Público
Público

"No sé hacer filmes coyunturales"

Fernando León. Cineasta

CARLOS PRIETO

De niño prodigio a veterano del cine español. A los 19 años escribía guiones televisivos para Turno de oficio y el Un, dos, tres. A los 28 estrenó Familia y ganó el Goya a la mejor dirección novel. Luego llegaron Barrio (1998), Los lunes al sol (2002), Concha de Oro en San Sebastián y Goya a la mejor película, y Princesas (2005). Y ahora, en plena canícula veraniega, Fernando León (Madrid, 1968) da los últimos retoques a su quinto largometraje de ficción, Amador, que se estrenará el próximo 1 de octubre.

El filme cuenta la historia de Marcela (la actriz peruana Magaly Solier), una joven inmigrante en apuros económicos que cuida durante el verano a Amador (Celso Bugallo), un señor mayor postrado en una cama, en ausencia de su familia. El cineasta recibe a Público en las oficinas de su productora, en el madrileñísimo barrio de Lavapiés. 'Estoy deseando empezar a enseñar la película a los amigos', dice el director, que no pierde la ilusión pese a haber visto ya su nueva obra 'cientos de veces'.

¿Ha quedado ‘Amador' como se la imaginaba?
Creo que sí. Un ayudante de dirección que trabajaba conmigo siempre me hacía esa pregunta y yo le contestaba con un porcentaje. Familia se pareció un 70% a la película que había imaginado. Esa es la lucha que he mantenido el último año. Que Amador se pareciera mucho a la obra soñada. Creo que lo he conseguido en un 95%.

¿No se ha producido ninguna mutación por el camino? ¿Le ha llevado el rodaje a algún lugar inesperado?
Como buen guionista metido a director tiendo mucho al control, aunque alguna novedad ha habido. Hay una parte muy importante en la historia, de la que no puedo hablar porque tiene algo de giro sorprendente, que se ha ido haciendo poco a poco con el centro de la película. Pasó en el rodaje, pero sobre todo lo sentí en el montaje. Lo curioso es que ese acontecimiento inesperado fue lo primero que me vino a la cabeza cuando surgió la historia. Parece que uno no puede luchar contra la naturaleza del relato, lo que era importante al principio ha vuelto a serlo al final. Por otro lado, también me ha sorprendido la interpretación de Magaly Solier. Ha hecho aportaciones a su personaje que salían desde un lugar muy intuitivo y natural. Todo el peso de la trama cae sobre sus espaldas.

'He conseguido que la película se parezca mucho a la obra soñada'

¿Cómo llegó esta historia a su cabeza?

Es difícil darle una partida de nacimiento. Casi siempre viene de varios sitios, ideas o conflictos. Se te ocurre algo, lo dejas guardado en algún cajón de tu memoria y, de pronto, meses después, aparece una imagen o un personaje que complementa aquella. En mi caso los personajes son lo más importante. Al escribir trato de seguir sus pasos por la trama, darles cuerpo, que tengan tres dimensiones, que parezcan reales. Y también no inmiscuirme y tratar de respetar sus decisiones. O al menos esas son las intenciones.

¿Qué quería contar en esta ocasión?
La historia de Marcela, una mujer que persigue a la vida. También me interesaba plantear un conflicto: cuando te ves forzado a elegir entre la necesidad o la supervivencia y tu ética. Cómo sales parado de la batalla entre lo que crees que debes hacer y lo que no te queda más remedio que hacer. Hasta dónde estás dispuesto a llegar por necesidad. Cómo llega uno a contraponer sus principios a la supervivencia, que es algo muy jodido. En otra escala todos nos enfrentamos a este dilema a diario, aunque para nosotros no sea una cuestión de supervivencia.

¿No nos vamos a reír ni un poco entonces?
En la película también hay sentido del humor, pero más oscuro que en otras de mis obras. Un humor de solidaridad de base, de la gente acostumbrada a vivir estas situaciones, que se apoyan unos a otros de un modo natural.

'Quería contar hasta dónde es uno capaz de llegar por pura necesidad'

Marcela es una inmigrante peruana que vive en España desde hace unos años. ¿En qué modo determina esto al personaje? ¿Si no fuera inmigrante estaríamos hablando de una película diferente?

Es muy sencillo: si la película se hubiera rodado hace 20 años, Marcela sería una mujer española de clase trabajadora o recién llegada de un pueblo a Madrid. Por ponerte otro ejemplo muy claro: si El ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948) se rodara hoy, Antonio, el hombre que anda por la calle pegando carteles y se queda sin trabajo porque le roban la bicicleta, sería un inmigrante: son ellos los que hacen ahora ese tipo de trabajos. El hecho de que Marcela sea inmigrante afecta a su relación con Amador al producirse un choque entre dos culturas y dos formas de entender la vida. Pero Marcela es sobre todo una persona en una situación de precariedad económica. Su historia le puede pasar a cualquiera. Lo que espero es que se produzca una empatía fuerte con la protagonista. Que te pongas en su piel, sea inmigrante o sea de Valencia y vivas todo lo que le sucede con la misma preocupación y humor que ella. ¿Qué va a pasar con ella? ¿Cómo va a conseguir salir esta criatura del lío en el que se está metiendo?

