Reventa, entradas dinámicas y paquetes vip: por qué los precios de los conciertos han enloquecido
Según Ticketmaster España, el gasto medio por entrada en 2024 fue de 84 euros, un 5% más que en el año anterior.
Artistas y aficionados a la música en vivo coinciden en que existe un negocio enormemente lucrativo e ilegal detrás de las reventas de 'tickets' para artistas internacionales como Lady Gaga o Beyoncé.

Madrid--Actualizado a
La euforia colectiva que se desató en España cuando Lady Gaga anunció que ofrecería varios conciertos en el Palau Sant Jordi de Barcelona el 28, 29 y 31 de octubre duró el tiempo que tardaron en comercializarse sus entradas. Los Little Monsters –así se hacen llamar los fans de la artista estadounidense– llegaron a pagar la friolera de 600 euros para asistir al Mayhem Ball Tour en directo. La mayoría de entradas había pasado a costar, durante los tiempos de espera en las colas virtuales, de 150 euros iniciales a más del doble.
No es ni de lejos la primera vez que estos incrementos suscitan la indignación de los aficionados a la música en vivo: todos recordarán los precios desorbitados para el Eras Tour de Taylor Swift. Aquella fue la gira más taquillera de la historia, con más de 2.000 millones de dólares de recaudación. No es para menos, ya que algunas entradas llegaron a superar los 580 euros, mientras que en plataformas de reventa online algunas situadas en la grada baja alcanzaron los 6.000, según el medio cultural y de entretenimiento Time Out. Un incremento desproporcionado y cada vez más recurrente en los grandes eventos musicales que nada tiene que ver con lo que sucedía décadas atrás.
"Yo empecé a ir a conciertos con 15 años, en 2009 aproximadamente, para ver a Love of Lesbian y a Vetusta Morla porque me encantaba asistir a conciertos de indie. Algunos eran gratis porque estaban financiados por el Ayuntamiento o como mucho pagaba en torno a 20 euros. Ahora, la última vez que fui a ver a Love of Lesbian pagué casi 50 euros. Ahora estoy segura de que me costaría más incluso”, cuenta a Público María Cristina García, aficionada a los conciertos. Como pone de manifiesto su relato, el auge de precios se ha acusado no sólo en los grandes espectáculos de artistas como Beyoncé, Bruno Mars o Sabrina Carpenter: los tickets para ver a artistas de proyección nacional también se venden a precio de oro y están cada día al alcance de menos carteras.
Según Ticketmaster, una de las principales compañías del mundo en venta de tickets para eventos musicales, el gasto medio por entrada en 2024 en España fue de 84 euros, un 5% más que en 2023. Por transacción, los compradores gastaron una media de 184 euros, un 3% más respecto al año anterior. "A partir de la pandemia, ha habido varios sectores que han aprovechado esa ilusión y esas ganas que tenía la gente de volver a salir a la calle para subir de manera desmedida el precio de las entradas. Esto condiciona directamente tanto al músico como a las productoras, así como al público en general", asegura a Público Luis Cadenas, cantautor de rock. La fiebre de los conciertos y festivales ha acelerado considerablemente la demanda de entradas y los bolsillos lo notan desde hace años. Hoy los jóvenes asisten proporcionalmente a muchos más espectáculos musicales que sus padres porque invierten más en ocio y experiencias como ver a sus ídolos en vivo.
Ahora bien, la razón del descalabro económico que supone disfrutar de la música en directo no reside en el FOMO (miedo a perderse eventos o experiencias gratificantes) de las nuevas generaciones, como algunos pretenden hacer ver. No es solo una cuestión de demanda. El quid de la cuestión está esencialmente en la especulación masiva en el mercado paralelo de tickets. Existe todo un negocio tan lucrativo como ilícito y desregulado detrás de la venta y reventa de entradas. Desde hace años se ha extendido el uso de programas informáticos o bots capaces de comprar al segundo cientos de entradas –que automáticamente quedan retiradas de las plataformas de pago minutos después de salir a la venta– para luego volver a comercializarse, esta vez a precios abusivos.
La acción simultánea de decenas de estos bots reduce al instante el número de tickets disponibles en los sitios web oficiales y obliga a muchos fans a recurrir a la reventa. Silvia, amante del rock, indie y música clásica en directo, acude mensualmente a conciertos tanto en salas pequeñas como en estadios y destaca que recientemente tuvo que adquirir entradas en un portal de reventa "porque literalmente no había nada diez minutos después de que salieran en venta". Reconoce, además, que "a un amigo que no consiguió para ver a Delaporte se la compré al día siguiente pero pagando más dinero en Ticketswap [plataforma de reventa]. Es indignante que algunos se quieran lucrar así". Aun así, ya no consigue ir a todos los conciertos que desearía "porque las entradas vuelan".
