Entrevista a Màrius Serra, escritor"¿De dónde nos viene esa superioridad moral a los catalanes?"
Barcelona-Actualizado a
Màrius Serra ha triunfado haciendo una novela sobre Palau Ferré, el pintor de Montblanc (Tarragona) que quemó sus cuadros como protesta a una sentencia del Tribunal Supremo que le obligó a pintar 42 metros cuadrados de óleos para poder rescindir un contacto con el promotor Miquel Peirats. La dona més pintada (La mujer más pintada) (Proa) es la historia del artista autocensurado más radical y de su antagonista. El libro sigue las leyes de la ficción, aunque parte de una rigurosa documentación. De hecho, el autor en el transcurso de la escritura de la novela hizo que Francesc Marco Palau, que es el sobrino nieto de Palau Ferré, y uno de los hijos de Miquel Pairats, que es su antagonista, se encontraran 50 años después de que sus familias se enemistaran. Una prueba que demuestra que en ocasiones la ficción mejora la realidad.
Tras leer el ensayo del sobrino nieto de Palau Ferré se le despertó la curiosidad por el personaje.
Descubrí a un hombre que quemó sus cuadros durante diez años. Y lo primero que se te pasa por la cabeza es: ¿Por qué? Entonces estiras hilos. Y vas matizando, y ves que tampoco lo quemaba todo, y que sí que era una protesta, pero que también había habido un enfrentamiento. Y una expiación de pecados propios...
La cosa es que yo inicialmente partía de esa pregunta y quería hacer una novela pero, a medida que iba estirando más el hilo, me interesaba saber más. Porque cuando localizo al hijo del promotor, que era el único del que no salía ni su nombre y ni salía en los periódicos, me enseña contratos privados y empiezo a tener más cosas. Y cuando Banksy medio destruyó una obra hice un artículo en La Vanguardia diciendo que en Montblanc ya había un hombre que quemaba los cuadros. Entonces, a raíz del artículo me escribe el sobrino pidiendo el artículo por si podía hacer de prólogo a su ensayo. Y a partir de ahí entro en la espiral de buscar informaciones en hemerotecas, pero yo me mantengo fiel a la idea de escribir una novela.
Una novela estructurada en tres partes y en la que ha incluido toda la documentación que ha ido encontrando.
Ahora Palau Ferré es un desconocido y, si no hubiera puesto la parte documental, mucha gente habría pensado que me he inventado el personaje. El guión me venía bastante dado por los hechos, yo añado queso, pero el pan ya estaba. Y por eso acabo haciendo un juego de la primera persona y en las notas con letra pequeña, sólo por aquel que va a ver a un prestidigitador y quiere saber dónde está el truco. El común de los mortales debería satisfacerse sólo leyendo la novela y basta, y dejar las notas aparte.
¿De todo el proceso de documentación qué es lo que más le sorprendió?
Màrius Serra: "Ahora vivimos el segundo desencanto de otra transición, por otros motivos y con otros actores"
Sobre todo, poder leer a fondo los documentos privados. Esto fue emocionante. El promotor ganó el juicio, pero quedó como el villano de la película y todo el mundo estaba a favor del artista, pero hoy casi ni lo conocemos. Es la historia de dos fracasos individuales que se asemejan bastante a un fracaso colectivo. Todo esto ocurre en una época que se convive con la ilusión de la llegada de la democracia y el primer desencanto. Y digo el primero porque yo diría que ahora vivimos el segundo desencanto de otra transición, por otros motivos y con otros actores. Y estos dos personajes naufragaron allí.
No es cuestión de destripar la trama, ¿pero qué puede explicar de quién fue la mujer más pintada?
Primero, que es el motor de toda esta historia, porque sin la pulsión que lleva el retrato de la mujer más pintada no habría artista, no habría arte, no habría juicio, no habría redención porque no habría pecado. Puedo decir que el lector quedará satisfecho al final de la novela sobre su identidad, pero sí tiene mucho que ver con la necesidad del artista macho de crear un modelo de belleza que me parece absolutamente medievalizante, como el amor cortés. Y me interesaba ver cómo esta modelo era esa imagen de alguien que era consciente de ser utilizada, pero no le interesaba nada ver su retrato. Para mí ella es el soporte que aguanta la novela, los demás se pelean por su representación.
