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DJ Gufi José Manuel Gómez: "España es el último lugar donde triunfa un flamenco"

El periodista y locutor, DJ Gufi a los platos, alucina con los cantaores de ultratumba al tiempo que reivindica el trap gitano.

José Manuel Gómez, DJ Gufi, pinchando en el Teatro Flamenco Madrid. / CARMEN ENRÍQUEZ


Periodista. DJ. Escritor. Cronista. José Manuel Gómez (Burgos, 1959), toda una vida consagrado al jazz y al flamenco. Desempolvando a los olvidados y abrillantando a los insólitos. En la prensa, en la radio y en la cabina de un club, donde se hace llamar Gufi.


Un chico de Burgos. Un colegial del Johnny. Un amante del jazz latino. Un DJ flamenco.

Cuando le resumes la vida a un músico, le jodes la vida, aunque no eres consciente de ello hasta que te resumen la tuya [risas]. Yo soy periodista por vocación, porque iba para sociólogo.


Después de una adolescencia movida… ¿A qué se dedicaban sus padres?

Mi padre estaba empleado en una papelera y contrajo una enfermedad porque trabajaba con productos químicos. No se la reconocían, pero luchó, el Tribunal Supremo le dio razón y lo equiparó a los silicóticos. O sea, era un proletario.

“La mejor música flamenca está en los pies de los bailaores”

A mí me concedieron una beca, como si fuera el hijo de un minero, y con catorce años entré en un internado. Entonces, me cogió por banda y me dijo: “Mira, ésta es la oportunidad que tienes para ir a la universidad”.


Y el pequeño de tres hermanos se va a Murguía, en Álava. ¿Fue duro para sus padres? ¿Y para usted?

Estar fuera de casa y con colegas fue fascinante. La mitad de mis compañeros de clase eran hijos de mineros de León y Asturias. Y la otra, vascos, entre los que había uno cuyos hermanos estaban en la cárcel, porque militaban en ETA. Estamos hablando de principios de los años setenta…


Luego, bachiller con los Paules en Salamanca y vuelta a Burgos. Ya en la Universidad Complutense de Madrid, estudia Sociología, pero lo expulsan del colegio mayor Loyola, donde estaba becado, por subir con una chica a la habitación.

Sí. Por follar. Fue un logro [risas].


¿Era tan difícil?

Cuando no lo has hecho nunca, sí [risas].

“Que la rumba catalana —nuestro mejor rock and roll— no tenga consideración social tiene una explicación: sólo la hacen gitanos. Y a eso se le llama racismo”

Escuchaba Onda 2, sobre todo jazz los fines de semana. Le prestaban discos de Charlie Parker, Dizzy Gillespie o John Coltrane, mas lo que le impactó profundamente fue un concierto de Benny Waters.


Tuvo lugar en el colegio mayor San Juan Evangelista, donde entré cuando me echaron del Loyola. Benny Waters no pasaba por una primera figura, pero nosotros lo vivimos como un personaje legendario. Y, de hecho, lo era.


El Johnny fue toda una escuela musical. Y Alejandro Reyes, fundador y presidente del Club de Música y Jazz San Juan Evangelista, un maestro.

No exactamente. De hecho, cuando estaba en el Club de Música, yo ejercía de oposición. Mi maestro fue su amigo Juan José González, Pepe el Jazzman, quien salía a cantar en los bises de los conciertos. Una energía suplementaria sobre el escenario que vivíamos como propia.

“No podemos hablar de flamenco como si estuviésemos en 1920, aunque hay tíos que cantan como si no se hubiera inventado la televisión”

Es el tipo que más ha hecho por la ascensión del flamenco entre los músicos de jazz, porque con su inglés apache les daba un curso acelerado de compás a Charles Mingus, a Bobby McFerrin y a todos los que se dejaban. Luego les regalaba casetes de Camarón. Respecto a la pregunta inicial, Alejandro Reyes se convirtió en un maestro después.


Lo que le decía: el San Juan Evangelista —o sea, el Johnny— fue una escuela musical.

Por supuesto. Y viví la ascensión del jazz desde dentro, organizando los conciertos.


Antes, en 1975, su primer festival: Las quince horas de rock Ciudad de Burgos, rebautizado por La Voz de Castilla... Aquel periódico del Movimiento tituló en primera plana: “La invasión de la cochambre”.


Yo tenía unos quince años. Pensaba que Triana era lo máximo, pero el festival fue un coñazo porque duró una eternidad. Tocaron, entre otros, Gualberto y Bloque, si bien los mejores fueron Burning y Eva Rock, un grupo glam, progresivo y un poco heavy.

“La peor tortura es escuchar a un locutor idiota con voz de pito que no sabe lo que dice"

Fue iniciático.

Sí, porque pensabas que el rock podía cambiar las cosas. Había visto las películas, aunque en realidad el mundo del rock, en aquellos años y en España, era cutre.


Triana vuelve a ser reivindicado por bandas como Derby Motoreta's Burrito Kachimba.

Todo acaba siendo reivindicado, desde Raphael hasta Camilo Sesto. No supone ninguna sorpresa.


De adolescente, ¿era rojillo, rojeras, rojo?

