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Mujeres en el teatro "No me voy a detener porque a alguien le disguste que yo sea una mujer"

Entrevista a Ana López Segovia, actriz y directora de Las Niñas de Cádiz, la compañía de teatro compuesta por cuatro mujeres que recorre el mundo sembrando risas, cantando chirigotas y demostrando que las tablas son el mejor lugar desde el que esparcir igualdad.

Ana López Segovia, actriz y directora de Las Niñas de Cádiz, la compañía de teatro compuesta por cuatro mujeres.

Hay quienes espantan su miedo cantando y quienes como la gaditana Ana López Segovia lo hacen a través de un humor que le vino de serie al nacer. Y es que esta actriz no solo se desdobla en cada personaje que interpreta o escribe sino que a pesar de los sinsabores de un mundo precario y difícil como el de las artes también ejerce como empresaria. Está al frente de Las Niñas de Cádiz, una de las pocas compañías de teatro de nuestro país cien por cien femenina, y en cuya aventura le acompañan hasta donde haga falta Teresa Quintero, Alejandra López y Rocío Segovia. Entre ellas ni qué decir que el cachondeo se multiplica por cuatro. “La risa nos libera y es más inteligente que la crispación. El humor siempre es más interesante cuando una es capaz de reírse de sí misma. De sus neuras, de sus errores”, reconoce.

Esta andaluza que se define como “mujer de teatro”, desde joven tuvo claro su don. “Empecé a hacer teatro con 14 años en un grupo aficionado en Cádiz. Debo decir que desde el principio mi compromiso fue absoluto, el mismo que tengo ahora. Es mi vocación. No he dejado de hacer teatro en toda mi vida. No concibo bajarme de un escenario, dejar de escribir, de dirigir, de crear. No es algo temporal o casual, es mi vida. En mi empresa, Las niñas de Cádiz, hago también labores de producción y administración. Todo lo que rodea al teatro me incumbe, no soy solo actriz. ", dice orgullosa.

El machismo de siempre

Pero en su día a día, ni ella, ni sus tres compañeras lo tienen fácil. Además de la precariedad López reconoce cómo la desigualdad les pone palos en sus ruedas. “Vivimos en una sociedad patriarcal desde hace milenios. Eso no se borra de un plumazo. Negar eso es absurdo. Pero no lo uso como excusa. Yo sigo ahí, luchando, sin excusarme, y sin darle explicaciones a nadie. Y no me voy a detener porque a alguien le disguste que yo sea una mujer”. Es más, la chirigotera reconoce a Público que colecciona como cromos “las situaciones machistas vividas” pero también que las ha superado. “Hay algo en mí, que creo es inconsciencia, que me ha hecho saltar por encima de cualquier obstáculo. Mi deseo, mi pasión por hacer lo que me gusta está por encima de cualquier norma que me hayan querido imponer”, sentencia.

Una inconsciencia que le ha impulsado desde hace más de 20 años a salir con su grupo y sus chirigotas por el Carnaval de Cádiz por el hecho básico de pasarlo bien. “Simplemente somos mujeres que hacemos carnaval y que hacemos lo mismo que habían hecho antes otras mujeres. Formamos parte de la consagración de agrupaciones de mujeres por la calle y mujeres solas". Féminas de las que Ana habla con admiración y profundo respeto. “Están muy locas, más locas que yo desde luego, porque se lanzan a seguirme en mis locuras. Son mujeres muy libres y muy bonitas. También quiero acordarme de las diez o doce “niñas” con las que empecé a salir en la chirigota hace más de 20 años, que se tiraron a la calle conmigo sin plantearse si aquello era lo normal o no. Unas tipas admirables”, rememora.

Consiguieron ser las primeras mujeres procedentes del mundo del Carnaval que hacían el pregón 

Cuatro artistas que el pasado año consiguieron ser las primeras mujeres procedentes del mundo del Carnaval que hacían el pregón y que sin duda están siendo el espejo en el que otras se miran. “Nunca hemos querido pensar en ello. Es verdad que ahora muchas mujeres se nos acercan para decirnos cosas preciosas y para decirnos que somos un referente. Yo me siento muy honrada, pero también me asusta. Es una responsabilidad que en un momento dado puede restarme libertad. Yo quiero expresarme sin miedo a equivocarme, a contradecirme, sin tener la sensación de que tengo que decir lo correcto porque soy un referente. Quiero ser libre”, recalca la actriz.

Las cuatro integrantes de la compañía de teatro Las Niñas de Cádiz.

Las cuatro integrantes de la compañía de teatro Las Niñas de Cádiz.

Mirar al pasado de las mujeres valientes

Y hablando de referentes, lo que Ana López tiene claro es que “las mujeres debemos recordar siempre a esas otras mujeres que se dejaron la piel para que ahora vivamos con la libertad que tenemos”. Por eso no duda en rescatar del baúl de sus recuerdos a una profesora de 3º de EGB que le abrió los ojos a la igualdad. “Nunca la olvidaré. Se llamaba Regina Cardona y fue la primera persona que me habló de feminismo. Mi entorno familiar ha sido machista, por educación, por cultura. Pero también ha habido mucho amor, y mucho respeto por nuestros sueños. Siempre le agradeceré a mis padres que me dejaran ser libre con mi vocación”, reconoce. “Gracias a ella y a tantas otras mujeres que lucharon en el pasado ahora nosotras podemos seguir con la lucha, con el empeño por denunciar las cosas que creemos injustas a pesar de que alrededor se nos diga que ya hay igualdad, y que todo está bien. Dentro de unos años veremos como lo más normal reivindicaciones que ahora mismo se cuestionan. Igual que hace ochenta años se cuestionaba el derecho de la mujer a votar, y ahora nos parece algo tan obvio como poder tener una cuenta independiente del marido, o poder ir a la universidad. La gente tiene muy poca memoria”, añade.

