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Ken Loach: "Necesitamos desesperadamente un partido de izquierdas"

El cineasta recuerda en 'El espíritu del 45' cómo el esfuerzo colectivo y la determinación de los trabajadores consiguieron levantar un país y construir un admirable estado de bienestar para sus ciudadanos

BEGOÑA PIÑA

'¿Remataremos nuestra victoria sobre el fascismo?' Es casi una de las primeras preguntas que se plantean en la nueva película de Ken Loach, El espíritu del 45, cine documental de valioso contenido, con el que el cineasta británico hace un llamamiento a la lucha contra el capitalismo y sus vasallos, donde proclama los males de las políticas conservadoras y desde donde advierte de la fatalidad si el gobierno (en este caso el británico) consigue privatizar la Sanidad. 'Estaremos acabados -dice uno de sus protagonistas-. Hay que impedirlo haciendo lo que haga falta, incluso violando la ley'.

Al más puro estilo Loach, sencillo, limpísimo y sincero, el filme recorre la historia de un país que venció al paro, la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y la miseria con la voluntad popular de cambio. En 1945, al final de la Guerra Mundial, en Inglaterra 'creíamos que nunca más íbamos a dejar que la pobreza, el desempleo o el ascenso del fascismo desfiguraran nuestras vidas', recuerda el cineasta, que reconoce que hoy, en una situación de deterioro social parecido al de entonces, el gran problema es el vacío absoluto en la izquierda, 'necesitamos desesperadamente un partido de izquierdas'.

En 1945, la sociedad vivía la determinación de mejorar. Si juntos habían luchado en la guerra, juntos harían casas para los que nos las tenían, juntos crearían un servicio social de salud y de transporte, juntos reconstruirían el país. 'La idea central -explica Ken Loach- era la propiedad común, donde la producción y los servicios beneficiarían a todos. Unos pocos no se enriquecerían a costa de los demás. Era una noble idea, popular y aclamada por la mayoría. Era el Espíritu de 1945. Quizá hoy sea el momento de recordarlo'.

Así,  a pesar de la fuerza política de Churchill, en las elecciones generales de 1945 en el Reino Unido se produjo una de las victorias más aplastantes que se recuerdan del Partido Laborista. Y, con Clemen Attlee a la cabeza, se inició una transformación del país, física y psicológica, que devolvió a los ciudadanos el timón de sus vidas.

Ken Loach acude a los recuerdos personales de doctores, mineros, activistas políticos, enfermeras, ferroviarios, trabajadores de correos o simplemente los que eran jóvenes en aquella época y reconstruye esta reciente historia política y social.

Uno de ellos cuenta cómo en su casa, en su infancia, él y cuatro de sus hermanos dormían en la misma cama, un colchón viejo invadido por las pulgas y las chinches. Otro explica cómo murió su madre, víctima de la pobreza en un país en el que la salud se pagaba muy cara... Los testimonios se suceden y van ganando en color a medida que en la película se van explicando los cambios producidos en el país.

La creación del Servicio Nacional de Salud y la colocación de los cimientos del estado de bienestar, gracias a la decisión y  valentía de Nye Bevan; la nacionalización del transporte -a partir de la cual ya no hubo despidos forzosos de los trabajadores del ferrocarril-, la nacionalización del gas, de los muelles, de la electricidad, del agua... -'monopolios naturales', como se denominan en la película-, y la puesta en marcha del Plan de Vivienda, que nació sobre una convicción: 'Solo lo mejor es bueno para la clase trabajadora'. Así, con Bevan vigilante de cada proyecto, las casas de protección que se edificaron tenían jardín privado, dos pisos, cuarto de baño en ambos...

Pero en 1979, cuando los ciudadanos disfrutaban de un admirable estado de bienestar, todo se torció con la victoria de Margaret Thatcher. Todo lo que había pasado a estar bajo el control público volvió a manos privadas. El afán privatizador de aquel gobierno, que vendió absolutamente todo lo que pudo, destrozó en un abrir y cerrar de ojos el hermoso sueño colectivo que tanto esfuerzo había costado convertir en realidad.

Otras voces surgen entonces en la película de Ken Loach, a los testimonios anteriores se unen ahora los de economistas, representantes de los pensionistas, escritores, activistas políticos, profesores, antiguos y nuevos sindicalistas... Todos coinciden en lo mismo, aún queda el Servicio Nacional de Salud y hay que defenderlo por encima de todo. 'Si no, estamos acabados'.

Y todos, sin una sola fisura, están también de acuerdo en que la solución es la lucha contra el sistema capitalista, responsable del deterioro de la calidad de vida de los trabajadores.

'Todos hemos oído hablar del capitalismo amable, pero nadie lo ha visto porque no existe', dice uno de ellos, que añade: 'El capitalismo no es fuerte, vemos cómo hoy se está desmantelando, lo único que es fuerte es la idea del capitalismo'.

'¿Recortes? Lucha' Y Ken Loach, que ha contado toda esta historia en blanco y negro vuelve al comienzo, a las primeras imágenes, donde hombres y mujeres, mayores, jóvenes, niños, celebran el final de la guerra. Pero ahora hay color, porque la mirada es positiva, porque si ellos lo hicieron un día, puede volverse a hacer. 'La clase trabajadora puede cambiar toda la historia, lo único que pasa es que aún no se da cuenta del poder que tiene'. 

Por supuesto, Loach no es ningún ingenuo, es absolutamente consciente de hasta dónde el Partido Laborista británico actual ha colaborado en la destrucción del sistema de bienestar. Su apuesta en El espíritu del 45 no es por este partido, sino por los trabajadores. Y por ellos, hace también otra petición. El cineasta reclama, casi exige, a esos veteranos que han contado su pobreza en la infancia, su entusiasmo en la época de cambios, su pesar en los días negros de la Dama de Hierro, que vuelvan a contar esta historia, que no dejen morir su recuerdo. A pesar de sus ochenta, en algunos casos, noventa años, tienen el deber de seguir luchando, de animar con su memoria a la lucha. Y sobre esa convicción ha nacido El espíritu del 45.

'La gran cuestión es que hay un vacío absoluto en la izquierda', sentenció recientemente Loach en una entrevista realizada en Londres a propósito de esta película. 'Ha habido intentos de crear coaliciones. Creo que yo me he sumado a la mayor parte de ellas. Pero no han funcionado. Necesitamos desesperadamente un partido de izquierdas, un movimiento en la izquierda. Nos han fastidiado esos líderes carismáticos con vanidades demasiado grandes. O ha sido el sectarismo. Esto tiene que ser un movimiento amplio, popular y democrático que se base en una agenda política que lo primero que diga es que el sistema se equivoca'.

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