Palau Ferré pasa de la destrucción a inventarse unas ceras que hagan más perdurables sus obras. Curioso este viaje...
Es muy paradójico, porque en su discurso se declara cubista y discípulo de Picasso pero dice que él está por construir, y luego resulta que destruye de la forma más radical, quemando sus cuadros. Y rechaza una propuesta que le hacen unos americanos de exponer sus cenizas.
Màrius Serra: "Es un hombre que se mueve mucho entre grandes paradojas"
Es un hombre que se mueve mucho entre grandes paradojas, por ejemplo, habla bien de Picasso y habla muy mal de Dalí. Decía que "Picasso era un batracio que ponía muchos huevos" y que "Dalí es una gallina que pone sólo un huevo y cacarea mucho para que le hagan caso". Yo creo que detrás de esta posición contra Dalí en el fondo hay una secreta admiración por lo que consigue Dalí, porque él hace cosas que claramente van en la línea de llamar la atención. El propio Banksy sigue ese motor y esta línea de la escandalera. Y creo que Palau Ferré quiere y no puede.
En el epílogo dice que Catalunya es un pueblo perdedor de vencedores morales.
Desde la óptica de la identidad, siempre se construyó como un campesino del Baix Camp. Cuando de El Alcázar le preguntan en 1972: "¿Usted se siente un artista español?", él responde "yo soy un artista muy arraigado a mi tierra. Si hubiera nacido en Galicia, me consideraría gallego". Ahora bien, después, cuando quema las obras y tiene una proyección y tiene un éxito potencial a tocar, lo derrocha. Él es un perdedor, pierde el juicio, pero se considera un vencedor moral. Y esto es muy catalán. Y esto lo hemos visto con el procés recientemente. ¿Qué quiere, tener razón o no? Los hechos históricos encadenan acontecimientos y, en ocasiones, se decantan por motivos x. De razones morales vamos llenos los catalanes... ¿De dónde nos viene esa superioridad moral a los catalanes?
Màrius Serra: "Mi protagonista es un perdedor, pierde el juicio, pero se considera un vencedor moral"
Es la segunda vez que hago una novela que parte de un personaje histórico que me encuentro y me fascina. La primera con Plans de futur, con la que gané el Sant Jordi, sobre un matemático figuerense, Ferran Sunyer, que iba en silla de ruedas. Hubo una sola crítica, recuerdo que Simona Srabec dijo "es una metáfora de la cultura catalana", y dije: "Ya estamos". Y ahora ya he tenido conciencia de esto, y sé que existe esa dicotomía entre tener razón y avanzar o vencer. Y no avanzamos ni vencemos.
Ahora que citaba al 'procés', ¿cómo lleva la digestión de todo lo que ha pasado en la escena política?
Yo no he caído de ningún caballo como otros porque no tuve la sensación de haber subido a ningún caballo. Sí me dejé llevar por cierta euforia, pero hubo un momento, que recuerdo claro, en el que dije no quiero ser un folclórico de eso. Y fue el momento en que un 11 de septiembre, participé en algunos eventos, en el escenario de Berga, estuve bailando bajo una especie de huevo frito, y pensé: "Esto es folclore y no es lo que me mueve". El duelo empecé a sentirlo mucho antes de que hubiera la muerte. Y, por tanto, en la medida de lo posible no me arrastro por el suelo lamiendo heridas, pero es evidente que hay una conciencia clara de derrota. También hay un hartazgo notable.
Hablamos de lengua catalana y de las campañas para fomentar el uso del catalán. ¿Qué le parece la nueva 'Queta'?
