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La novela de la que no se ríe nadie

El último fenómeno boca a boca en Internet logra que un clásico del humor británico de Stella Gibbons supere en dos semanas las ventas de los grandes autores de best sellers

PEIO H. RIAÑO

Desde hace dos semanas hay un libro que vende más que Arturo Pérez-Reverte, Julia Navarro, Matilde Asensi, Stephenie Meyer y Haruki Murakami. Su autora lleva muerta 21 años, lo escribió hace 77 y nunca se había traducido al castellano nada de ella, con 25 novelas encima y otros tantos poemarios.

Nadie había oído hablar jamás de Stella Gibbons, ni de la novela La hija de Robert Poste. Nadie escribió de ella desde su publicación en España hace semanas y, sin embargo, la editorial Impedimenta encarga una nueva tirada de ejemplares cada semana. Una caterva de seguidores recomendándolo en Internet ha resucitado uno de los libros clásicos del humor inglés.

Pero lo que más asombra de este movimiento es que un libro tan local; con tantas referencias a la sociedad inglesa urbana y rural de principios de los años treinta del siglo XX; con un sinfín de términos intraducibles al castellano (y probablemente a cualquier otro idioma) y prácticamente indescifrables en su propia lengua; con guiños tan concretos contra autores coetáneos de la escritora, sea atractivo siete décadas más tarde y en España. 'Hay, por tanto, una parte de La hija de Robert Poste que sólo puede apreciarse en su lengua original', explica el traductor del libro, José C. Vales.

Fue su primera novela y con ella tocó el cielo. Eclipsó al resto de sus escritos durante 40 años. Fue adaptada a la televisión en dos ocasiones por la BBC: en 1968, como serie de tres capítulos, y en 1995, como telefilme. También se hicieron adaptaciones teatrales y un serial para la radio británica. Como ella misma escribió en 1966 sobre la novela: 'Un libro acertado deja una señal en su autor para toda la vida. La hija de Robert Poste es como un miembro de mi familia; se parece a un tío anciano a quien hay que agradecerle la hermosa concesión que te ha ofrecido, pero que a veces es una vergüenza con la que se debe cargar. Salta sobre uno para recordarte los días en los que eras una cosa joven y brillante. Para él, y sus admiradores, tú no has crecido'.

La autora de La hija de Robert Poste, que lleva muerta 21 años, es una desconocida en España

Es probable que la fuerza de La hija de Robert Poste sea la mala baba con la que está pergeñado. Stella Gibbons tenía mucho veneno acumulado antes de ponerse a escribir contra los escritores románticos, que se dedicaban a endulzar lecturas con pastorales rurales románticas. A muchos de ellos los entrevistó antes, durante los diez años que se dedicó al periodismo. 'Sólo Dios sabe el efecto que semejantes ocupaciones habrán tenido en mi producción de verdadera literatura', escribe mordaz sobre su profesión en el prefacio de la novela la escritora británica.

Explica en esta introducción tan elocuente, dedicada a un tal Anthony Pookworthy (pseudónimo de otra de sus víctimas literarias), que después de aprender como periodista a decir exactamente lo que quería en frases cortas, tuvo que aprender 'a escribir como si no estuviera muy segura de lo que quería decir, pero estuviera encantada de decir exactamente lo mismo en frases tan largas como me fuera posible'. Sólo así recibiría 'críticas favorables'.

El texto carga contra el hipócrita modelo familiar basado en al moral victoriana

El experimento Gibbons tiene su origen en la miserable infancia que su padre, depresivo, tiránico y alcohólico, y su abuelo le dieron. De hecho, La hija de Robert Poste es una irónica representación de un modo familiar basado en la hipócrita moral victoriana. Gibbons escribió contra cualquier convención que oprimiese la libertad de una mujer huérfana, sin un futuro económico claro y con un trabajo que no la satisficiera.

Así que se inventa a Flora Poste, una chica de 19 años educada en el deporte, la lasitud y la admiración de las modas, dispuesta a no trabajar en nada. 'Bueno, cuando tenga 53 años o así, me gustaría escribir una novela tan buena como Persuasión, pero con un aire moderno, por supuesto. Durante los próximos 30 años estaré recabando material para escribirla. Si alguien me pregunta en qué estoy trabajando, le diré: Estoy recabando material. Nadie puede poner objeciones a eso. Además, será verdad', dice la protagonista del libro.

La joven huérfana con sobredosis de autosuficiencia vivirá de sus familiares, a los que no conoce. Está decidida a sacarles hasta el último cuarto, 'ya que mientras persiste el absurdo prejuicio contra el hecho de vivir de los amigos, no se establecen límites, ni sociales ni de conciencia', para vivir de los parientes de uno. Así es como llega a la granja Cold Comfort, una expresión que significa 'flaco consuelo', donde viven unos primos lejanos de su padre, los Starkader, un apellido que podría ser algo parecido a 'mala víbora'.

La editorial saca una edición cada semana 

Y nada más llegar a aquel lugar tan ajeno a ella: 'Por cierto, me encanta mi habitación, pero ¿crees que podría conseguir que me lavaran las cortinas? Me dio la impresión de que eran rojas. Y me gustaría estar segura', le pide a su tía con toda la flema británica que se puede concentrar en una demanda.

La joven Flora será un pelele para los juicios de la propia Stella Gibbons, y su personaje criticará a sus rudos y violentos parientes. Nadie sale libre de burla. Flora es una estúpida engreída que cree saber lo que es la vida porque es una ávida lectora de novelas campesinas. Su mundo empieza y acaba donde lo hacen sus lecturas: 'Tenía un vívido conocimiento de los embarazos y los partos rurales gracias a la lectura de las obras de algunas novelistas, especialmente de aquellas que nunca se habían casado', no hay que olvidar que La hija de Robert Poste es una parodia de esta literatura.

Gibbons, que escribió la novela en un cuartucho de la revista en la que trabajaba entonces y sobre su maleta durante el trayecto en metro de regreso a casa, aprovecha el conflicto entre clases cuando estas entran en contacto, la soberbia urbana cuando llega al medio rural, el ingenio sobre la educación, para describir seres incapaces de comunicar sus sentimientos. A fin de cuentas, en La hija de Robert Poste el corazón que mueve la historia es la pugna entre la sensibilidad y el sentido común.

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