Yo iba con todos… A los dieciséis años, mi padre me pilló antes de ir a tirar panfletos. Si te detenían, ibas a la cárcel y yo era consciente de eso. En el verano del 75, existían la Junta Democrática de España y la Plataforma de Convergencia Democrática.

“El pop es repetición, mientras que el flamenco aporta una dimensión más, porque a veces tiene duende y te transforma. Es como la psicodelia, pero sin drogas. Hablamos de un bien público”

Tras el juicio de Burgos, un colectivo de estudiantes al que pertenecía firmó un comunicado en contra de la pena de muerte [no confundir el consejo de guerra celebrado en la ciudad castellana en 1975, que dictó el fusilamiento del etarra Ángel Otaegui, con el proceso de Burgos de 1970, cuando la presión popular e internacional motivó que las condenas a muerte impuestas a seis terroristas fuesen conmutadas por penas de cárcel].


En el Johnny, naces o te haces. Rojo, digo.

No, porque yo estaba de vuelta. Cuando llegué al colegio mayor, a nivel político, ya estaba con los del desencanto.


Ahí, con los Panero.

Los Panero me parecían un coñazo. Esa cultura antifranquista, en general, era un rollo. Cuando has leído a los marxistas y a los anarquistas, te das cuenta de que no hay nadie hablando de lo que tú estás viviendo. No me iba ese tipo de contestación de finales de los setenta y principios de los ochenta.


¿Y los cantautores?

El problema es que en la Ciudad Universitaria se vivía un microclima falso. Teníamos cine, música y teatro todos los días, lo que implicaba una vida cultural riquísima, pero la cuestión es que había que salir a la calle.

“Lo bueno de pinchar es la reacción  inmediata del público: baila o no baila”

Concretamente, a ese Madrid donde no sólo residen estudiantes, sino también viejos y jóvenes. Debías ver lo que ocurría fuera, porque un único punto de vista me parece limitado.



La Ciudad Universitaria como un oasis.

Y, para mucha gente, ideal, porque había mucho de todo y era muy barato. Por ejemplo, recuerdo que cuando en el Johnny suspendieron un concierto, los del Loyola retrasamos la proyección de una película de los hermanos Marx, porque sabíamos que íbamos a llenar con la gente que se había quedado sin música.

El periodista y crítico flamenco José Manuel Gómez. en la exposición 'La invasión de la cochambre'. / PACO MANZANO

El periodista y crítico flamenco José Manuel Gómez. en la exposición 'La invasión de la cochambre'. / PACO MANZANO


En el Johnny hubo hasta avalanchas para entrar gratis a los conciertos.

Bueno, pero es que yo era el organizador…

"Los tapados del flamenco contemporáneo son La Tremendita, Tomás de Perrate, La Negra, Fraskito y espero que Rosalía"

¿De la avalancha [risas]?

No, del concierto. Se puede morir de éxito o de fracaso. Y mi primera muerte de éxito fue una actuación de Vainica Doble.


Grandes textos. ¿Quiénes son los otros letristas mayúsculos de España?

Claro que los hay, pero...


“La anomalía más mágica que ha parido nunca el pop español”, escribe Marcos Gendre en Vainica Doble. La Caricia Pop (Milenio). “Unas brujas buenas que han hecho de las sombras, en las que han vivido durante toda su trayectoria, un refugio”. Las amigas que siempre tienen “la enigmática palabra exacta para cada momento”. Inmunes al paso del tiempo, trascendiéndolo, lozanas y eternas: “Geniales hasta el último suspiro”.

Fantásticas, sobre todo Carmen Santonja. Gloria Van Aerssen destacaba más como cantante, pero Carmen era estupenda. Las dos componían una historias…


De diversos palos. Lo han cantado todo y se han atrevido con géneros casi irreconciliables.

Yo le tengo mucho aprecio a la gente que sobrevivió al franquismo con inteligencia. Son admirables quienes trabajaron en Televisión Española, cuyos programas eran en su mayoría mejores que los de ahora.


Carmen presentó Con las manos en la masa. ¿Cuál es su plato estrella? ¿Cochinillo, caldereta, migas con chocolate, cebolleta en vinagreta, morteruelo, lacón con grelos, bacalao al pil-pil y un poquito de perejil?

Pollo borracho al vino y unas patatas con bacalao que quitan el sentido.

«Chavela Vargas coloca. Una vez, le dije: "Me sienta usted mejor que todas las drogas que he tomado en mi vida”»


Como diría el humorista Alberto Casado, de Pantomima Full, una copita de vino para el pollo y otra para usted.

No, no, no… Al pollo hay que emborracharlo y sepultarlo en vino barato.



¿Prefiere los platos de la cabina o los del comedor?

Siempre había creído que comer suponía un acto energético y necesario. Luego me di cuenta de que era social. Más tarde, que podía ser tremendamente placentero. Ahora tengo claro que para disfrutar ese deleite hay que tener un poquito de pasta...


Energético también puede ser pinchar y bailar.

El dilema tiene que ver más con el placer que con la gastronomía. Escribir una buena crónica es uno de los curros más duros que conozco, porque resulta estresante. Te puedes estar preparando para ese texto toda tu vida, pero en los cinco últimos minutos te vas a cagar de miedo, porque debes entregarla y siempre lo puedes hacer un poquito mejor.

