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La novata de Cibeles

Sara Coleman debutó en la pasarela con una colección inspirada en estructuras orgánicas

ROCIO PONCE

Tirando de trabajar durante fines de semana y noches sin dormir, la diseñadora gallega Sara Coleman ha conseguido que sus colecciones se vendan en Galicia, Bilbao, Canarias, Valencia, Andorra y hasta Italia. 'Las ferias como SIMM han sido las que me han ayudado a ir ampliando mercado', explica a Público.

Coleman ha sido la novata de la edición de Cibeles, que cierra hoy sus puertas con las colecciones de los nuevos diseñadores en El Ego. Esta cantera de la semana de la moda madrileña es la que la vio nacer y ahora la mira con respeto tras su debut de ayer con una colección que nace de las estructuras orgánicas.

En 15 días la diseñadora tuvo que preparar todos los prototipos de desfile para participar en la CMFW. 'Cuando nos avisaron con tan poco tiempo teníamos sólo el muestrario comercial y para el desfile hay que hacer algo más especial', cuenta Coleman. Hasta ayer han estado cosiendo 'como locos' para que sus diseños, más comerciales que con los que se presentó en El Ego, pisasen en perfectas condiciones la pasarela.

Ella misma entiende que sus propuestas son fruto de una evolución necesaria: 'Cuando entras en este mundo y ves la realidad, o estás en conexión con eso o estás en otro ámbito. Empecé con colecciones muy creativas, pero poco a poco separé la parte artística de la comercial', añade. Con la parte artística la diseñadora se refiere al concepto y mensaje que hay detrás de la colección, la forma ideal es traducirlo para que llegue al público 'porque hay que venderlo, sino no tiene sentido todo esto'.

La clave es su forma de entender el oficio, pues considera que el diseñador no es un artista que hace una obra atemporal, sino que está influenciado por la sociedad. 'Coco Chanel no era una gran diseñadora en el corte como si fue Vionnet, pero supo traducir lo que querían las mujeres en ese momento'. El componente social de la moda es muy importante, así como la faceta más artística, pero la diseñadora matiza que, 'lo interesante del diseñador es cuando ofrece lo que la gente necesita, sin fijarse simplemente en el arte sino esa colección no tendrá mayor trascendencia'.


De los vestidos voladores nacidos de cometas que presentó en El Ego no queda ni rastro, la diseñadora se ríe al recordar esos inicios y ahora se asienta para fundir los patrones de Oriente y Occidente en sus prendas. Diseños que van dirigidos a una mujer independiente y liberada: '¿Por qué tiene que pasarlo mal con las cremalleras?', se pregunta Sara Coleman. Y la solución la encontró en el mar, concretamente en los trajes de neopreno y sus largas tiras que ayudan a subir y bajar las cremalleras. Ese recurso lo ha utilizado en vestidos y cuerpos, algunos de inspiración medieval (jugones del s. XVI). En esa prenda, Sara Coleman ofrece un 'rollo' futurista por el cuello, pero lo conecta con el pasado por los cortes: unión de tradición y vanguardia. De la misma forma que coge el patronaje japonés y lo une al de la couture francesa en un mismo diseño. 'Mi forma de abrir la puerta es pasear por la playa y las estructuras que veo las traduzco en patrones que serán luego ropa', explica la diseñadora.

Coleman cree en que lo importante de la moda, y de cualquier disciplina artística, es beber de fuentes ajenas. Explica que sólo escapándose de la evita contaminarse, 'sino inconscientemente tiendes a repetir lo mismo de tanto verlo'. Confesa seguidora de Issey Miyake y Yoho Yamamoto, no sabe trabajar si no es cerca de la naturaleza:
'Mi lema es ‘con los pies en la tierra, pero la cabeza en el aire'.

 

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