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José María Noguerol: "Nunca me dedicaría a la publicidad si no fuera por la poesía"

Reúne en su tercer poemario, 'Estío de cenizas', sus últimas creaciones después de diez años de "decantación poética". Una nueva compilación en la que este gallego ubicuo reflexiona también sobre el acto de viajar.

J. L

José María Noguerol (La Coruña, 1958) presenta Estío de cenizas (Hora Antes), un libro que decanta diez años de búsqueda poética por parte de este comunicador nato, que también es periodista y también publicitario. Eterno trashumante; Noguerol ha vivido en Barcelona, A Coruña, Santiago de Compostela, Barcelona y Las Palmas de Gran Canaria, lo que le confiere una ubicuidad que se trasluce en este su tercer poemario: “Este libro es una especie de recreación del viaje como metáfora de la vida, no en vano yo hice mi primer viaje con apenas dos meses de vida, cuando mi madre me subió a ‘el Shanghái’, aquel mítico tren que tardaba tres días en conectar A Coruña con Barcelona”.

Cuenta Noguerol a modo de curiosidad que, si bien suele anotar sus versos de forma caótica en hojas dispersas, esta vez tuvo a bien recopilar esos momentos de inspiración en una sola libreta. “Le compré a mi hijo una de esas libretas cuya portada imita la cubierta de la mítica colección Austral y no le interesó, de modo que me la tuve que quedar y en sus páginas fue naciendo este poemario”. Una obra cuyo epígrafe Estío de cenizas tiene en la retina a Miguel Hernández, pero también a su querida tierra gallega tan maltratada por los incendios.

La poesía es esencial en mi trayectoria —incide Noguerol— siempre estuvo presente en mi vida, desde que tenía apenas 11 o 12 años y trataba de seducir sin éxito a las primeras mujeres de las que me enamoraba”. En efecto, el amor a la mujer es una de las constantes en su obra, un interés que evidencia en sus anteriores poemarios —Alfileres para Carlota (Laertes, Barcelona) y Un par de ocasiones (Ediciones Idea, 2006)— y que en Estío de cenizas no es la excepción. “Mis poemas no se dirigen a una mujer en particular, sino a la mujer quintaesencial, esa mujer que tanto ha significado para mí a lo largo de mi vida”, matiza.

La pasión poética de Noguerol es, también, un modo de estar en el mundo, de aprehenderlo y pedirle las vueltas. Nunca entró en colisión con sus otras vertientes “alimenticias”. “Es una profesión que tiene también una parte muy creativa, creo que nunca me hubiera dedicado a la publicidad si no fuera por la poesía; el ritmo de la cuña de radio, la precisión que hay que tener con las palabras…”. Noguerol, que ha trabajado como asesor para partidos políticos e instituciones, no se justifica —“los publicistas somos los boinas verdes del capitalismo”—, pero le quita hierro a esa hipotética antítesis: “Nunca me ha supuesto un problema, para mí poesía y publicidad pertenecen a ámbitos distintos que siempre supe conjugar”.

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