“Durante la transición, en la Ciudad Universitaria se vivía un microclima falso. La vida cultural era riquísima, pero a los estudiantes les faltaba salir a la calle y ver lo que ocurría en el otro Madrid, donde vivían viejos y jóvenes”

Pinchar te proporciona la misma sensación, aunque más inmediata. Decía Duke Ellington que el arte está en la forma de cocinar. Puedes tener cien mil discos buenos y pincharlos muy malamente. Lo importante es conectar y aportar algo, a ti mismo y a los demás. Lograr cambiarle el compás a alguien —o sea, que mueva la cadera o el cerebro— es tan satisfactorio como conseguir que tus crónicas gusten o inciten a pensar a los lectores. Lo bueno de pinchar es que la reacción del público es instantánea, porque la gente baila o no baila.


¿Cuánto hay de improvisación en la cabina?

La improvisación acaba cuando cargas los discos. Si no tienes un vinilo en el club, no lo puedes pinchar. La fase más importante es proyectar la música que vas a llevar. ¿Cuánto improviso? Entre un 30% y un 80%.


Pánico en la cabina: las peticiones marcianas que sufren los DJ

Hay momentos graciosos. Hace muchos años, pinchando en el Suristán, una chica se acerca y me dice: “¿Puedes poner a Ska-P o a Mónica Naranjo?”. Me resultó tiernísimo [risas]. En realidad, me dio una información fabulosa, porque su mensaje era sencillo: “Ponme algo que pueda sentir como mío”.


¿Quién sabe más de música latina: usted o Diego Manrique?

Si tenemos en cuenta los libros sobre el asunto que hemos escrito, pues yo. La diferencia es que Diego Manrique no ha escrito muchos libros [risas].

“Cuando Jerry González aterriza en Madrid, se produce una gran conmoción. Junto a los cubanos del Café Berlín, cambian el ritmo de la ciudad. Nunca he visto a Diego el Cigala tan centrado como con él”

También ha viajado, física y musicalmente, a África. Sin embargo... "Aprendí a dar la vuelta al mundo para encontrar el talento en la vuelta de la esquina".

Yo he ido a Senegal con Tomasito y Raimundo Amador; a Suráfrica, con Jorge Pardo, Tino di Geraldo y el Ranki; intenté ir a Mali dos veces, aunque no pudo ser por culpa de los islamistas… Viajar con flamencos te da una medida de ellos que no tiene nadie más: la capacidad para entender las músicas locales.


¿Y los jazzmen?

Si son Carles Benavent, Jorge Pardo y Tino di Geraldo, sí. Pero no pongo la mano en el fuego por todos [risas]. Respecto a dar la vuelta al mundo y luego encontrar el talento al lado de casa, lo importante es tener la mente abierta. En el sentido de que…


… de que ahora reivindicas el trap gitano para bodas, por ejemplo.

Sí. La música popular de cada época se desarrolla de la mejor manera posible, aunque luego la industria trata de organizarlo todo.

“Morente es la sonrisa. El pasado y el futuro. Lo que te alimenta. Morente es la esperanza”

En estos momentos en los que casi no existe industria —una parte de ella son más las teles que las compañías discográficas—, hacer música buena o mala, exquisita o supuestamente comercial, da igual en cuanto a los resultados económicos.


Sin embargo, apenas hay programas musicales en la tele.

Eso es para meterlos en la cárcel. Desde que a Camarón le preguntaron por La leyenda del tiempo, sólo han existido dos programas de flamenco, y ninguno pasó de catorce entregas. Y eso que, aquí y ahora, el flamenco es lo más brutal que existe en la música de este planeta.


Y antes los flamencos actuaban también en programas no especializados.

A Rocío Jurado le pagaban tres millones de pesetas por ir a la televisión. Supongo que ahora los tres quilos se los pagan a los de Cuéntame, a los de Sálvame y a los de su puta madre.

“Quienes dicen que descubrieron a tal o a Pascual, o que alguien hizo carrera gracias a su ojo, suelen ser los hijos de puta que han estado comiendo de ellos”

Se me hace raro tratar a algunos entrevistados de usted. ¿Cuándo tratar —o transcribir— a un entrevistado de tú y cuándo de usted?

Yo he conseguido tratar de usted a alguien sin decirle usted. Existen recursos para mantener la retórica de que “el entrevistado es lo más importante” sin necesidad de emplear esa palabra. ¿Cómo lo hice? No tengo la fórmula...


Camarón fue fuente y el resto, cántaros. Antes del manantial, ¿qué nieves?

Enrique Morente… Es el primer cantaor a quien trato de tú a tú. Durante un viaje universitario, cuando regresaba de París con mis compañeros de Antropología social, me encontré en el tren con él.

“La emoción es subjetiva. Lo importante es el escuchante”

Era de noche y no paramos de hablar hasta las seis de la mañana, cuando amanecía. Yo le dije: "Enrique, no sé tú, pero yo necesito dormir un par de horas" [risas].


Pretendía que confrontase a Camarón con los viejos, porque Morente es un revolucionario.

