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Moda y literatura unidos por Europa

La exposición  '20 Trajes para Europa' pone de manifiesto la unión entre dos disciplinas en apariencia alejadas

ALEX CARRASCO

'Si en algo se fundamenta ese gran país que queremos que sea Europa es en la existencia de una identidad cultural compartida por todos los ciudadanos y ciudadanas del mismo'. Bajo esta idea lanzada por Zapatero, presidente de turno de la Unión Europea, nace la exposición 20 Trajes para Europa, un proyecto donde moda y literatura establecen un diálogo fluido y directo para intentar cimentar la ansiada unidad del Viejo Conteniente que, por ahora, parece más cercana a la utopía que a la realidad.

Casi más complejo que encontrar los nexos de unión entre la disoluta Europa puede resultar el intento de hacer convivir disciplinas en apariencia tan lejanas bajo una misma intención. Modesto Lomba, como presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España y diseñador participante en la muestra, saca a los incrédulos de su asombro: 'Moda y literatura son disciplinas en las que todo se revuelve alrededor de la estética, del ámbito de lo formal, de modo que les cabe la sutileza pero no el disimulo'.

Tras pasar por Bruselas y Budapest, la muestra llega por fin a España. Hoy se inaugura en la sede del Instituto Cervantes de Madrid la interpretación que han realizado 20 creadores de moda -doce españoles, cuatro belgas y cuatro húngaros- de algunos de los escritores más influyentes de sus respectivas nacionalidades. Obras literarias salidas de mentes tan privilegiadas como las de Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Juan Gelman, Miguel Delibes, Carlos Fuentes y José Ángel Valente son interpretadas y trasladadas al universo de la moda por diseñadores de la talla de Amaya Arzuaga, Carmen March, Jesús del Pozo y Lydia Delgado.

'La interpretación de la palabra es tan amplia como posible y permite que, en el ir y venir de las influencias e inspiraciones, la literatura sea fuente inagotable e impredecible', prosigue Lomba, encargado de dar vida por medio de un vestido amarillo a la obra Cien años de soledad, de García Márquez. Estructurada en cuatro bloques, la muestra recorre las grandes obras de la literatura llegadas Desde América, el pensamiento femenino que introduce el apartado dedicado a Ellas, la importancia estética sin la que Los Personajes de muchos libros no habrían logrado su identidad definitiva, y la sublimación de la palabra que se manifiesta con el trabajo de Los Poetas.

'Decía Mallarmé que la moda es la diosa de las apariencias. Sin embargo, la moda es también un fenómeno cultural que nos informa acerca de la concepción del mundo en un período histórico', comenta Concha Hernández, comisaria de la exposición y encargada de crear los vínculos definitivos entre ambas disciplinas. Hay exposiciones, parece que este es uno de esos casos, donde el telón de fondo de la misma, definido aquí por la búsqueda de un europeismo más cercano al mundo de la cultura que al de los tortuosos acuerdos políticos y económicos, queda poco a poco relegado a un segundo plano por la fuerza que desprende el contenido de la misma. Tildada de frívola, superficial, fatua y excluyente, la moda rara vez ha gozado de los parabienes del mundo de la cultura, siempre ha sido el patito feo del intelecto, la oveja negra del pensamiento.

'Diseñar prendas no es tan distinto de escribir una novela'

Hasta Óscar Wilde, dandi por excelencia, esteta del verbo y uno los primeros editores de moda de la historia (gracias a su trabajo en la Gazette du Bon Ton), dijo de la moda que 'desde el punto de vista artístico es una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses'. Pero entonces, '¿cómo se podría imaginar al Emperador sin su traje, a Gatsby sin su levita, a Simone de Beauvoir sin turbante o a Amélie Nothomb sin sombrero?', se pregunta Philippe Suinen, administrador general de Wallonie-Bruxelles International.

Y no sólo es que la trascendente forma estética en la que se manifiestan cientos de personajes literarios sea la más evidente coalición de la moda con la palabra, para Suinen 'diseñar prendas no es tan distinto de escribir una novela. ¿Lo importante no es, como reivindica Ralph Lauren, crear una historia?'. Esta es una narración que no será escrita, que no quedará en negro sobre blanco para posteridad, porque esta es una novela hilvanada, cosida, tejida por aquellos que buscan en un vestido la esencia de los ideales literarios.

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