Público
Público

Jodie Foster: "La depresión puede ser algo bello"

Jodie Foster, cineasta. Analiza las claves de su tercer filme como directora, ‘El castor', en el que Mel Gibson interpreta a un hombre deprimido

ÁLEX VICENTE

Su carrera como actriz, iniciada cuando todavía gateaba, ha sido una larga sucesión de éxitos y galardones, dignos de una intérprete tan superdotada como ella. En cambio, la trayectoria como directora de Jodie Foster constituye una larga serie de accidentes y desencuentros, marcados por un gafe incontestable. Tras el fracaso comercial de sus dos primeras películas (las notables El pequeño Tate y A casa por vacaciones), intentó tirar adelante dos proyectos más, que se fueron al garete por problemas de financiación, pese a contar con protagonistas como Russell Crowe y Robert De Niro. Tras 15 años de intentos fallidos, Foster vuelve detrás de las cámaras con El castor, cuyo estreno estadounidense tuvo que ser retrasado tras el escándalo público protagonizado por su actor principal, Mel Gibson. Se trata de la extravagante historia de un ejecutivo en plena depresión nerviosa que intenta superar hablando con un castor de peluche. Foster pasó ayer por Cannes para presentarla fuera de competición.

¿Por qué todas sus películas hablan de crisis personales?

Por motivos estrictamente personales. La crisis espiritual es el tema principal de toda mi obra. Suelo hablar de personajes que se sienten diferentes y que se sienten solos. Mi primera película, El pequeño Tate, ya hablaba de los problemas existenciales de un prodigio de las matemáticas de 7 años, forzado a escoger entre racionalidad y emotividad, que sufría y a la vez disfrutaba del hecho de sentirse solo. Yo fui ese niño y en gran parte lo sigo siendo.

¿Qué le condujo a escoger la depresión como asunto principal de la película?

De nuevo, porque es algo que me interesa mucho. Me fascina que puedas ser presidente de EEUU, poseer medio centenar de Ferraris y tener una vida supuestamente perfecta, y luego acabes cortándote las venas con una cuchilla de afeitar. En mi opinión, la depresión es un proceso natural en la vida, que yo también he tenido que afrontar. Deprimirse es completamente normal. A medida que te haces mayor, la vida se vuelve dura. Tus padres se vuelven mayores, tus hijos te decepcionan y te sientes atrapado viviendo una vida que no elegiste. Hay que relativizarlo. Siempre he creído que la función de un artista es indagar en estos asuntos oscuros. Además, lo que intento decir con la película es que la depresión también puede ser algo bello. Superarlo te da fuerza.

'Suelo hablar de personajes que se sienten diferentes y solos'

¿Por qué escogió a Mel Gibson como protagonista?

Porque con cualquier otro actor la película habría adoptado un tono mucho más ligero. Conozco bien a Mel porque somos amigos íntimos desde que rodamos juntos Maverick, así que sabía que este tipo de temas le interesaban porque hemos hablado extensamente de ellos. La elección de tu actor protagonista siempre es la decisión más importante que tomas cuando te pones detrás de la cámara. Como directora, puedes guiar y acompañar a un actor. Pero no puedes pedirle que comparta cosas que no tiene ganas de compartir o que tal vez ni siquiera tiene dentro. Sabía que con Mel no sería así. Además, siempre anima bastante los rodajes. No dejó de hacer bromas sobre el título original, The Beaver, que en inglés es una palabra terrible para los genitales femeninos [risas].

¿Qué película hubiera hecho él con un guión semejante?

Probablemente hablaría de una marioneta en forma de castor en la Mongolia profunda, a la que habría rodado durante seis meses con estilo épico [risas]. En cualquier caso seguro que habría compartido la idea principal de la película, que sostiene que ser normal no es algo a lo que aspirar. Ser normal no es una medalla de honor. El hecho de ser diferente te aporta mucho más en la vida.

Su imagen de la familia ha mejorado sustancialmente desde la corrosiva A casa por vacaciones'. En El castor', la defiende a capa y espada.

Bueno, es que han pasado 15 años. Algo debo haber madurado. Lo curioso de las familias es que, pese a estar constituidas por las personas que se supone que te conocen mejor, son una fuente continua de alienación e incomprensión. Puede que hace años viera más los aspectos negativos. Hoy me sucede lo contrario. Creo que la conexión en una familia es para siempre. Con el tiempo entiendes que, pase lo que pase, sabes que siempre tendrás a los tuyos a tu lado.

Desde sus inicios ha escogido papeles complejos, como la niña prostituta de Taxi Driver'. ¿Puede ser dañino explorar el lado oscuro tan temprano?

No lo creo, aunque tampoco tuve opción. Mi madre era una apasionada de las películas oscuras y me pasé toda la infancia debatiendo sobre autores europeos con ella. En lugar de sacarme para ver películas infantiles, me llevaba a ciclos de Fassbinder [risas]. Así que, cuando decidí que quería ser actriz, quiso que me tomaran en serio. No quería que fuera la niña que hace monerías ante la cámara, sino una actriz dramática capaz de trabajar con Martin Scorsese. Es una mujer algo neurótica, pero me alegro de que tuviera este tipo de neurosis y no otra.

¿Se siente más a gusto en Europa que en EEUU?

Nadie se lo cree cuando lo digo, pero me siento plenamente estadounidense. No podría vivir en el extranjero. Tengo que estar conectada continuamente con mi pasado, ser capaz de reconocer el paisaje y poder encontrar los mismos cereales para el desayuno en el supermercado para reconocerme a mí misma.

¿Se sintió igual de estadounidense cuando el público del Medio Oeste aplaudía a rabiar en la escena de la violación de Acusados'?

Uno no puede controlar cómo serán recibidas sus películas. Al mismo tiempo, prefiero que ese tipo de gente se desahogue dentro de una sala de cine que fuera. El otro día hablaba con Quentin Tarantino sobre este asunto. Él decía que es la prueba viviente de que adorar las películas violentas no te convierte en alguien violento. Y creo que tiene bastante razón. Pero no es eso lo que menos me gusta de mi cultura, sino el hecho de que sea tan hipersensible como desconsiderada. Estar triste parece que está prohibido. Y la solución para todos nuestros males son las pastillas. ¿Estás gordo? ¡Tómate una pastilla! ¿Bebes demasiado? ¡Tómate una pastilla! ¿Un poco deprimido? ¡Medícate y lo superarás! No es así como se superan las cosas. Se tienen que aceptar los problemas como parte de la vida. En mi caso también ayudó tener una actividad artística.

¿Diría que ha pasado la mayor parte de su carrera intentando evitar que la encasillaran?

Puede ser, aunque reconozco que he acabado entendiendo que hay cosas que se me dan mejor y otras que se me dan peor. Por ejemplo, no soy buena para las comedias románticas. Es que ni siquiera me gustan como espectadora. Y cuando algo no te interesa, nunca puedes hacer un buen trabajo. A medida que te haces mayor, las opciones que tienes se reducen. Pero eso no es algo necesariamente negativo. Por ejemplo, ahora que tengo 48 años sé que nunca seré una estrella del rock, ni atleta profesional, ni tengo ganas de volver estar en la portada de revistas de moda. Ya lo hice cuando era joven. Hay cosas que ya no tengo ninguna necesidad de explorar.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?