Este artículo se publicó hace 17 años.
Literatura a puñetazos
El primer golpe por rechazo lo recibe el autor, pero con los años quienes quedan KO son los editores que dijeron no
Que el rechazo es un duro golpe bajo lo sabemos todos. Pero que te hagan saber por escrito que tu libro no es lo que se dice el libro que cambiará la historia de la literatura, y que ni siquiera será un humilde libro con posibilidades de ocupar un hueco en una esquinita olvidada en el infinito catálogo de la editorial deseada, eso, eso debe doler. Mucho, en serio.
El éxito inmediato es una posibilidad remota a la que nadie renuncia. Porque siempre hay alguien que acorta en el camino y lo hace fácil a los ojos de los demás. Excepciones, porque a pesar de lo que nos digan, muy pocos lo saborean.
En el mundo del libro sucede con un premio nacional sin amañar o como finalista del mismo galardón. Estaríamos ante un habitual caso de éxito por rebote, no menos merecido y, para muchos, con más credibilidad.
Es el caso de José Ángel Mañas (Madrid, 1971), su Historias del Kronen y el Premio Nadal de 1994. "Realmente he tenido mucha suerte. Como empecé con el Premio Nadal con mi primera novela, pues fue llegar y besar el santo", explica el escritor. Pero, repetimos, lo normal es sangre, sudor y lágrimas, y un poco de Almax para las digestiones más complicadas.
Editores y otros seres
A Antonio Orejudo (Madrid, 1963) le dejaron pasar los días, le dieron largas después de hablar de promociones, fotografías... el oro del moro. El libro, a la sazón Fabulosas narraciones por historias, una de las más notables referencias literarias de los últimos diez años, gustó mucho en Planeta, todo parecía miel sobre hojuelas. Hasta que un buen día le llaman del departamento legal y le dicen que prefieren no complicarse la vida con posibles querellas por el contenido del libro.
Ahí empezó el vía crucis. Consiguió un no de todas las grandes hasta que lo publicó Lengua de Trapo. Antonio se ríe de las casualidades, porque "ese mismo día recibí una oferta de Debate, pero acababa de dar mi palabra a Lengua de Trapo". La obra gustó mucho, pero llegó a poca gente. Diez años después, una de las que le dijeron que no, le dice que sí y reedita Fabulosas... en Tusquets.
Desatinos para siempre
Hace poco leíamos los descubrimientos del historiador David Oshinsky, mientras trasteaba en los archivos de Alfred A. Knopf a la Universidad de Texas. Knopf, notable editor, que con 23 años de edad fundó su editorial (allá por 1915), se especializó en llevar autores europeos al mercado estadounidense.
Publicó a Conrad, Camus, Freud o Kafka. Pero también pinchó por escrito con grandes, como Kerouac, Sartre, Borges, Anaïs Nin, Sylvia Plath o El diaro de Ana Frank. "Es demasiado picante", dejó por escrito sobre Lolita de Nabokov. Hoy ya no se lleva leer manuscritos completos, ni contestar henchidos de soberbia con esa soltura.
Suele alegarse, con una fórmula mucho más diplomática, "problemas de adaptación del producto al mercado interesado", para negarse.
Knopf dejó tantos desatinos como perlas por escrito para el club de los rechazados. "Querido Harry, lo siento terriblemente porque creía tener un manuscrito realmente bueno de usted, pero American's at War no lo es".
Eso le contestó al bueno de T. Harry Williams en 1958, profesor de Historia, que ya había publicado con acierto en la editorial años atrás. D
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