No, no, no… Yo estuve al lado de Camarón, aunque no hablaba. Era un comunicador sólo cuando cantaba. En cambio, Enrique era un comunicador total las veinticuatro horas del día.


Ambos eran esponjas, pero ¿quién era más creativo? ¿Morente?

Ssssssssí.


¿Camarón era más intérprete?

No. Camarón era un duende. Un tío que iba a visitar a todos los que sabían cantar y que nunca habían logrado ganar dinero, ni tener público, ni nada.

“Entrar en el flamenco por el cante es muy difícil. Lo bueno de hacerlo a través de Paco de Lucía es que, cuando lo escuchas, ves a Dios”

Él pillaba la esencia. Y la esencia de la cultura del flamenco es escuchar al más viejo: tú no eres casi nada, porque los viejos tienen la sabiduría de los grandes árboles, como en África. Lo fundamental es que Camarón devolvía al público todo lo que aprendía, desde el Canastero hasta Miguel el Rubio, quien sigue siendo un gran desconocido.


Ya que vuelve a hablar de África, desde allí ha enviado crónicas. Un aspecto más desconocido es que también quiso ser fotógrafo, pero no le salía a cuenta…

A África vas a vivir. ¿Yo, fotógrafo? Mi primera experiencia fue cargarme una cámara que me prestaron al sacar el carrete. Cuando tuve que pagar diez mil pelas del año 83 por el arreglo, me quedó claro que la fotografía debe estar en manos de profesionales.


¿Dónde sitúa el deshielo del flamenco?

Cada generación ha tenido su tótem. Me acabo de comprar el libro Manuel Torres, de Carlos Martín Ballester, donde puedes leer que a principios del siglo pasado fue el gran creador del flamenco. Sin embargo, los de mi quinta despreciábamos a quienes les gustaba Antonio Chacón, porque no lo entendíamos. Y no lo entendíamos porque no lo conocíamos. Y no se ama lo que no se conoce.

“La búsqueda del duende es como la del santo grial. El caminante no hay camino de Machado”

El problema de aquellos cantaores, incluida La Niña de los Peines, es que no tenemos youtubers. Por ello, la gente que conecta con esa generación, por conocimiento o por estudio, debe proyectarla de una manera actual. No podemos hablar de flamenco como si estuviésemos en 1920.


¿Y puede cantarse hoy como en 1920?

¡Claro! Si eres García Lorca, sí, pero Federico ya no está...


Usted habla de la escritura. Me refería al cante.

Ojo, ahora se sigue cantando como a principios de siglo pasado. Hay tíos que cantan como si no se hubiera inventado la televisión.

“Las mejores juergas se montaban después de los conciertos de Paco de Lucía. Y ese rastro de jam session, con Jorge Pardo, Carles Benavent, dio lugar a un género: el jazz flamenco”


¿Por ejemplo?

Prefiero no decirlos porque...


Nuestro flamenco es el río que va a dar en la mar, que es el duende.

Una vez me llamó un sueco para preguntarme qué era el duende...


¿No se ve, pero está ahí, como la mano invisible de Adam Smith que regulaba el mercado?

No me mezcles a Adam Smith con el duende, que es de muy mal gusto [risas]. Lorca, en Juego y teoría del duende, cuenta que un día La Niña de los Peines estaba cantando muy afinada y uno gritó: “¡Viva Francia!”.

“Rosalía es una artista inteligente, ambiciosa e interesante. Un pelotazo maravilloso”

Por lo bien que había cantado y porque hacerlo bonito era un síntoma de internacionalidad. Entonces, La Niña de los Peines se pilló un mosqueo brutal, se metió dos cazallas y empezó a cantar con las entrañas.


¿Y cómo le explicó al sueco qué era el duende?

Cuando le cuento esto a los cantaores nuevos, me dicen que hay que empezar a superar viejos tópicos. Y lo del duende y lo de la cazalla igual son tópicos...


¿Sugiere que el cante o la guitarra hoy pasan por la academia?

No. La emoción es subjetiva. Y lo importante es el escuchante. Aunque es verdad que cuando un artista canta por seguiriyas y se emocionan dos de cada tres oyentes, porque siempre hay alguien que no lo pilla, esa persona piensa: “Pues va a ser que está con el duende”. Pero la búsqueda del duende es como la del santo grial. El caminante no hay camino, de Antonio Machado.


¿Quién regula el mercado de la música?

Ahora mismo, muy poca gente.


Decía Manolo Sanlúcar en 1982: "Hoy tenemos muchos peligros, porque la música está excesivamente comercializada. El artista está en manos del capital".

Nadie vende discos y el flamenco tampoco suena en la radio. ¿Por qué los ficha una compañía? Yo tampoco lo entiendo, aunque me parece bien. Es decir, no hay un beneficio inmediato, porque las posibilidades del retorno del capital son casi remotas. Queda el directo, pero bueno, o sea...

“La improvisación del DJ acaba cuando cargas los discos. La fase más importante es proyectar la música que vas a llevar al club donde pinchas”


¿Quiere decir que los teatros están llenos o que el público paracaidista, que antes iba a los clásicos, ahora va a escuchar a los paraflamencos?