Hay, de hecho, negociantes especializados en este tipo de compraventa fraudulenta que reciben el nombre de brokers y operan aprovechándose de la elevada demanda de eventos musicales. Tal y como informa el Centro Europeo del Consumidor en España, estos brokers o prosellers (profesionales de la reventa) "utilizan técnicas para disponer de la práctica totalidad de las entradas, lo que deja al consumidor en una situación de desventaja". El pasado mes de noviembre, la banda británica Oasis anunció la cancelación de 50.000 entradas vendidas a través de plataformas en la reventa online para su gira de 2025. Los precios habían pasado de 130 euros (las entradas originales) a 350 después de acabar en webs de reventa.
Las entradas a menudo se revenden a través de plataformas online poco o nada fiables: Stubhub y Viagogo son quizás las más populares, aunque existen decenas de ellas de forma totalmente desregulada. Tanto Stubhub como Viagogo cobran una comisión de casi el 30% por gastos de gestión a los compradores e inflan los precios originales de las entradas incluso a más del doble de su coste original.
Además, tampoco protegen al comprador de ser estafado después, pese a que cuentan con "protocolos antifraude" y aseguran que el dinero de las entradas será devuelto en caso de estafa. "Tengo muchos colegas a quienes en la reventa de entradas les han vendido la misma entrada a mucha gente y se han quedado fuera del recinto después de haber pagado. Han tenido que poner denuncias", recuerda María Cristina sobre los riesgos que comporta adquirir tickets en este tipo de plataformas al margen de la ley.
Estafas y fraudes vinculados a la reventa
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señalan que con la reventa, si se produce una estafa, el comprador siempre corre el riesgo de no poder reclamar y, en caso de que se cancele el evento, no se le reembolsará el dinero depositado. Asimismo, el Portal de Consumo del Gobierno ya ha alertado de que es frecuente que lleguen a revenderse entradas que ya no existen, o que éstas se vendan duplicadas o triplicadas a distintos compradores e incluso tickets falsificados. Las plataformas donde se revenden no tienen ninguna forma de controlar las falsificaciones.
También conviven con estas grandes webs de reventa otras igualmente desreguladas. Ticketswapp es una de ellas, lleva cuatro años operando en España y desde su portal online asegura que "puedes comprar y revender entradas para conciertos, festivales, eventos deportivos, obras de teatro y otros tipos de espectáculos en directo. Solo necesitas seguir los pasos para crear una cuenta o entrar en tu cuenta, añadir una entrada y un precio y poner tu entrada a la venta". Con el Fan to Fan, que surge de la misma web oficial Ticketmaster, el riesgo de estafa que hay en otros portales desaparece, ya que la compra por reventa es mucho más segura.
Además de tener lugar en plataformas dedicadas propiamente a la reventa, estas estafas también se producen a menudo en las redes sociales: en mayo de 2023, los Mossos d'Esquadra consiguieron identificar a dos estafadores -conocidos como Gabri y Pepe en X (antes Twitter)- que habían engañado a más de 300 personas vendiéndoles entradas falsas de hasta 160 euros para un concierto de Coldplay.
Para impedir que este mercado paralelo ilícito siga creciendo a sus anchas, en 2017 Alejandro Sanz puso en marcha la Alianza Anti-Reventa con el objeto de acabar con los abusos especulativos. Lo hizo después de que las entradas para uno de sus bolos se agotaran en cuestión de segundos y luego aparecieran en webs no oficiales. Una de las demandas de esta iniciativa fue que el propio Gobierno tomara cartas sobre el asunto implementando "una legislación efectiva" sobre la reventa online. Sin embargo, aunque Cadenas asegura que "se están poniendo en práctica fórmulas como que un ordenador no te venda de repente 10.000 entradas de un concierto de manera automática", la ley va muy por detrás de los reclamos sociales.
En el marco europeo existe desde el año pasado la Ley de Servicios Digitales (DSA) para proteger a los consumidores de prácticas abusivas a nivel internacional, pero en España la única norma estatal vigente, el Reglamento de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, no prohíbe directamente la reventa online. Tan solo penaliza en caso de que esa reventa se produzca en las calles o de forma ambulante, lo que deja en el aire el grueso de las operaciones de reventa que se producen actualmente en el país.
