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Más que cuadros, un vehículo para las ideas

El IVAM rescata la figuración narrativa, movimiento estético de los sesenta, en una muestra en Valencia

MARÍA GARCÍA TORRES

Cierta es la máxima de que el tiempo lo pone todo en su sitio. La oposición de la crítica, el desconocimiento del público, la exclusión de los museos... todo ha tenido remedio porque en los lienzos había talento, porque los artistas tenían algo que decir, como se ha podido ver en la exposición Figuración Narrativa París 1960-1972, que exhibe desde hoy el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno).

Cuando las vanguardias daban sus últimos estertores y el mundo entero se impresionaba con los colores fluorescentes de Warhol, un conjunto de pintores venidos de diferentes partes del mundo y reunidos en la capital francesa creó una estética y un concepto de la pintura que, pese a ser injustamente tratada en su momento, ha marcado a las nuevas generaciones. Nueva York era la nueva capital del mundo, pero la destronada París aún tenía mucho que decir.

Cansados de tanta abstracción, jóvenes artistas como Eduardo Arroyo, Cueco, Erró o Bernard Rancillac, entre otros, decidieron darle una nueva oportunidad a la figuración. No una figuración descriptiva, como la del pop art norteamericano, que se limitaba a representar fidedignamente el mundo, sino una figuración crítica, capaz de provocar la reflexión sobre la realidad social del momento.

 

Los artistas echaron mano de referencias a grandes obras maestras y las descontextualizaron, recurrieron a la estética del cómic, a la representación de escenas de la vida cotidiana, a la novela negra, al cine y a la política. Todo ello en los años sesenta, rompiendo moldes, pero apoyados en una capacidad pictórica que estaba fuera de dudas. Grandes artistas con buenas ideas haciendo excelentes cuadros que, curiosamente, no gustaron al mundo cultural de la época. El movimiento fue ignorado por los museos y los vanguardistas se negaron a exponer con los artistas que lo conformaban, como recuerda el pintor Recalcati durante el acto de presentación de la exposición. El mundo del arte en principio les dio la espalda -a mediados de los sesenta les ofreció ciertos apoyos-, pero a partir de 1972 los lanzó al cajón del olvido.

Ahora, la colaboración entre el IVAM, la Réunion des musées nationaux francesa y el Centre Pompidou de París ha hecho posible esta muestra -en la sede del IVAM, en Valencia, hasta principios de enero- que rescata a este movimiento estético. Incluye a 24 pintores como Jan Voss, Gérard Fromanger o Perter Klasen, entre otros, y permite ver la evolución de la escuela, que tuvo más repercusión de la que hasta ahora le había reconocido la historia del arte contemporáneo.

De hecho, reflexiones críticas sobre la incipiente sociedad de consumo francesa como la que encontramos en la obra Banania nº3 de Télémaque dieron lugar al clima en el que germinó la rebelión social de mayo del 68. Sin embargo, ninguno de las obras de este movimiento había tenido oportunidad de disfrutarse hasta ahora en España. Incluso para los propios franceses esta muestra, que se ha exhibido de abril a julio en el Grand Palais de París, ha sido una sorpresa, como asegura uno de sus comisarios, Jean-Paul Ameline.

El artista Meter Stampfli califica la reunión de todas estas obras como un acontecimiento histórico. Cuadros como los que representan la muerte de Duchamp nos hablan de un concepto de la pintura que va más allá de la imagen, que la entiende como un vehículo para las ideas y una oportunidad para cambiar el mundo.

Revisiones de la maja desnuda sobre la bandera norteamericana, reinterpretaciones sobre la guerra de Vietnam, escenas que defienden el derecho a la lectura o impensadas crucifixiones como la de Peter Saul nos remiten a un uso de los pinceles movido por el deseo de cambiar el entorno social de unos artistas que vivieron una época de grandes cambios sociales y que se comprometieron para demostrar que los cuadros no sólo servían para decorar apartamentos sino que podían ser eficaces, que podían tener un fin.

«El silencio no pudo con nosotros»

1. ¿Por qué piensa que la Figuración Narrativa no fue bien recibida?

Los cuadros tenían una influencia de la literatura que estaba un poco denostada en la época. Había drama, humor, amargura, como en la ficción narrativa, y eso no gustaba, gustaban más los cuadros abstractos. Desgraciadamente, en España, no se conoce a la mayor parte de estos artistas, pero espero que esta muestra permita el conocimiento y la divulgación de una gran cantidad de artistas extraordinarios.

2. ¿Considera que el tiempo ha tratado bien a estas obras?

Me parece que la modernidad de estas piezas ha permanecido intacta y es excepcional. Se pintaron hace cuarenta años, pero el silencio no ha podido con ellos. Su modernidad y vitalidad permanecen, no han envejecido. Además, los pintores de este movimiento eran tan buenos que lograron que sus buenas se pudieran materializar. No sólo hacen falta buenas ideas para hacer un buen cuadro, hay que ser un buen artista.

3. ¿Eran la contrapartida del pop art norteamericano?

Desde luego, nuestro acercamiento a la realidad estaba más comprometido, éramos críticos, nos comprometíamos políticamente a través de la pintura. En nuestras obras aparecen notas de humor, de amargura, de tristeza, de rebeldía... pero estábamos al otro lado del charco y en aquel momento la expectación del mundo del arte estaba en Norteamérica.

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