El público paracaidista ahora existe con Rosalía.


¿El público ha menguado?

El directo crece, aunque muy poquito a poco. El tío que más entradas ha vendido en los últimos años es Miguel Poveda, lo que le exige hacer medio concierto de estrella del pop y otro medio de flamenco.


Le ha pasado a José Mercé.

También. ¿Pero sabes quiénes llenan siempre en todo el mundo? Los bailaores. Y la mejor música está en sus pies.


¿En España también llenan?

España es el último lugar donde triunfa un flamenco.


Critica el nuevo virtuosismo de la guitarra flamenca. ¿Qué piden esas cuerdas?

Entrar en el flamenco por el cante es muy difícil. Yo entré por Paco de Lucía. Y lo bueno de hacerlo a través de él es que, cuando lo escuchas, ves a Dios. Como somos ateos, sabemos que Dios no existe, pero hay mogollón de guitarristas maravillosos.


¿Habrá entrado alguien en el flamenco a través del cajón [peruano] de Rubem Dantas?

Cuando Paco de Lucía estaba de gira, todos los grandes músicos del lugar iban a verlo. Luego el maestro se retiraba al hotel y estos le pedían a Jorge Pardo, Carles Benavent o Rubem Dantas que se fueran a tocar con ellos. Las mejores juergas se montaban después de los conciertos de Paco. Y ese rastro de jam session dio lugar a un género nuevo: el jazz flamenco.


Le preguntaba qué le pide usted a un guitarrista, más allá del canon y el virtuosismo.

Es que… Mira…

“Camarón era un duende. Visitaba a quienes sabían cantar, porque la esencia del flamenco es escuchar al más viejo, y luego devolvía al público todo lo aprendido”

Paco de Lucía es un dios agnóstico —aunque apto para ateos— y un virtuoso de la guitarra. ¿Qué piensa, en cambio, de Refree, por poner un ejemplo antagónico?

¡Justo! Refree es el tío que no sabe tocar flamenco, aunque le interesa como posibilidad artística. Y, a su manera, ha hecho alguna de las grandes aportaciones sonoras del flamenco.


¿Saldría vivo en los noventa del festival Flamenco por Tarantos o del patio central del Conde Duque?

Yo creo que sí, porque es un territorio que está liberado para el arte. Si vas a la contra, tienes sitio.


"La rumba catalana ha sido ninguneada desde la óptica del rock y simplificada desde la perspectiva del flamenco. Desde las dos posiciones solo ha encontrado desprecio", escribe en el libro Tribulaciones de un DJ flamenco.

Que la rumba catalana —nuestro mejor rock and roll— no tenga consideración social tiene una explicación: sólo la hacen gitanos. Y a eso se le llama racismo.

“Los de mi generación despreciábamos a Antonio Chacón porque no lo entendíamos. Y no lo entendíamos porque no lo conocíamos. Y no se ama lo que no se conoce”

Y entre el flamenco y el punk, ¿dónde queda nuestro querido Bambino? ¿También ha sido despreciado?

¡Claro! ¿Sabes quiénes apreciaban a Bambino y a Las Grecas? Paco de Lucía y Camarón. Ellos fueron sus primeros fans. La potencia de la música popular reside en que quizá no sea del gusto de los programadores de televisión y de radio...


Quería escribir un libro sobre el rey, pero se le adelantó Juan Puchades con Peret. Biografía íntima de la rumba catalana (Efe Eme). Usted, elegantísimo, elogió su “monumental trabajo”.

Porque es un buen trabajo.


¿Se le han escapado más oportunidades?

No, porque no es una oportunidad muerta. Yo estoy aquí para cambiarle la vida a la gente, no a mí mismo. Si hubiera querido ser famoso o ganar dinero, hubiera hecho otras cosas. La biografía de Juan Puchades me parece magnífica, pero cuando llegue el momento escribiré mi libro sobre Peret, porque tengo cosas que aportar al asunto.


Usted dice que está en su mejor momento en el peor momento de la prensa

De hecho, ahora sólo estoy escribiendo en deflamenco.com y en Radio Gladys Palmera. El problema de la prensa es que estamos en manos de Google y de Amazon: el verdadero capitalismo salvaje, junto a Facebook, Twitter y demás.

“El Coleta deconstruye la rumba, pero no quiere ser Los Chichos: quiere ser el Coleta”

Esas empresas manejan los hilos y han cambiado las reglas. Lo que consiguieron es acabar con la rentabilidad del periodismo. Actualmente, no creo que ningún periódico sea rentable. Todos están en manos de los bancos.


¿Cómo asiste a la extinción del papel? Adiós a su columna en la desaparecida revista Tiempo, etcétera. Cada vez hay menos reservas musicales...

Claro, pero es que cada vez hay menos prensa. Me da igual que digan que los periódicos de papel no van a morir, porque se van a convertir en un lujo para cuatro gatos. Lo que realmente me importa es que la gente ya no lee periódicos.


¿Por qué no interesa la crítica, el poso, la crónica?

