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Perfil Muere el irrepetible Leopoldo Pomés

Premio Nacional de Fotografía 2018, modernizó la fotografía y la publicidad en España

El fotógrafo, cineasta y publicista Leopoldo Pomés en una imagen de archivo. EFE

“Mirar para pensar” este era el leitmotiv de Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931 - Girona, 2019). Según Manuel Vázquez Montalbán, Pomés consiguió erotizar la España gris y oprimida por el franquismo con unas fotografías y trabajos publicitarios revolucionarios para la época. Hedonista auténtico, Pomés quiso acabar sus memorias tituladas No era pecado con la definición de hedonismo (disculpen el spoiler). Aseguraba que descubrir el hedonismo (doctrina que relaciona el bien con el placer) le redimió y le dio alas para vivir mirando el mundo sin corsés, atreviéndose a cambiar el punto de vista, intentando ir siempre algo más allá. Y con esta manera de hacer, se convirtió en un referente de la fotografía y la publicidad.

Tuve la suerte de ayudarlo a asear sus vivencias para darles forma de libro, y escuchándolo he visitado Picasso a la Californie, he visto el genio de Joan Ponç y del resto de miembros de Dau al Set; he estado en el restaurante de Alain Chapel y  en la habitación de hotel donde la imprevisible Niko se tiñó el cabello de color azul el día antes en que tenía que aparecer en un spot con su rubio habitual. Hay que reconocer que Leopoldo Pomés tuvo la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento preciso ( y no una, sino muchas veces), pero su carácter lo ayudaba.

Era atrevido, cinéfilo, detallista, hedonista, seductor (en todas las dimensiones de la palabra) y muy trabajador. Es cierto que contó con el talento de Karin Leiz y del resto del equipo de su estudio, pero Poldo era un amante del trabajo bien hecho, porque se educó bajo aquello de “Dios lo ve”, y sobre todo porque tuvo un padre que le enseñó la importancia de las cosas bien hechas y bonitas.

Ansia por mirar más allá

La trayectoria de Leopoldo Pomés está llena de éxitos y premios (el último, el Nacional de Fotografía en 2018). Pero, más allá de haber creado las míticas burbujas Freixenet, de haber diseñado la ceremonia del Mundial del 82, o de realizar el video para optar a la candidatura Olímpica de Barcelona 92, Pomés ha sido un gran fotógrafo, y un hombre de cultura con un sentido del humor muy fino.

Se habla mucho del Pomés publicista, pero fue un artista que supo enseñar la Barcelona de los 50 como pocos. Era uno enamorado de Barcelona y de su arquitectura modernista, de las tiendas, de la obra de Jujol y de Gaudí, pero también de los toros y de las mujeres. Perseguía la belleza y la sensualidad, no discernía el origen.

La mirada de Pomés siempre tiene mucho que ver con la luz, siempre busca las sombras, los contrastes y las texturas que la luz provoca. Fue un observador infatigable, y sí, un gran fotógrafo (además de amar la buena comida y dedicarle un libro al pan con tomate) que también escribía poesía. En uno de sus poemas, Pomés pregunta al lector “os habéis puesto alguna vez bajo una mesa” y este verso me llama especialmente la atención porque creo que destila su ansia por mirar más allá de donde permite el campo visual, y siempre con la curiosidad y vehemencia que lo caracterizaban.

¿Cumplirá el Ministerio?

Leopoldo Pomés jugaba en la liga de los irrepetibles; sin él, Barcelona y la cultura se quedan algo más huérfanas. Ojalá por fin aparezca el catálogo definitivo que compile lo mejor de lo mejor de su obra, y el Ministerio de Cultura cumpla y organice la muestra que acompaña el hecho de haber ganado un Premio Nacional de Fotografía.

Mientras tanto, podemos repasar sus memorias devorando una hamburguesa en el Flash Flash y asegurarnos de vivir con los ojos muy abiertos y de no resignarnos, porque estoy convencida que desde allá donde sea, lo seguirá mirando todo como si fuera la primera vez.

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