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Italia no es un burdel

La periodista Iaia Caputo recorre los últimos años de su país en su primera novela.

PAULA CORROTO

En los años sesenta y setenta, las italianas también formaron parte de la revolución sexual que vivió EEUU y el resto de países industrializados de Europa. Educadas en un conservadurismo católico, consiguieron la libertad para trabajar, viajar y vivir de forma independiente, desligadas de maridos y padres. Una época de modernidad que, como cuenta a Público la periodista y escritora Iaia Caputo (Nápoles, 1960), finalizó a comienzos de los noventa 'con el asesinato de los jueces Falcone y Borsalino y la llegada al poder de Silvio Berlusconi en 1994. Entonces comenzó otra Italia, otro mundo'.

Esta travesía personal es la que vive la protagonista de su primera novela, Dime una palabra más (Xordica), publicada ahora en español. En ella, el personaje creado por Caputo nunca se dice su nombre se enfrenta a una madre 'frágil, infantil e inmadura' que en los setenta aún exige a su hija 'la decencia de conservar el himen intacto', según escribe. Reflejo de la Italia aún amparada en valores católicos. 'Es una relación muy dolorosa con la madre. Ese es el origen de su infelicidad y su dolor. Una mujer que se encuentra fuera del surco maternal es una mujer perdida', explica.

La autora ha estado ligada durante su vida profesional al feminismo

Si la madre reprime la identidad de la protagonista, también lo hacen sus vínculos con los hombres en la novela. En los setenta no era fácil para una mujer tener una relación de independencia con padre, hermano, amigo o amante. Y es que la historia de Italia se entrelaza con la de la mujer en varios acontecimientos reales. Uno de ellos es la llegada de Berlusconi al Gobierno y el fin de la lucha feminista. Caputo es una periodista ligada al feminismo. De hecho en su último ensayo, Le donne non invechianno mai (Las mujeres no envejecen más), publicado en Italia hace dos años, retrata 'la sociedad del espectáculo, donde las mujeres cuentan si son guapas y jóvenes', en la que se ha convertido su país.

Este desengaño vital es el que ha llevado también a Caputo a formar parte del movimiento Di Nuovo, conformado por asociaciones de mujeres 'hartas y bastante exasperadas' con la política de Berlusconi y con sus escándalos sexuales. Este fue precisamente el movimiento que dio pie a la gran manifestación del pasado febrero en el que participaron poetas como Elisa Davoglio o cineastas como Francesca y Cristina Comencini y en el que se gritaron consignas como 'Italia no es un burdel'. 'Estamos viviendo un retroceso. En la televisión ahora apenas hay mujeres periodistas. Y, por ejemplo, el 50% de las mujeres italianas están desempleadas. Además, ese 50% ya no busca empleo, porque no puede trabajar. Tienen hijos, pero no hay guarderías públicas ni servicios. El Estado del bienestar se ha sustituido por el de la familia', dice Caputo. Como en tiempos de su madre.

Lamenta el recorte de derechos tras la llegada de Berlusconi

Su próximo ensayo, en el que ya está trabajando, se titulará El silencio de los hombres. La periodista quiere incidir en que, ante esta destrucción de los derechos de la mujer, ellas no han estado calladas. 'El problema es que no tenemos una posición de poder ni somos visibles; no estamos en los medios', sostiene irritada. Y pretende llamar la atención sobre los hombres que no han hecho nada. 'Esta situación debería provocar vergüenza en ellos y reflexiones sobre lo que para ellos significa hoy la sexualidad, su relación con las mujeres y los sentimientos', avisa.

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