El nombre de la compañía es un homenaje a otras mujeres que para ellas marcaron un referente en el Imperio Romano: las Puellae Gaditanae 

Una memoria que también le sirve a la chirigotera para hablar del concurso de belleza de la Ninfa Bella del Carnaval de Cádiz que relegaba a la mujer a mero objeto decorativo y que gracias a las denuncias feministas ha dejado de hacerse. “Las mujeres de Cádiz, en su mayoría, ya no quieren vestirse de piconera y bailar tanguillos. Las mujeres de Cádiz quieren vestirse de lo que les dé la gana y cantar, cantar y cantar. Cada vez hay más mujeres cantando. ¡Y lo hacen de escándalo!”, asevera.

Y por seguir recordando que no quede. El nombre de su actual compañía, el de Las Niñas de Cádiz, es puro homenaje a otras mujeres que para ellas marcaron un referente en el Imperio Romano: las Puellae Gaditanae. “Fueron artistas celebradísimas del Imperio Romano. Eran las bailarinas romanas de Cádiz que no faltaban a fiesta alguna y que se cree puedan ser el origen del flamenco. Ellas eran como ahora somos nosotras un pálpito popular sin complejos, desvergonzado, irreverente y provocador”, comenta.

Un descaro que cualquiera puede ver en su última obra Cabaré a la gaditana donde se mezcla “carnaval, humor, música, teatro, crítica, performance, verso, prosa, y grandes dosis de irreverencia y fiesta. Bueno, y también un poquito de poca vergüenza” y donde el público se lo pasa de lo lindo con un grupo de mujeres venidas desde Boston para repoblar Cádiz. “Se trata de una mujer solitaria que usa Facebook para asomarse al mundo, una becaria sumisa y paciente siempre a la sombra de su jefe… y otros tantos modelos de mujer, todos ellos vistos desde la perspectiva humorística, auto irónica y libre de las coplas del carnaval ilegal de Cádiz”, cuenta su directora.

Tanto en esta obra como en Lysistrata o en cualquier otra, las risas y las críticas al machismo están repartidas siempre a partes iguales. “Nunca hemos abordado los temas desde una cuestión de género. Los temas han surgido, nos han seducido, sobre todo porque veíamos una historia y una posibilidad de hacer humor. Pero claro, luego se da la circunstancia de que somos mujeres, y tenemos una opinión. Y ahí supongo que surge la perspectiva feminista inevitablemente. Pero no es algo buscado”, destaca.

La dificultad de conciliar

Lo que la directora de esta compañía busca pero no siempre encuentra es la manera de conciliar su pasión con su otro gran amor como es el de ser madre. “La aventura de la maternidad en un mundo tan complicado y difícil como el de las artes escénicas para las mujeres es un coñazo. De verdad. Yo viajé con mi niño por toda España hasta que tuvo dos o tres años porque quería darle la teta y no quería además separarme de él. Pero es verdad que hacer eso cuesta dinero. Mi hermana dice que un hijo es un artículo de lujo y es una verdad como un templo. También he sentido a veces que se me cuestionaba como profesional cuando había algún problema de conciliación. Y eso lo he sentido tanto en hombres como en mujeres, que supuestamente deberían ser más solidarias. Hay mucho que hacer ahí. Pero el trabajo comienza, como siempre, en la cabeza de uno mismo. No sentir culpa por ser madre, por ejemplo”, reconoce López.

Me he dado cuenta de que tengo más comportamientos machistas de los que hubiera imaginado

Pero aunque a Ana hacer que esta balanza esté equilibrada le quite a veces el sueño tiene claro que no cambia por nada el hecho de haber sido madre. “A mí la maternidad me ha removido entera. Ha sacado cosas de mí maravillosas. Y de pronto otras que no tanto. Por ejemplo, cuando digo que me he convertido en mi madre, hablo de cosas que se han revelado dentro de mí, patrones de conducta copiados de lo que he mamado, que no me gustan nada. Me he dado cuenta de que tengo más comportamientos machistas de los que hubiera imaginado, y también de que hago cosas sin sentido solo porque las he visto en mi casa... Eso por la parte negativa. Por la positiva, he visto en mí cosas bonitas como la capacidad de entrega a tu familia, el deseo de dar amor y de hacer cosas por los demás que es algo muy arraigado entre las mujeres de mi familia: mi madre, mi abuela, mis tías. Son unas cracks del amor. Es increíble cómo se heredan estas cosas y en qué momento, para tu sorpresa, aparecen en ti”, señala.

Sea por el hecho de ser artista, empresaria o madre Ana López tiene claro que no se cambia por nadie. Que ella es quien ha querido ser. Un privilegio que no todas las mujeres pueden decir o sentir. “Conforme voy cumpliendo años, y ya van 45, voy dándome cuenta de que soy muy feliz, de que tengo mucha suerte y de que tengo una capacidad de trabajo y de entusiasmo por mi vocación enorme. Estoy orgullosa, aunque tengo la sensación de que no he hecho ningún mérito para ello. Simplemente es que para mí es inconcebible hacer otra cosa”, finaliza.

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