

Esa idea de medir lo invisible ('es una obsesión, lo reconozco', admite) ha llevado a Aballí a colocar en un vinilo todos los componentes del aire que no vemos, como si fueran polvo de estrellas. 'También los que varían según el lugar y el momento: productos químicos, metales, contaminantes, polen, arena, humo ¡hasta 70 productos!', cuenta el artista catalán.

'Quiero demostrar que ante nosotros ocurren muchas cosas que no podemos ver'

Aballí ya ha tratado este tema a lo largo de su carrera. En otra exposición mostraba nueve instrumentos para medir cosas invisibles: temperatura, tiempo, sonido, humedad, presión atmosférica, radiaciones, partículas del aire 'Todo para demostrar que aquí están pasando muchas cosas que no vemos', dice, tratando de abarcar con un brazo una porción de aire, llena (seguro) de invisibles partículas. 'Las artes plásticas son básicamente visuales, pero me interesa mucho la idea de medir lo que no se ve, darle cuerpo y presencia a lo invisible'.

Es evidente que hay algo de científico en la obra de Aballí. Tiene una vinculación con el dato objetivo que podría llevarlo, en lugar de a una galería de arte, a un museo de la Ciencia. Pero tiene también (sobre todo) una parte interpretativa que lo aleja de Cosmocaixa. 'Es cierto que los límites entre arte y ciencia u otras disciplinas son muy confusos. Muchos artistas trabajan hoy en día sobre aspectos políticos, sociales, filosóficos, científicos', defiende el autor.

Al fondo de la galería, tras la escalera, una sala proyecta fotos que ha hecho de cielos en los últimos dos años. Sin más, cielos. Sin más referencia que el propio cielo: nublado, soleado, gris... Ha sobreimpreso unos registros, como la medición del color según la luminosidad y la saturación, para mostrar otra manera de abarcar lo inabarcable.

'Desde el arte aún se puede mantener una actitud crítica ante las corrientes dominantes'

Y más cielos. El artista ha utilizado fotografías de un diario en las que aparece el cielo, ha recortado 19 fragmentos de tres por dos centímetros y los ha ampliado a 70x50. Nada más. Los ha colgado. Suficiente para darnos cuenta de que aquellono tiene nada que ver con un catálogo de colores. 'Los puntos de la cuatricomía podrían ser los virus, los contaminantes, el oxígeno, el hidrógeno, la estructura molecular del aire, una manera de representar la visualización de eso que en la foto no lo vemos y aparece en la ampliación'.

Pero hay algo más. Tal vez, lo más importante: una indicación bajo cada imagen nos indica el lugar y el día en que ese pedazo de universo apareció publicado. 'Así entra en juego el subjetivismo de cada visitante', revela Aballí. Afganistán, Bahrein, China, Estados Unidos, Libia, Egipto... Pensar en un cielo sobre Egipto, ahora, no nos lleva precisamente a las pirámides... 'Nos lleva a pensar en el conflicto, igual que Afganistán', dice Aballí. Es una manera de reflejar cómo nos influye la actualidad: 'El cielo, sin más, te lleva a buscar esas partículas que aparecen en la imagen, por ejemplo. Cuando escribes debajo Afganistán', cambia totalmente la idea que uno se hace'.

Entonces... ¿hay crítica social en su obra? 'Sí, propongo una cierta resistencia a la corriente dominante, que es potenciar una visualización cuanto más espectacular mejor. Desde el arte aún se puede mantener una actitud crítica un poco reflexiva', defiende. Por ese mismo motivo, también se plantea cómo se pueden construir nuevas imágenes en un momento en que 'estamos saturados de información visual'.

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