Amador, interpretado por Celso Bugallo, puede ser el personaje de más edad que ha escrito nunca. ¿Qué problemas le planteó?
Lo mejor de él es que es un tipo que actúa siguiendo sus principios. Que no sé si son acertados o equivocados, pero son los suyos. Es muy terco, muy cabezota, en principio vive la llegada de Marcela como una imposición. Nadie le ha consultado. No tiene nada contra ella, pero no cree que esa sea la manera de decidir las cosas y hay tiranteces entre ellos. Los dos ocultan algo que nadie, ni siquiera sus familias, saben. Eso hace que surja una complicidad. A veces se alcanza una confianza enorme entre los desconocidos. En poco tiempo te ves dispuesto a compartir cosas que no compartirías con gente que conoces de toda la vida porque dicen demasiado de ti. Esos secretos condicionan mucho a los personajes. Son dos secretos relacionados con la vida y con la muerte.

¿Si ‘Amador' diera lugar a algún debate de qué le gustaría que se hablara?
Hay muchos temas. La película conecta inevitablemente con esta situación de crisis colectiva. Un valor que puede tener es que está contada desde los ojos, el espíritu o la malicia de aquellos para los que la crisis no es circunstancial, pasajera o de dos años. Aquellos que están acostumbrados a vivir esa situación, a sufrir una crisis permanente, a buscar las fisuras y las ranuras a la vida. Aquellos que no tienen un acceso fácil a la buena vida. Que están acostumbrados a luchar por una cuestión de necesidad. La crisis económica afecta más a los inmigrantes. Pero empecé a escribir la película antes de que empezara la crisis, y la podía haber escrito hace cuatro años. No está ligada a esa circunstancia. Pero sí creo que tiene gracia que se estrene en este momento -cuando la recesión es noticia diaria- una película protagonizada por una mujer para la que la crisis es rutina cotidiana, no excepción o titular de periódico.

'También hay sentido del humor pero es más oscuro que mi cine anterior'

¿No cree usted, por tanto, que ‘Amador' sea una película coyuntural. ¿Y el resto de sus filmes?

No es una película coyuntural en absoluto. Nunca lo fueron para mí ni Los lunes al sol ni Princesas. No sé hacer filmes coyunturales. Me hace gracia cuando alguien me atribuye esa capacidad. Yo no puedo vislumbrar lo que va a pasar dentro de tres años. Sería un genio si lo hiciera. La historia que cuenta Amador podría haber pasado hace 20 años, hace 10, pasa ahora y, por desgracia, podrá pasar dentro de 10 porque son problemas estructurales que no responden ni a un gobierno ni a una política concreta. Están ahí para quedarse. Por eso cuando me meto en ellos prefiero hablar de cómo afectan a los personajes, de cómo les buscan las vueltas, porque eso es lo que no caduca, lo que es universal, y con lo que uno se puede sentir identificado aunque no lo haya vivido de primera mano. Creo que las películas tienen que tener la capacidad de apelar más a la emoción de la gente y conseguir su empatía.

En este caso, empatía con Marcela...
Una de las mejores cosas que le pueden pasar a la película, incluso políticamente, es conseguir que cualquiera entienda el proceso por el que pasa una inmigrante peruana que lleva aquí pocos años, que tiene una necesidad económica muy fuerte y que, debido a ello, se mete en un lío muy grande. Que el espectador diga ¡ojalá que salga bien parada!, pero también que se dé cuenta de que no es posible salir bien parado de ciertas situaciones. Ese sería el mayor éxito de la película.

 

La editorial Debate publicará en septiembre un libro de artículos de Fernando León, un guionista metido a director del que siempre se ha destacado su capacidad para escribir diálogos. El director madrileño explica el contenido de este volumen: “Se trata de una recopilación de todo lo que he ido escribiendo desde que rodé mi primer cortometraje en 1994. El tronco central es el cine, pero también hay artículos más políticos relacionados con los documentales en los que he participado. Hay textos sobre la pena de muerte en EEUU, la marcha zapatista, el encarcelamiento de los sindicalistas asturianos Cándido y Morada y el cierre de la parroquia de Entrevías. Siempre tomándome ciertas licencias, recurriendo a la ficción, porque no sé contar las cosas de otro modo”.El autor de ‘Los lunes al sol’ cree que este es un momento ideal para recopilar todos los artículos que ha ido escribiendo desde que empezó a dedicarse al cine. “Es como un inventario. Un borrón y cuenta nueva. Me parecía que tenía sentido recopilarlo ahora. Noto como si hubiera un corte en mi vida. Me hacía ilusión ver que todo eso quedara recopilado ahora en un libro”.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?