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"Mi película es una sesión de espiritismo"

Miguel Gomes, Director. Su película ‘Tabú' obtuvo los premios de la Crítica y de Innovación

Á. V.

El cineasta Miguel Gomes (Lisboa, 1972) consiguió llevarse ayer dos recompensas que muchos consideraron menores: el premio Alfred Bauer a la innovación artística y el de la crítica internacional (FIPRESCI).

Pero la repercusión obtenida por su película Tabú, relato sobre una portuguesa en el África colonial, le convierte en uno de los ganadores morales del certamen. Una película semimuda, pero en las antípodas de The Artist, que podría revelarle por fin más allá del circuito de festivales.

Se suele creer que todo está inventado en el cine. ¿Demuestra ‘Tabú' que todavía queda territorio virgen por explorar?

Por una parte, me interesaba proponer algo novedoso. Por otra, tampoco sé si he inventado tanto. Lo que he hecho es resucitar un cine extinto. Tabú parte de elementos que ya sólo existen en el recuerdo, de una sociedad desaparecida como la colonial y de una memoria que se desvanece, la de los muertos. Me pareció que tenía sentido utilizar un cine ya desaparecido, como el mudo.

¿Cuántas veces le han hablado estos días de ‘The Artist'?

Bastantes. Yo respondo que no me interesaba hacer un pastiche como si estuviéramos en los años veinte, sino llegar a la esencia del cine mudo de otra manera. Mi película es una evocación de la memoria o una especie de sesión de espiritismo, en la que el cine mudo regresa como si fuera un fantasma.

¿Se siente en deuda con los grandes nombres del cine portugués?

El cine portugués me interesa porque no padece una gran presión del mercado. No debe generar grandes beneficios, por lo que resulta auténticamente libre. En Portugal, tenemos la libertad franciscana que te concede la pobreza [risas]. En ese sentido, sí tengo una deuda con Oliveira, Costa o Monteiro.

¿Por qué ha situado su historia de amor en el pasado colonial portugués?

En ese romance existe un aspecto muy perturbado que corresponde con la realidad política del momento en que sucede. Los personajes saben que su historia va a fracasar, pero simulan no darse cuenta de ello. Mi país mantuvo la misma actitud con el colonialismo. Hasta el final, hizo ver que todo iba bien.

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