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Luc Dardenne: "Existe el ideal del amor, pero también existe el ideal del odio"

Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne se preguntan en su nueva película, ‘El joven Ahmed’, cuál es la forma de salvar a los jóvenes europeos radicalizados en el islam. Y la respuesta es "el amor, la vida, la impureza, la mezcla".

La actriz Claire Bodson, en el papel de madre, con el protagonista.

Jean-Pierre y Luc Dardenne, cronistas de la realidad y del tiempo en que ésta sucede, han recorrido muchos años de cine con los personajes más frágiles de la sociedad de hoy. Ahora siguen los pasos de un joven belga radicalizado en el islam, un chaval de trece años dispuesto a matar a su profesora por impura. El joven Ahmed, que les valió la Mejor Dirección en Cannes y los premios de Guion y Montaje en la Seminci, no se pregunta cómo es posible tal monstruosidad, su objetivo es averiguar “si hay alguna forma de sacar a ese chico de ahí”.

“Con nuestras películas nosotros miramos el mundo, hacemos películas de la realidad. Desde el 11 de septiembre de 2001 en Europa, en el Magreb, en Afganistán… ha habido actos terroristas. También en Francia, en Bélgica, muy próximos a nosotros. Pensamos que había que hablar de esto, pero más que de cómo vivía esto con nosotros, nos interesaba hablar de un chico que estuviera radicalizado”, dice Luc Dardenne en esta entrevista con Público en Madrid.

¿Qué era lo que les interesaba más de un personaje como éste?

Porque la pregunta es si hay alguna forma de sacarle de ahí. Fuimos construyendo su historia pero no encontramos, como no encuentran los personajes, nada que le sacara de esa locura. Por eso ese final de la película.

Sin desvelar el final, ¿es el amor la única posibilidad de redención?

El amor es la única vía posible. Al final este chico, para el que el amor y la muerte no son más que una “picadura de mosquito”, se da cuenta de que la muerte puede ser algo mucho peor y llama a su madre. No llama a su imán ni a Alá, se arrastra y llama a su madre y a la profesora a la que quería matar. Es el amor, la vida, la impureza, la mezcla…

El personaje de la profesora…

… es importante. Es una mujer y todos los enemigos de Ahmed son mujeres, ellas son las que le impiden la relación con Alá. La mujer es el diablo, el sexo. Ni siquiera quiere tocar a su madre después de hacer sus abluciones. La profesora representa el islam de la luz, como dicen muchos musulmanes, el islam de sus abuelas. Una religión abierta que no es una fortaleza excluyente. La madre es musulmana por matrimonio, ella no entiende cómo su hijo se ha radicalizado de esa manera. Nosotros tampoco lo entendíamos.

¿En qué ha fallado nuestro sistema para que ocurra esto?

Creo que el gran error es con los emigrantes. La religión musulmana se ha cerrado sobre sí misma. El movimiento de los Hermanos Musulmanes, la religión de los wahabitas ha empezado a perder el equilibrio. Están en las mezquitas formando a los jóvenes para el rechazo de los Derechos Humanos, de la igualdad hombres y mujeres, de la libertad individual. Eso, por desgracia no ha acabado, pero por la evolución de las sociedades musulmanas es el principal factor del final del terrorismo. Se está empezando a aceptar la separación del Estado y la religión. Cuando un estado musulmán diga que acepta esta separación, todo habrá terminado.

Ahmed es un niño de trece años, ¿en este caso es importante diferenciar entre fanático y villano?

Es lo que intentamos. Él tiene un corazón de niño y algunas actitudes de adulto. Pero tiene su cuerpo de niño, con las manos regordetas, mejillas de querubín, es patoso… Y es esa torpeza lo que le permite escapar del imán. El niño sigue estando con su madre. Es muy inquietante porque ha querido matar a la profesora, pero todos esperamos que escape de eso.

'El joven Ahmed'

El joven Idir Ben Addi, en una escena de la película.

Aunque ustedes comienzan después de que el imán haya captado a Ahmed, es imposible no preguntar cómo lo ha hecho. ¿Para la juventud sin esperanzas el odio es una motivación?

Sí, por desgracia, sí. Existe el ideal del amor, pero también el del odio. Para Ahmed cuenta mucho ser parte del grupo elegido del imán. Es muy narcisista, desde luego. Pero siendo el más puro de los puros se siente muy fuerte, aunque solo sea un sueño en su cabeza. Es un niño dispuesto a matar y, como todo adolescente, es más radical incluso que el imán.

¿Una película como ésta de qué forma puede ayudar a los jóvenes?

Después de las películas se habla, hay debates. Nos damos cuenta de que la película molesta, pero también de que la gente quiere hablar. Mientras se hable, está bien. Todos los musulmanes que la ven reaccionan y dicen que ellos no son así. Claro, la película es sobre un individuo radicalizado, pero es que vivimos en momentos en que una religión se convierte en la única verdad. Es el problema de las ideologías, como los nazis o los comunistas.

¿Cómo han reaccionado los jóvenes a la historia de Ahmed?

Han entendido que era difícil de entender. También han entendido que si piensan que su verdad es la única verdad, todo cambia. Hace cincuenta años era la religión católica. Era lo mismo.

Ya pero es que cada religión cree que su verdad es la única, ¿el problema no es, entonces, la religión?

Sí. Y cada vez se nos hace más extraño verlo en los jóvenes. En uno de esos debates, todos defendían sus propias religiones y yo me preguntaba si se pasarían el día hablando de religión. Los que se ocupan hoy de desradicalizar a los jóvenes, que son imanes, ya no quieren hablar con ellos del Corán, prefieren que lean poemas, novelas, que vean películas. Porque hablando dejan de estar poco a poco obsesionados.

¿Están hoy los jóvenes obsesionados con la religión?

Los jóvenes están hoy más obsesionados con la religión que nunca. El radicalismo de los jóvenes musulmanes ha puesto la religión en primer plano. Y las otras religiones se han colocado para decir: aquí estamos nosotros, somos la respuesta a la crisis de valores. El discurso que dice que no hay modelos para la sociedad de hoy y que la respuesta es la religión me parece de un retroceso absoluto. Vivimos un mal momento, pero pasará.

¿Cómo ve la situación del cine actual europeo?

Creo que hay un descenso en la educación en general. Pero no hay que ser pesimistas, creo que se pueden invertir las cosas. Nosotros hemos abierto unas salas, con el gobierno, en Bruselas y otras en Lieja, son salas de cine públicas y a ellas van 30.000 alumnos a ver películas. Son proyecciones con debates y les encanta. Si a un niño de diez años le enseñas el cine de Chaplin, de los hermanos Marx… le encantará. Lo adoran. Hay que enseñarles que hay otras cosas además de Marvel. La cuestión es el dinero que se emplea en promocionar un cine u otro. Hay que seguir luchando y los estados deben tener una política cultural donde se forme a los jóvenes en el estilo artístico. Hay que conservar la diversidad de la oferta.

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