Yo creo que sí interesa.  El problema es que hay gente que lo hace mejor que otra. Antes, cuando tocaba alguien grande o pequeño, siempre encontrabas una crónica: en el periódico, en internet o en la hoja parroquial. Ahora nadie las hace porque no las pagan, y los profesionales no las escriben gratis. En su lugar, la gente se hace un selfie en el concierto. No sé… Habría que preguntarle a la siguiente generación.


Entonces, llega alguien —digamos un artista novedoso— y todo el mundo se vuelca, hasta que los focos apunten hacia otra parte.

Rosalía sacó un videoclip con C. Tangana y luego su primer disco, que es cuasi flamenco —matizo para que los flamencos no se molesten—. Entonces, me pregunté: “¿Esta chica por qué no hace trap?”. Si es de esa generación y está en esa onda…

“El flamenco es un territorio que está liberado para el arte. Si vas a la contra, tienes sitio”

Efectivamente, se lo estaba guardando. Y, de pronto, pega el mayor pelotazo en mucho tiempo, tanto en la música latina como en la anglosajona. Eso, por su parte, es maravilloso. Y, personalmente, como artista me parece muy inteligente, muy ambiciosa y muy interesante.


¿Rosalía o el Niño de Elche?

De momento, Rosalía, porque el Niño de Elche me ha boicoteado y me ha incluido en la lista negra de sus listas negras.


Usted considera que no hay descubrimiento de un artista, sino revelación.

Quienes dicen que descubrieron a tal o a Pascual, o que alguien hizo carrera gracias a su ojo, suelen ser los hijos de puta que han estado comiendo de ellos. Aunque también hay buena gente que aporta lo suyo y luego la dejan tirada cuando [sus representados] han olido el dinero.


¿Quién es el o la entrevistable? Por discurso y carácter.

Mogollón de gente. Me apetece mucho ir a Tánger a ver a la Buika. Concha me parece lo mismo que me pareció cuando la vi por primera vez en el Suristán: algo muy grande.

“Desde que a Camarón le preguntaron por 'La leyenda del tiempo', en televisión, sólo han existido dos programas de flamenco. Es para meterlos en la cárcel”

Cohen, Lorca, Omega and roll, Radio Gladys Palmera, noviembre de 2016: "Sales de una entrevista con Leonard Cohen como se sale de un confesionario: liberado de tus pecados juveniles".


[Risas] Y es así… La gracia es que cuando salí de entrevistarlo me encontré con Morente, porque era el día que Enrique había quedado con Leonard Cohen para hacer el Omega.


¿Cómo se entendían?

Por señas... Estaban juntos. De la misma manera que, cuando estabas con Camarón, la mayor parte del entendimiento era el silencio.


Critica que no se venda una buena entrevista, sino al propio personaje… antes de entrevistarlo.

Claro.


¿Un crítico puede ser amigo de un músico?

Sí. Yo pensaba que había que mantener la distancia. Sin embargo, cuando has estado muy cerca de grandes genios como Morente o como las estrellas del jazz flamenco actual, cuando un tío te emociona hasta el punto de que te da igual Hacienda y tu vida, sí que puedes ser su amigo. No puedo evitar abrazar a la gente que me está dando tanto.


Más difícil todavía: ¿se puede conservar la amistad tras una crítica negativa?

Sí.


¿Se puede y se hace?

No sé cómo funciona desde el otro lado —porque me imagino que tienen que hacer la digestión de esa crítica negativa—, pero estoy convencido de que se puede conservar la amistad. Yo he escrito críticas no muy positivas y soy el idiota que dice lo que piensa. Luego, si no siguen siendo mis amigos, es su problema.

DJ Gufi, buscando el duende entre los árboles, en el festival Flamenco On Fire. / PACO MANZANO

DJ Gufi, buscando el duende entre los árboles de Pamplona, durante el festival Flamenco On Fire. / PACO MANZANO


Los Chichos, en Ocaña. Un concierto en una cárcel "es como ir al Teatro Real: no mola".

¡Tío, no te puedes imaginar el mal rollo! Y lo pasaron peor las mujeres que fueron con nosotros, porque yo entiendo la lógica de los presos. Ahora bien, el Vaquilla estaba allí como el príncipe de Bel-Air.


Habría que estar en el concierto de Johnny Cash en la prisión de Folsom.

Sí, pero esa parte es muy especial. Los que dan miedo son los robagallinas.


Viva el tópico: entre rejas, tensa calma.

No había nada que temer: estábamos con Los Chichos [risas].


Siempre ha abierto los oídos: "En el flamenco se aplaude y se jalea la arqueología".

Aplaudir la arqueología no está mal. El pop es básicamente repetición, mientras que el flamenco aporta una dimensión más, porque a veces tiene duende y te transforma. Imagínate la psicodelia sin drogas… Pues el duende tiene el carácter del LSD en la psicodelia: un poder transformador. ¡Y, joder, sin drogas! Con lo cual, estamos hablando de un bien público.


Jerry González, Camarón, el Cigala… ¿Los demonios interiores inspiran o expiran?

Todos hemos conocido drogodependientes en la música. Algunos con talento y otros con menos. Tener demonios no te exime de… Como decía Truman Capote, si Dios te da talento, también te da un látigo. Hay gente que es presa de su propio talento y otra que vive el talento día a día. Y lo vive con sobriedad. Quienes tienen talento y necesitan muletas psicotrópicas… sufren resacas. Yo, por ejemplo, necesito alcohol.