La trampa de los precios dinámicos
El sistema de precios dinámicos implantado desde hace ya años por las webs oficiales como Ticketmaster respondía en un principio a acabar definitivamente con la especulación en la reventa. A partir de este modelo, el coste de las entradas se ajusta en función de la demanda en tiempo real, de manera que así no se dispara el precio en el mercado de segunda mano. Aunque a priori puede parecer una medida con cierto sentido si lo que se busca es que se paguen precios justos, el resultado ha sido nefasto para la economía de los aficionados a los conciertos: los asistentes llegan a pagar por una entrada de grada lo mismo o más que otras con acceso a zonas reservadas. "Cuando fuimos también a Carolina Durante pagamos casi 40 euros por la entrada y estábamos lejísimos en la grada, estuvimos mirando las alertas todo el tiempo para comprar más entradas para más amigos e igual salían los sorteos y era casi imposible que nos tocara alguno", confiesa María Cristina.
El pasado noviembre, debido a este ajuste de precios, durante la venta de entradas para la gira The Black Parade de My Chemical Romance para este 2025, los tickets originales llegaron a superar los 695 dólares (en reventa su precio se multiplicó por diez, según detalló entonces Mondo Sonoro). Debido a las comisiones por gestión que imponen las plataformas, estos gastos pueden superar el 10% e incluso el 20% del precio de la entrada, según la OCU. A causa del revuelo que han suscitado en todo el mundo los precios dinámicos, la Autoridad de Competencia y Mercados del Reino Unido (CMA, por sus siglas en inglés) anunció en septiembre del año pasado que investigaría a Ticketmaster.
Packs vip "elitistas" que reducen la oferta de entradas
A juicio de los aficionados con cierto recorrido en la asistencia a conciertos, mientras la demanda de entradas se ha disparado en los últimos años, la oferta de tickets a precios medios se ha ido reduciendo. Esto es así porque cada vez se destinan más espacios de pista a "zonas exclusivas" para clientes vip, es decir, las que disponen de mejor visibilidad se venden a precios de oro en lugar de figurar como entradas de pista estándar. Esto limita el número de tickets a precio normal, ya que una parte de ellas se vuelven directamente inasequibles. La promoción de los llamados "paquetes vip" contribuye, según varios artistas y asistentes, a una progresiva "elitización" de los conciertos.
Estos no solo incluyen la posibilidad de ver a los artistas desde un lugar privilegiado, sino también otros beneficios excluyentes como acceso prioritario y sin a penas colas al recinto, barra y baños privados, experiencia "meet and greet" con los artistas, merchandising exclusivo y un largo etcétera de productos. Durante la gira Happier than Ever de la cantante Billie Eilish se hizo patente cómo el precio total se había incrementado (hasta los 500 dólares) a causa de estos paquetes vip, solo al alcance de una minoría. Ya existen de facto portales dedicados a vender específicamente estos packs "experienciales": en First Golden Ticket, por ejemplo, aseguran desde su portal online "extender la experiencia del directo con una amplia gama de servicios, desde entradas vip hasta paquetes experiencia con Meet&Greet con el artista, acceso exclusivo a las pruebas de sonido, sesiones de preguntas y respuestas, o fiestas pre-show con DJ y entretenimiento".
Aunque resulte llamativo, la venta de entradas no solo no ha bajado sino que ha aumentado con creces en los últimos años en España. Como exhibe el último observatorio de Ticketmaster, la venta de entradas en España ha aumentado un 15% respecto al año anterior. Sin embargo, el esfuerzo económico es mucho mayor que antes. Tanto que personas como Almudena Arias, compañera de María Cristina y también aficionada a la música en vivo, admite que hoy está dándose "un détox de conciertos": "Llega un momento en el que te das cuenta del dinero que te estás gastando ahí. Hace un tiempo me di cuenta de lo que estaba gastando en esto y paré", comenta.
Coincide con ella Cadenas, para quien, si bien "ya Kurt Cobain [cantante de Nirvana] alucinaba en su época con el precio de las entradas de Madonna porque le parecía algo absurdo y desmedido, sí es verdad que hoy en día el esfuerzo cada vez es mayor porque todo es más caro y se nota". Parte de las personas que antes acudían con cierta recurrencia a los espectáculos en vivo han dejado de hacerlo por este motivo. En 2023, según un informe de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el 36% de los consumidores dejó de asistir a eventos musicales por el alto coste del precio de las entradas.
Quienes apretándose el cinturón consiguen ahorrar para pagar una entrada lo tienen que hacer, comenta María Cristina, con una previsión de meses: "Si tú quieres ir a un concierto, lo tienes que planificar con un año de antelación. Acabamos de comprar las entradas de Viva Suecia para noviembre y lo hicimos antes de Navidad. Es imposible improvisar aunque sea un poco", detalla la joven.


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