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EMERGENCIA DEL CORONAVIRUS

Lechuzas en directo, puzles online y otras propuestas para hacer frente al aislamiento

En 'Público' le ofrecemos una serie de propuestas culturales para que haga más llevadera su estancia en casa.

'La vida de Adèle'
Un fotograma de 'La vida de Adèle'.

Sí, la repostería puede ser la solución. No en vano el consumo de harina se ha disparado un 200%. Muchos ciudadanos han optado por la confección de magdalenas para sobrellevar el hastío confinado. Lo han convertido en un hastío confitado. Vaya, disculpen esto último. Otros pedalean hasta el resuello a lomos de sufridas bicis estáticas. Todo un derroche de fuerza, resistencia y secreciones varias para no moverse del sitio. Autopropulsados hacia la nada. El consumo de anchoas también subió. Y el de cortezas. Digamos que la secuencia ha sido tal que así; tras arrasar con el papel higiénico (histeria), vino el alcohol (evasión) y de ahí al piscolabis y la pastelería (hedonismo). Se deduce que nos hemos entregado al capricho, como si la cosa no fuera con nosotros.

Por último están los que miran al cielo. El de Madrid se quitó la boina, por cierto. Como si nos quisiera saludar (o despedir). Una lectora nos confiesa que sube cada tarde a la terraza de su edificio y mira al cielo límpido como si no hubiera un mañana. Quizá no lo haya. Quizá es lo que tiene el Apocalipsis que, a modo de preámbulo, nos ofrece su mejor cara antes de apretar el interruptor y decir: mirad, esto es lo que os perdéis mientras peláis vuestros putos pistachos en plena pandemia. Venga, la agendita confitada. Estrategias de evasión. Día 24:

>WebcamLechuza. Conocer la intimidad de una lechuza no es cosa menor, que diría aquel. Sus continuas idas y venidas para abastecerse de presas (ratones y murciélagos son su debilidad), el banquete ulterior, sus trajines nocturnos... Se podría decir que un día en la vida de una lechuza da para mucho. La Sociedad Española de Ornitología le ofrece la posibilidad de seguir muy de cerca las andanzas de este simpático rapaz a través de una webcam situada en el interior de su nido que transmite en directo imágenes sin ningún tipo de censura. Si por algún motivo la lechuza no fuera santo de su devoción (harto improbable dado su gracejo innato), SEOBirdLife pone a su disposición otras posibilidades: el buitre negro, el cernícalo primilla, el halcón peregrino o la cigüeña blanca.

>Rompecabezas picassiano. Más de uno habrá aprovechado el confinamiento para entregarse a los rompecabezas, una de las actividades más veneradas por los amantes del ocio indoor (junto con el onanismo). El Museu Picasso de Barcelona, situado en la angosta calle Montcada, le brinda un puzle online muy especial. En concreto, se trata de La playa de la Barceloneta, un cuadro fechado en 1896 cuando el genio malagueño tenía apenas 15 años. La tela se puede deconstruir en 12 piezas (versión infantil) o en 108 (para los más valientes). Y en el caso de que se quedara con ganas de más, puede probar con Las Meninas, obra maestra de Velázquez que Picasso reinterpretó a su manera en el año 57. 

'La playa de la Barceloneta'
'La playa de la Barceloneta' de Picasso convertida en puzle.- MUSEU PICASSO DE BARCELONA

>Barra libre en RTVE. La tele pública ha lanzado Somos cine, un portal en el que podrá disfrutar de forma gratuita de más de 60 películas coproducidas por RTVE. Ya están disponibles Verano del 93, de Carla Simón; Campeones, de Javier Fesser; Julieta, de Pedro Almodóvar; El autor, de Manuel Martín Cuenca; A cambio de nada, de Daniel Guzmán; Verónica, de Paco Plaza; Magical Girl, de Carlos Vermut, o El olivo, de Icíar Bollaín; Truman, de Cesc Gay, o Tarde para la ira, de Raúl Arévalo. En la imagen que encabeza esta información, La vida de Adèle, otra de las películas que se puede ver en Somos cine.

'La ciudad solitaria'
'La ciudad solitaria', de Olivia Laing.- CAPITÁN SWING

>La ciudad solitaria. El asunto no es nuevo; lo apuntó un tal Epícteto hace casi dos mil años: "Pues no por estar un hombre solo se siente solitario; mientras que no por estar entre muchos deja de sentirse solitario". Jueguecito retórico que avanzaba ya en la Antigüedad un mal que aqueja, también hoy, a cientos de millones de urbanitas. Hablamos de esa inefable sensación de aislamiento y de cómo la ciudad, además de proveer jarana, boinas contaminantes y festivales de cine, nos surte de soledad, pero no una de andar por casa, sino al por mayor, en palés. Pues bien, rescatamos un libro que no puede ser más oportuno. Se llama La ciudad solitaria (Capitán Swing) y corre a cargo de la escritora y crítica literaria Olivia Laing. Se trata de un ensayo a medio camino entre la biografía, el memorándum y la crítica cultural en la que aborda la soledad y el aislamiento en la urbe a través del arte. "Facebook no cura necesariamente la soledad porque la cura no consiste en que te miren, sino en que te vean y te acepten por completo: tan feo, infeliz y extraño como radiante y perfectamente preparado para hacerte un selfie", escribe certera Laing. Aplíquense el cuento.

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