¿Serían más grandes si no vadeasen el río?

Cuando Jerry González aterriza en Madrid, se produce la mayor conmoción generacional, porque no llega solo. Justo en ese momento, se han quedado una docena de músicos cubanos maravillosos.


Los Piratas del Flamenco.

Alain Pérez y demás, junto a Caramelo, quien había llegado antes.

“Duke Ellington decía que el arte está en la forma de cocinar. Puedes tener cien mil discos buenos y pincharlos mal. Lo importante es conectar con el público, aportar algo y que mueva las caderas o el cerebro”

Esos artistas, en vez de quitarle el curro a los músicos de jazz de aquí, lo que hacen es generar un nuevo curro.

Básicamente, se dan cita en el antiguo Café Berlín y cambian por completo el ritmo de Madrid. Nunca he visto al Cigala tan centrado como cuando estaba con Jerry. ¡Bah, el Cigala no ha sido sensato en su puta vida! Nunca, aunque en ese momento estaba en el sitio adecuado, a veces cantando con inspiración y otras no. Pero estaba.


Antes me refería a si los paraísos artificiales han menguado la capacidad de ciertos grandes artistas, o sea, a si han supuesto un lastre. Sin sustancias, ¿habrían sido más grandes todavía?

No lo sé...


Puede aludir a otros músicos que no haya conocido: Chet Baker o quién quiera.

La única posibilidad de hablar sobre el consumo de drogas es desde un punto de vista personal, porque de la piel pa dentro mando yo


Que diría Antonio Escohotado, musicado por Mil Dolores Pequeños.

En todas las culturas —y más en las que estás sometido a un proceso de trance— se consumen de alguna manera sustancias dopantes. A mí me gusta la cerveza.

Pregunto y respondo: ¿Joaquín Sabina? La familia, bien, gracias.

Cada día tengo menos alergia… Fuimos enemigos íntimos porque me intentó quitar un güisqui.


En el Elígeme.

Donde él bebía gratis y yo no…


Y le cogió gato, como dice usted.

Me ofendí, faltaría más.


¿Algún otro mosqueo clamoroso?

Bueno, sus discos [carcajadas].


Me refería con otros artistas.

No… Ni siquiera con el Niño de Elche, pese a negarse a hacer una entrevista conmigo después de haberla pactado. No le había gustado una anterior que le había hecho por correo. En sus respuestas, se dedicó a insultarme y yo no la publiqué. En su lugar, escribí dos artículos hablando bien de él, pero luego me lo pagó de esa manera. ¡Que su karma se lo coma!


¿Quién es el tapado del flamenco contemporáneo?

La Tremendita, Tomás de Perrate, La Negra, Fraskito y espero que Rosalía.


¿Y el gran olvidado de la historia?

¡Uf! En el flamenco son demasiados… De los viejos, me alucinan el Chozas o el Tío Gregorio, el Borrico. Pero hay centenares, eh.


Cree que en el flamenco o en el jazz no hay nada que entender: te gusta o no te gusta. ¿Erudición o sentimiento? ¿Cerebro o entrañas? ¿Acaso corazón?

El corazón, siempre al principio. Luego puedes deconstruir y debes meterle el cerebro. O no. Existe una perspectiva completamente ágrafa y oral del flamenco. Y es absolutamente legítima.

“La prensa está en manos de Google y de Amazon: el verdadero capitalismo salvaje junto a Facebook, Twitter y demás. Han cambiado las reglas y acabado con la rentabilidad del periodismo”


El flamenco duele. ¿Por qué duele el flamenco?

Porque la vida duele.


"Ni al flamenco ni al jazz hay que ir en ayunas".

Porque no hay que confundir el duende con las ganas de comer [risas].


Ni el rugir de tripas con el quejío.

El dolor que provoca el hambre ahí abajo es muy malo. Y puedes interpretar cosas que no son. De hecho, una de las experiencias más alucinantes que puede tener un ser humano es pasarse dos días sin comer.


El delirio…

Dejar de comer no ayuda a la creatividad, ayuda al trance [risas].


Así de místicos salieron los poemas de Santa Teresa de Jesús…

Sí, pero ya está.


Amália Rodrigues decía que ser pobre no es una desgracia, mas la precariedad no sólo ha afectado a los músicos, sino también a los cronistas de la cosa.

Cuando entrevisté a Amália, no sabía si era del régimen o del Partido Comunista Portugués. Es más, muchos compatriotas suyos pensaban que sintonizaba con la dictadura, pero luego se descubrió que apoyaba al PCP.


Chavela Vargas.

Chavela coloca. “Me sienta usted mejor que todas las drogas que he tomado en mi vida”, le dije durante una entrevista por teléfono. Entonces, ella me respondió [Gómez imita ronco y cazallero]: “¡Meee aleeegro muuucho!”.


Algunas canciones de la mexicana han sonado en sus programas. Planeta Jondo, en Radio Gladys Palmera. Y, antes, Lo crudo y lo cocido, en Onda Madrid y en Radio Vallekas. ¿La voz del locutor es fundamental o accesoria?

