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La novela negra que inspiró la película 'Pulp Fiction' de Tarantino

ANTONIO LOZANO

Miami Blues. Charles Willeford. RBA.

1. El hombre

Seguramente resultaría más creíble para el lector el argumento de cualquiera de las novelas que escribió Charles Willeford que el relato de su vida. Con doce primaveras escapó de la custodia de una abuela para pasarse dos años saltando clandestinamente de tren en tren con los que cruzó los estados sureños más castigados por la Gran Depresión. Fue conductor de camiones y cocinero en Filipinas, encargado de caballerizas en Monterrey, se le condecoró con un Corazón Púrpura por sus servicios al frente de una división de tanques en la Batalla del Bulge y dirigió una emisora radiofónica castrense en las islas Kyushu de Japón. Tras colgar el uniforme, ejerció de entrenador de caballos, boxeador profesional, vendedor en un mercadillo de pulgas y actor en anuncios publicitarios y en un film de Roger Corman. ¿Un tipo rudo? Mucho más que eso. Estudió historia del arte en Lima, pintura en Francia y literatura anglosajona en Miami, editó la Alfred Hitchcock Mystery Magazine, comenzó publicando poesía, fue crítico literario en The Miami Herald y dio clases de humanidades, filosofía y literatura en dos universidades. Escribió mucho y variado, aunque el mercado le dio la espalda con frecuencia, llegando a pasar dos décadas en el dique seco. Tardó 65 años en saltar al estrellato con Miami Blues y empezó a ganar dinero en abundancia cuatro después, el mismo año de su muerte.

2. El lugar

Con sus cálidas temperaturas, sus playas, su vegetación exuberante, su turbulenta vida nocturna, sus mujeres con curvas, su inmigración caribeña y sus mafiosos horteras, Florida es cuna de un hedonismo tirando a salvaje que la convierte en un alegre marco para el género negro. John D. MacDonald la colocó en el mapa en los 60 por medio de Travis McGee, especialista en recuperar objetos robados que vive en un barco customizado en un puerto de Fort Lauderdale. Sin embargo, fue el Miami ochentero de Charles Willeford, una ciudad en plena latinización tras el desembarco de los marielitos, en transición de la decadencia gerontocrática al baño de neón, vicio y plomo,  el que haría más por sacarle punta al potencial delictivo del 'Sunshine State'. De escritores como Carl Hiaseen o James W. Hall, a series de televisión como Miami Vice o Dexter, todo rastro de sangre que contenga ADN de Miami ensucia las manos de Willeford. 

3. El libro

Y así llegamos al Miami de Miami Blues, una urbe de calor pegajoso, de guayaberas azul claro con calcetines a juego y de pantalones de lino, tomada por las hordas de cubanos facinerosos de los que se deshizo Fidel Castro, donde la ley contra la vagancia ha sido derogada, un 20% de conductores circula sin carnet y abundan los edificios art déco en ruinas. Como en los westerns, este lugar no es lo suficientemente grande para acoger a dos tipos. En el bando de los teóricamente buenos, Hoke Moseley, sargento del Departamento de Policía, sección Homicidios. La mitad de su sueldo se lo lleva su exmujer para la manutención de sus hijos. Por ello, 1) reside en un cuchitril en el irónicamente llamado Hotel Eldorado, mezcla aromática de sábanas sucias, calcetines y ropa interior sin lavar, ron y humo de tabaco rancio, y 2) procura siempre llamar desde los bares y no desde las cabinas públicas, porque si saca la placa no le cobran y encima le invitan a una copa. Moseley tiene 42 años, conduce un destartalado Le Mans de 1974, viste un traje de popelina, mezcla cerveza con whisky, al café le echa edulcorante Sweet´n Low y leche en polvo, y hace meses que no echa un polvo. Su mayor cruz es una dentadura postiza que remoja en agua por las noches y que sus enemigos disfrutan extrayéndola.

'Pulp Fiction'

Del lado de los teóricamente malos, Frederick Frenger Jr., aunque prefiere que lo llames Junior a secas. Un 'despreocupado psicópata de California' de apenas 28 años, aunque una existencia pasada entre reformatorios, institutos para delincuentes juveniles y centros penitenciarios le ha pasado factura y parece bastante mayor. Hacer pesas le ha provisto de unos brazos musculados y algunas mujeres encuentra atractiva su nariz rota. Tras  tres años alojándose en San Quintín por robo a mano armada, lo primero que hace al salir es cometer tres atracos, por lo que decide poner 5.000 kilómetros de distancia y establecerse en Miami. Allá se especializa en sacarle el máximo provecho a tarjetas de crédito ajenas, roba en centros comerciales, asalta a delincuentes y se sirve de una porra y de una placa de policía para confundir y magullar al personal. La mayor lección que le ha brindado la vida es el error que supone comportarse de forma altruista con los demás. No soporta las preguntas estúpidas. No ríe. Se ve reflejado en un haiku protagonizado por una rana y aprende lecciones de los lagartos. Asegura que lo único que desea es llevar una vida normal.

Sobre este duelo Moseley-Junior bajo el inclemente sol de Florida, Elmore Leonard señaló 'Nadie ha escrito una novela negra mejor'. Mucho después, pero no antes de que adaptara la novela Jackie Brown del propio Leonard, Quentin Tarantino declaró sobre Pulp Fiction que 'no calificaría la película de neo-noir, sino cercana al género negro moderno, a alguien como Charles Willeford'.

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