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La vida de un vendedor de animales domésticos en un triciclo

ANDREA RODÉS

El triciclo de Zhang PeiLiang es famoso entre los habitantes del distrito pekinés de Chaoyoang, expatriados y turistas incluidos. Sería raro que no hubiesen visto alguna vez a este hombre menudo, de mirada avispada y cabello rapado al cero, pedalear con esfuerzo entre el tráfico, arrastrando detrás un carromato en el que se bambolean peceras y jaulas de bambú llenas de animalillos.

'¿Cuánto pides por este conejo?', pregunta una mujer, señalando con la mano un conejo que Zhang acaba de sacar de la jaula para que su hijo pueda acariciarlo. Tras regatear durante diez minutos, dando pie a un espectáculo en el que participan transeúntes y vecinos, Zhang acepta vender el conejo por 50 yuanes (unos 6 euros).

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'El conejo es sin duda la mascota que más vendo', explica Zhang, con aspecto fatigado. Su jornada empieza a las dos de la tarde y no regresa a casa hasta pasada la medianoche. El ejemplar más cotizado es el llamado 'conejo panda', de piel blanca y ojos y orejas negras, pero Zhang no dispone ahora de ninguno.

Las mascotas más valiosas en su triciclo son hoy los dos cachorros de pekinés que juegan sobre una alfombra, entre conejos y hámsteres. Los perritos se han convertido en el centro de atención de todas las parejas que pasean cogidas de la mano de camino a Sanlitun, el centro de la vida nocturna de Pekín. Junto a los veinteañeros a la última, se mezclan las familias que terminan de hacer la compra del sábado.

Zhang suele cambiar con frecuencia de sitio para evitar ser detenido por los chengguan, los funcionarios municipales que se encargan de dispersar a los vendedores ambulantes. Sin embargo, los sábados por la tarde procura deambular siempre cerca de Gongti Bei Lu, la avenida que lleva al Estadio de los Trabajadores, donde cada fin de semana se celebran partidos de fútbol o conciertos multitudinarios. Su récord de ventas fue cuando logró facturar en un día 2.900 yuanes (unos 340 euros), presume Zhang. Esta cifra es el total de sus ingresos mensuales.

Después de dos años al frente del triciclo, Zhang ha decidido regresar a su aldea natal. Su esposa se ha quedado embarazada y 'no le conviene estar en contacto con los animales', explica Zhang. Así que ha decidido cederle el triciclo a su hermano, que llega este verano del pueblo para echarles una mano. Los Zhang tendrán a su bebé en Henan y se quedarán un tiempo allí, donde tienen su registro de residencia o hukou. En China, el hukou es esencial para acceder a los servicios sociales mínimos.

Un ejemplo del auge de la capacidad adquisitiva de la clase media en ciudades como Pekín y Shangai es el aumento de los animales domésticos. 'Hay clientes que me piden animales exóticos, como caracoles, lagartijas o serpientes', explica Zhang, que asegura tener dos caracoles gigantes en casa.

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