Yo amo las voces de los documentales. Y nuestra escuela de dobladores es fabulosa.

“El fenómeno de los traperos gitanos permanece en el underground. Más allá de Youtube, donde arrasan, nadie se ha dado por enterado”

¿Constantino Romero o Julio Ruiz?

[Risas] Constantino, en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona: “Rogamos a los atletas que bajen del escenario" [tantos deportistas se subieron al palco, donde actuaban Los Amaya, Peret o Los Manolos, que corrió el peligro de derrumbarse].


¿Le preguntaba si la voz del locutor es accesoria?

No, es fundamental. Sin embargo, ahora estoy haciendo programas de radio sin voz. Independientemente de que hable o no, creo que hay un discurso.


Me refería más bien a la dicción y al tono.

Importa la palabra y el ritmo. Un idiota sin conocimiento, con la voz de pito, resulta insoportable en todas las circunstancias. La peor de todas las torturas es escuchar a un locutor con mala dicción que no sabe lo que dice.


En Radio Vallekas, se negó a pinchar a Camela tras la petición telefónica de un oyente, pero años después entrevistó al entonces trío y se marcó en La Luna el titular Sábado, sabadete, camisa nueva y casete.

Lo crudo y lo cocido, el programa de Radio Vallekas, tenía un subtítulo: "Una hora de hardcore y rumbitas para que gocen los intelectuales". Entonces, me llama uno y me dice: “¿Por qué os metéis con los intelectuales?” [risas]. En realidad, no puse a los Camela porque no tenía su disco, aunque creo que si lo tuviese tampoco los habría pinchado.


¿Qué pasó con Planeta Jondo?

Hubo una reestructuración en Radio Gladys Palmera, mi programa se quedó fuera y se abrió el mundo bajo mis pies. 

"Joaquín Sabina y yo fuimos enemigos íntimos porque me intentó quitar un güisqui en el Elígeme, donde él bebía gratis y yo no"

Me llamó su responsable, Alejandra Fierro, para decirme que quería que siguiese haciendo cosas. En todo caso, los programas nacen y se acaban. Yo no sé si va a volver Planeta Jondo, pero creo que le queda recorrido. Es posible que haga otro distinto. De hecho, en Gladys Palmera estoy probando formatos que antes no me hubiera atrevido a hacer: sesiones que mezclan texto y audio, con música y sin voz.


"En Tiempo descubrí que la redacción de una revista se parecía mucho a un estudio de grabación: en ambos lugares se pierde el sentido de la realidad". La calle…

Un periodista que sólo conoce la redacción de un periódico no es un periodista, sino otra cosa.


¿Dónde está ahora el jazz? ¿Y el flamenco? ¿Más o menos (en) vivo?

Los clubes siguen activos y hay una generación muy brillante del jazz en España. Una parte está con el flamenco y otra, no. Moisés Sánchez, por ejemplo, es un músico fantástico.


¿Será que sigue habiendo rollo, pero los veteranos salen menos?

Que no te quepa ninguna duda. Quienes mandan son los de veinte y treinta años, o sea, los que saben. Esos músicos mandan estéticamente y mueven el cotarro. Ellos tienen el corazón arriba.


¿Hay relevo en la crónica jonda?

Sí, pero el problema es que no hay publicaciones para escribir. Se ha jubilado a una generación muy válida, que apenas está escribiendo, y ha llegado sangre nueva. No obstante, le echas un ojo a los periódicos y no hay espacios para mantener códigos estéticos. El problema de un crítico es que, si se confunde su criterio estético con el medio, quienes no piensan así se pueden ir a otro periódico. Han acabado con los críticos, o sea, con nosotros.


Años atrás, se produjo una conjunción de la movida y el flamenco en salas de rock como Revólver, hasta entonces territorio vedado al quejío. ¿Está ocurriendo ahora lo mismo con los traperos, quienes se han colado en los templos del moderneo?

La realidad es mucho más terrible. La explosión de la escena del trap ha despreciado o eliminado a la sección gitana. El fenómeno de los traperos gitanos sigue estando en el underground, no ha traspasado esa frontera y se ha quedado en Youtube, donde arrasan. Sin embargo, más allá de los vídeos en internet, nadie se ha dado por enterado.


En cambio, hay una absorción, más que del flamenco, de la rumba. Ahí tiene al Coleta y la estética de lo quinqui.

El Coleta es como Israel Galván. Deconstruye la rumba, aunque de un modo más chusco, en la línea de Los Chichos. Ahora bien, Ramsés Gallego nunca ha querido ser Los Chichos: el Coleta quiere ser el Coleta.

"Un periodista que sólo conoce la redacción de un periódico no es un periodista, sino otra cosa"

Y eso es bonito, porque no hay imitación. Entonces, desde Moratalaz, saca el Seat 1430 y el trasfondo rumbero. Así, reinterpretando a su manera lo viejo de forma nueva, compone un collage absolutamente contemporáneo. Es un tío muy simpático y espero que cualquier día componga una gran canción.


Morente: una sola palabra o precisa otra entrevista.

Morente es la sonrisa. El pasado y el futuro. Lo que te alimenta. Morente es la esperanza.

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