Este artículo se publicó hace 16 años.
"Llevamos 40 años de retraso"
Tras participar en la última edición de Casa Decor el diseñador innova con un sistema de fragancias para interiores con propiedades terapéuticas
Sus 22 años en el mundo del interiorismo le han granjeado a Joan Lao (Barcelona, 1962) trabajos para Ferrán Adrià, para el que ha ideado el taller de El Bulli, o Carolina Herrera y Victorio&Lucchino. Tras presentar sus últimas creaciones en Casa Decor, valora el panorama del interiorismo español.
¿Es usted un defensor de los espacios integrados, de eliminar al máximo las paredes?
Bueno... Es una pregunta muy relativa. Diría que sí. La mayoría de los espacios son cada vez más pequeños, así que surgen conceptos como la desaparición del recibidor o la incorporación de la cocina a la sala de estar, que ayudan a que los espacios sean más amplios. Los elementos socioeconómicos han contribuido a que proliferen estos espacios chicle, que se pueden ampliar.
¿Entonces no es una tendencia puramente estética?
En el caso de los espacios reducidos, la eliminación de muros tiene un efecto muy agradable porque si no, queda como una ratonera. Pero es cierto que en los espacios grandes, donde se corre el riesgo de perder la dimensión humana, la tendencia no funciona tanto porque la gente prefiere una sensación de protección, de nido. Sobre todo, en la sala de estar, donde predomina un ambiente de recogimiento.
¿Identifica sus interiores con el minimalismo?
No. Tras estar diez años hablando del minimalismo, ya nos empezamos a quejar de él. El minimalismo busca la esencia de las cosas, el menos es más de Mies van der Rhoe. El peligro de todo esto es que nos olvidemos de las sensaciones, que creamos un espacio aséptico.
¿Identifica su diseño con las líneas depuradas y con la armonía?
Con las primeras, a veces. Con la segunda, sí.
¿No teme que esa búsqueda del equilibrio se traduzca en la proyección de ambientes fríos?
No. Por mi historia personal, trabajo con dos conceptos: Oriente y Occidente. El primero valora mucho lo viejo, el paso del tiempo, las pátinas envejecidas, el efecto de la sombra. Mientras que el segundo busca el brillo, lo nuevo... Para mí, la imperfección es parte de la belleza. El defecto puede ser una virtud. Y, en este sentido, me gustan las paredes
envejecidas.
¿Qué referentes han influido en su obra?
Mies van der Rhoe, por su visión de esa arquitectura que compensaba materiales, dimensiones y texturas. Aunque me ha marcado mucho más la propia naturaleza. El hombre tiene que ser menos prepotente y más respetuoso porque a la mínima intervención interrumpimos ese ciclo natural.
¿Qué objetivos persigue cada vez que se enfrenta a un diseño de interiores?
Depende de la funcionalidad del espacio. Si se trata de una casa, pienso en las personas que la habitarán, porque todos tenemos unos hábitos adquiridos. Los diseñadores hemos de diseñar para las personas y sacarle el máximo partido a los espacios. Si se trata de un local comercial, entiendo que el diseño tiene que formar parte del producto; desde el logotipo al espacio interior.
¿Crees que en el mundo empresarial español hay una cultura del diseño o países como Holanda o Suecia nos llevan ventaja?
Aquí todavía no existe esa cultura. Llevamos 40 años de retraso, lo cual implica la ventaja de que el mercado es virgen y la desventaja de que la gente no acaba de entender lo que es el interiorismo. Hay que culturizar al consumidor, inculcarle la idea de que los proyectos hay que hacerlos desde el principio, tenemos que explicarle nuestro trabajo. El interiorismo tiene que implantarse como un oficio que puede llegar a todo el mundo, desde lo sencillo a lo complicado. Hacer un buen interiorismo no es cuestión de dinero sino de imaginación y talento.
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