Pequeñas mentiras para dramas cotidianos

Agnès Jaoui (Antony, Francia, 1964) es una mujer del Renacimiento: canta, escribe, actúa y dirige. Tras debutar con éxito con la deliciosa Para todos los gustos (2000), ganadora del César a la mejor película en su país, la directora de origen tunecino ha rodado otras dos películas corales sobre los pequeños dramas cotidianos: Como una imagen (2004), en clave sombría, y Háblame de la lluvia (2008), comedia que se estrena mañana en las pantallas españolas.

"Para nosotros no hay diferencia entre escribir un drama o una comedia. En realidad, el tema de las relaciones de poder da para una comedia, pero en Como una imagen quisimos tratarlo de un modo más grave", cuenta la directora en un español más que digno. "Sí, es mi película más cómica como directora. Fue algo premeditado. Quería escribir una comedia con Jean Pierre".

Jean Pierre no es otro que Jean Pierre Bacri, actor francés nacido en Argelia, protagonista de Háblame de la lluvia, coguionista de todas las películas de Jaoui y, por si fuera poco, pareja de la directora en la vida real. En esta ocasión, cuentan la historia de Agathe, interpretada por Jaoui, una militante feminista que, tras fichar por un partido político, pasa unos días en su pueblo natal. Allí vuelve a reunirse con su hermana Florence, con la asistenta Mimouna y con el hijo de ésta, Karim, quien prepara, con su amigo Michel, un documental sobre Agathe. Todos ellos se verán obligados a "ponerse en el lugar del otro para comprender su sufrimiento, algo que no es precisamente fácil", explica la cineastafrancesa.

Políticos desprestigiados

Ahora bien, ¿por qué la protagonista se dedica a la política? "La elección de este personaje no tiene nada de inocente", explica Jaoui. "Hay un gran menosprecio hacia la profesión en Francia. ¿Conoce una serie que se llama El ala oeste de la Casa Blanca? Bien, rodar algo así en Francia sería imposible: en lugar de héroes a los que se respeta, la protagonizarían cínicos de los que hay que burlarse. Me parece un poco injusto y, sobre todo, peligroso. ¿Quién va a querer dedicarse a la política? Alguien tiene que hacerlo, ¿no? Es un trabajo muy ingrato. Por eso decidimos crear el personaje. Además, me gustan los personajes que no comparten el punto de vista mayoritario sobre la vida", aclara la cineasta.

El caso es que, al margen de tener que impulsar su carrera política, Agathe tiene otros problemas en la película: la relación con su hermana no es buena: "Florence tiene motivos para quejarse, es posible que a mí me trataran mejor que a ella cuando éramos pequeñas. Vale, pero ya es hora de que lo supere", cuenta Jaoui hablando en primera persona de su personaje. "Florence está tan acostumbrada a su papel de víctima que no sabe cómo salir de él", explica.

Arribistas hasta en la sopa

Pero Florence no es el único personaje atrapado en su propio personaje. Michel, interpretado por Bacri, es un director de cine que trata de enmascarar como sea su decadencia artística con pequeñas mentiras. ¿Se limita a engañar a los demás o se engaña a sí mismo? "Buena pregunta. El personaje está basado en una persona que conozco y que quiero mucho, aunque no viviría con él ni loca (risas). A veces quisiera matarlo, porque te cuenta mentiras y te hace creer que le va mejor de lo que le va en realidad", cuenta.

Con todo, la cineasta parece tener especial cariño por el personaje (y por su amigo). "En el fondo es encantador. Además, hay tantas personas arribistas y ambiciosas en el mundo, sobre todo entre los hombres, presionados para comportarse así, que me conmueve encontrarme a alguien tan chapucero. No tiene maldad, su problema es que es débil", zanja sin que quede claro si está hablando de su amigo o del personaje. Y nunca conseguiremos desvelar la duda, porque en ese momento irrumpen en la sala los dos niños negros brasileños adoptados por la pareja Jaoui-Bacri, y se acaba la entrevista.