Màrius Serra, sobre el 'procés': "Es evidente que hay una conciencia clara de derrota. También hay un hartazgo notable"
¡Ya vamos al armario a buscar los juguetes, tanto por tanto que saquen a la Norma! A ver, me parece útil el trasfondo de estas campañas que es el de la seducción de las nuevas generaciones, y es una seducción que no se hace con el boli rojo, ni con la superioridad moral. La cultura crece y nace siempre a la contra de estas superioridades morales. Cuando un poder hace una campaña es que quiere presumir de algo y lo que ocurre es que normalmente se presume del rótulo no de la acción.
¿Usted, que hace años que trabaja con la lengua, qué diagnóstico hace del catalán?
Depende del contexto. En mi día a día, veo el vaso medio lleno. Mi experiencia personal, mi historia partió de un entorno 100% castellanohablante, no mi familia pero sí mi entorno, sí mi barrio, en Nou Barris, que es donde nací. Buena parte de ese entorno, hace 25 años, cuando empezó a procrear, hizo el cambio y, aunque con la pareja hablaba en castellano, a los hijos les hablaron en catalán. ¿Con qué calidad de catalán, de eses sordas y sonoras? Pues, mira, va cómo va, pero catalán.
Yo vivo 100% en catalán porque yo quiero, y no es que viva en una burbuja, utilizo el catalán para todo y no me encuentro prácticamente nunca un sitio donde no pueda utilizarlo. Ahora, esto es mi experiencia personal. Si ampliamos el ámbito, nos encontramos con el gran fracaso de la política audiovisual, que ahora se intenta arreglar con un parche y con esto vamos tarde. La duda razonable, por decirlo en términos jurídicos, de la inmersión lingüística, de si se ha aplicado esa teoría, porque el papel lo aguanta todo, pero la realidad es otra cosa. También existe un doble cambio.
Cuente, cuente...
Por un lado, la situación sociolingüística ha cambiado por la llegada de ingentes masas de población de otras lenguas, y esto siempre lo he visto y lo sigo viendo como un enriquecimiento, pero aumenta la complejidad. Y después el mundo de la globalización digital, que este sí provoca un fenómeno que en mi adolescencia no teníamos que tener en cuenta. Hoy un twitcher con voluntad global acaba pudiendo monetizar igual a un like de Guatemala que uno de Sabadell y eso subvierte mucho el orden de las cosas. Ante esto, lo que hace falta es potenciar el kilómetro cero, porque todo el mundo vive en kilómetro cero y, si se potencia a nivel de la alimentación, también podemos hacerlo culturalmente.
Màrius Serra: "Quien defiende un aparente bilingüismo tiene un marco mental monolingüe"
También hay que saber por qué hacemos las cosas y por qué elegimos el catalán. Y aquí no se trata de tener ninguna superioridad moral, se trata de tener información y eso significa que no es igual transmitir el catalán que el castellano porque vivimos en un entorno social que tiene una historia, que es un país con un trasfondo y con unas intencionalidades y en las que la cultura y la lengua están en peligro de ser sustituidas. Y entonces, a partir de ahí, actúa como quieras. Y no es lo mismo la alarma que te puede crear el hecho de utilizar muchos anglicismos, porque está claro que el inglés no está en disposición de sustituir el catalán, pero el castellano sí, por tanto, es necesario tener la información y que todo el mundo actúe en consecuencia.
¿Por qué ha calado la idea del adoctrinamiento?
Aquí ha habido un lingüicinismo muy elevado y muy eficaz por parte de determinados sectores españolistas o castellanistas que ha dado la vuelta al discurso para decir los catalanes están adoctrinados, y que utilizar el catalán es adoctrinamiento, etc. Y quien dice y defiende un aparente bilingüismo tiene un marco mental monolingüe. En esa paradoja, ese gol nos lo han colado. Este cinismo, que en algunos casos es impostado y en otros sangriento, genera dudas en nuestro marco mental, y puede hacernos dudar de si hablar en catalán es un acto de militancia. Y, en cambio, no se plantean que utilizar el castellano lo sea. Y ahora que reivindicamos tanto la diversidad de género, estaría muy bien reivindicar la diversidad de adscripción cultural y lingüística.
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