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"En la mesa de mi casa se habla mucho de sexo"

Elena Valenciano. Ex bailarina y actual dirigente del PSOE. Pasó de soñar con ser como Marisol a estudiar en el colegio con Nacha Pop. Ahora tiene una doble vida

JESÚS ROCAMORA

Las ratas de la Ópera Nacional de París no son lo que parecen. Les petits rats, mejor traducirlo como ratoncitos, es como se conocía a las niñas que estudiaban ballet en la escuela de la Ópera. Había entonces algo de reality pero sin cámaras de televisión, algo de 'queréis la fama, pero la fama cuesta': sólo una de aquellas pequeñas máquinas de bailar, encadenadas a hacer carrera allí, conseguía llegar a ser la bailarina estrella. 'Yo de pequeña me veía bailando en la Ópera de París', suelta Elena Valenciano (Madrid, 1960), responsable de política internacional y cooperación del PSOE, que en realidad de mayor lo que quería era cantar, bailar, actuar y lo que le echaran. 'Ser una artista. Pero hacer baile clásico desde niña me hizo tener una idea un poco más elevada', resume.

A Valenciano el pavo se le cayó pronto, a los 15, cuando se dio cuenta 'de que para ser bailarina había que dedicarse sólo a eso. No se podía hacer nada más. Ensayar 10 o 12 horas. Y a mí me interesaban mucho otras cosas, entre otras, la política'. Y adiós al mito de Marisol. Ella entró con 15 años en Juventudes Socialistas, algo no muy raro teniendo en cuenta el ambiente que debió de respirar en su cole, el Liceo Francés. 'Aquello era territorio francés, laico, muy abierto, en el que se estudiaba mayo del 68. Había muchos hijos e hijas de militantes de la izquierda española. ¿Por qué preferí las Juventudes Socialistas? Además de ser de izquierdas, eran los más divertidos. Los otros eran como sectas. Muy rígidos. Las juventudes socialistas mezclaban un poco de socialismo y anarquía', recuerda.

'Tengo la suerte de poder decir que yo tuve 20 en los años ochenta'

Aquel colegio 'era como ir a la universidad: vivíamos lo mismo y lo descubríamos todo a la vez: política, libertad, reflexión, literatura, arte, sexo...'. ¿Sexo, dice? Cuente, cuente. 'En nuestro caso no teníamos influencia religiosa ninguna. Eso nos dio mucho margen: éramos muy jóvenes y teníamos muchas ganas de hacer todo lo nuevo y pocas cortapisas'. Confesión: su primer novio, que tuvo desde el colegio, fue un 'gran dirigente' de las Juventudes Socialistas, así que aquella idealizada vocación política estaba cerca de otras pasiones más terrenales.

De ahí a la universidad, donde el ritmo no bajó: asambleas en la facultad de Derecho por la mañana ('nos vinieron a pegar varias veces: todavía en el año 77, entraba la gente de la extrema derecha a sacudir en las asambleas de la izquierda') y a la sede de Juventudes por la tarde. 'Y por la noche, al Rock-Ola, escuchábamos música, nos tomábamos unas cañitas y algún porrito, y a la mañana siguiente, otra vez a empezar', resume. Aunque Valenciano recuerda mejor el Penta. 'Fui al colegio con Nacha Pop. Antonio Vega y Nacho forman parte del final de mi adolescencia y el principio de mi juventud. Nadie puede parar, decía una de sus canciones. Y no se podía parar porque estábamos en actividad permanente. Cada día pasaba algo alucinante. El concierto de los Rolling fue el paradigma de todo aquello. Pero a la semana siguiente venía Jethro Tull. Era muy importante tener 20 años para poder seguirlo todo. Yo tuve 20 en los ochenta', presume.

'En la universidad todavía entraban a sacudirnos en las asambleas'

Hoy, con una media de seis aviones a la semana, como cuenta en su blog, y una doble vida entre Altea y Madrid, su día a día no tiene nada que ver con aquello. 'Es mucho peor', claro. Aunque es verdad que 'la política tiene un punto de exhibicionista', lo que la conecta con aquella época en la que ensayaba obras de teatro en familia. Madre de dos hijos de 15 y 22 años, se ha preocupado por evitar tabúes religiosos. ¿Cómo ha tratado con ellos el tema del sexo? 'Hablando de ello desde que tenían uso de razón. Introducirlo en las conversaciones como si habláramos de, no sé, helados de fresa. Igual. Con naturalidad. Y, además, se habla bastante de sexo en mi casa, en mi mesa', reconoce.

Hablando de eso, de sexo, Valenciano asegura que tiene 'una especie de relación erótica' con su blog: 'Necesito verlo, tocarlo, comunicarme con él'. Allí cuenta sus historias, como por ejemplo, cómo volvió a su hija feminista sin quererlo contándole los cuentos de princesas al revés o cómo su perra Kenia, que murió a principios de verano, salvó la vida de su hijo cuando este no levantaba un palmo del suelo.

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