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Plástico fantástico

Lego Harry Potter. Años 1-4' lleva la magia de las cuatro primeras películas al universo de las piezas de colores

 

JESÚS ROCAMORA

No deja de ser sorprendente que, lo que parecía una broma aislada (ver a los personajes de Star Wars construidos a partir de piezas de Lego y revivir sus aventuras en miniatura con una sonrisa cómplice) haya contagiado como un virus otros héroes populares, como Indiana Jones y Batman, sin hacerles caer en el ridículo. Es más: las reinterpretaciones en plástico de colores han conseguido revitalizar en muchos aspectos la presencia de algunas de estas franquicias en videojuego, ya que los productos oficiales casi siempre dejan insatisfecho al fan.

Más de uno debería aprender de habilidad con la que la desarrolladora británica Traveller's Tale se empolla las reglas ajenas y las traducen a otro lenguaje. Su adictiva propuesta, lejos de agotarse, parece no tener fin: como una cebolla que esconde capas nuevas debajo de las viejas, cada traducción a Lego retoma las buenas ideas pasadas y les da un nuevo meneo. El último héroe en quedarse de una pieza es el mago superventas de la última década. Lego Harry Potter: años 1-4 propone adaptar sus cuatro primeras novelas. Y vuelve a hacerlo de manera ejemplar.

El secreto de su éxito está en la masa. Y la masa no se olvida de mostrar cariño, fidelidad y coherencia al original. TT ha diseñado los exóticos planetas y naves de Star Wars o las secuencias de acción de las películas de Indy, dejando al jugador con la boca abierta gracias a sus cuidados detalles. En el caso de Potter, es fácil deslumbrarse sólo echando un vistazo al primer episodio (que adapta La piedra filosofal), que reconstruye escenarios como el callejón Diagon y el castillo Hogwarts (con sus escaleras móviles, las aulas y las habitaciones secretas, incluso el campo de juego de Quidditch).

También son brillantes las interpretaciones en plástico de sus personajes, habituales (además del trío protagonista y sus mascotas, profesores y secundarios) y criaturas mágicas, como los duendes de Gringotts o los unicornios y centauros del bosque prohibido. La idea, además de jugar, es seguir la trama de cada película a partir de secuencias animadas que las reinterpretan con fidelidad y mucha guasa.

Siendo Lego un juego de construcción, los puzzles de este Harry Potter invitan igualmente a montar y desmontar objetos y escenarios. Si Indy se valía para ello de su látigo, Batman de sus gadgets y Skywalker de la Fuerza, los niños magos usan, claro, sus varitas. No es que utilizarlas sea algo demasiado complicado (las construcciones se montan y desmontan automáticamente), pero la gracia está en saber qué hechizo usar en cada momento para conseguir abrir un camino, levantar un puente o acabar con un enemigo final.

Los otros ingredientes habituales siguen ahí: las plataformas, principalmente, y la acción, ya que hay que acabar con enemigos. Y, en menor medida, la conducción.

Uno de los aspectos que más ha evolucionado desde Lego Star Wars es la exploración. Con el mejor apartado gráfico de todos, Lego Harry Potter vuelve a potenciar que nos salgamos de los carriles de su trama y nos lancemos a conocer mundo, disfrutando de su acabado. Hacerlo es muy útil, ya que si en la vida real uno puede morir de viejo coleccionando todo tipo de figuras Lego, sus videojuegos también exigen ser completados al 100%, lo que tiene mucho gancho: una vez terminado cada capítulo, sus niveles se prestan a ser recorridos de nuevo con otros personajes (hay más de 100) y habilidades para recoger lo que se nos pasó la primera vez. Incluso la forma de aprender hechizos (en clase), invita a avanzar de forma sucesiva.

La advertencia final es la de siempre: Lego Harry Pooter no es infantil, aunque su jugabilidad compartida la hace ideal para padres e hijos. Como en casos anteriores, es suficientemente inteligente como para ofrecer desafíos y lecturas a públicos de todas las edades.

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